El sexto peldaño

Tema en 'Rincon Literatura' iniciado por Minitroll, 31 Ene 2021.

  1. Minitroll

    Minitroll Usuario Nuevo nvl. 1
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    Realmente me resulta difícil describir el camino de los hechos, cuando son los mismos hechos los que plantean más dudas. Hoy tengo, sin embargo, certeza de algo y por eso escribo. Intentaré en lo que sigue que sean los mismos hechos los que narren lo ocurrido, mas quede el lector advertido de antemano que la conclusión no le resultará del todo esclarecedora. Comprendo y sé que esto puede resultar confuso, poco creíble e incluso fantástico, pero entiéndame ¡¿qué más queda para mí y esta historia que es también la mía?!

    Todo parte de un recuerdo y el recuerdo comienza así:

    Leía recostado una vieja editorial de Poe, popular en los años 70 aquí en Chile, mientras afuera llovía estrepitosamente. Era pequeño, quizás tenía unos 6 o 7 años, no lo sé. Aún era de día, y de fondo se escucha también la tv. La luz que se filtraba por las maltrechas cortinas era de un tono gris, como todo lo que se alcanza a ver del exterior, a excepción de unas sombras más oscuras producidas por el manzano, que era constantemente azotado por los fuertes golpes del viento pacífico. Es invierno, pero dentro de la casa no hace frío. Estoy rodeado de pequeños soldaditos de juguete. Son muchos, y están desparramados por toda la delgada alfombra marrón.

    En un momento determinado, me invade el hambre, por lo que decido acercarme a la cocina en busca de alguna golosina o de un milcao, el pan con chicharrón que se come por esos lados. Cierro entonces el libro, lo pongo en el pequeño librero junto al espejo y subo los seis escalones que me separan de la sala rápidamente. Pero, ocurre siempre que justo antes de pisar el sexto peldaño, siento el llamado susurrante de una voz desconocida desde abajo. Y es en este momento, cuando giro la mirada con estupor, que el recuerdo se acaba, o más bien, se difumina, como cuando no te quedan imágenes en la memoria pero sí una sonrisa que se vuelve a dibujar.

    Con el paso de los años, sin embargo, he vuelto a soñar con ese recuerdo de manera cada vez más intensa pero intermitente. Poco a poco, durante el sueño y los años, el recuerdo ha ido cambiando. Así, se ha ido transformando, primero en colores, luego en formas, y hoy, poco a poco, he comenzado a darme cuenta que, al girar la cabeza siguiendo el susurro, justo en ese instante cuando centro la mirada en aquel espejo, pues, soy yo de nuevo. No puedo explicarlo pero allí estoy, mirándome frente al espejo, pequeño y temeroso, con mi chaleco de lana de oveja; estoy frente al espejo y me doy cuenta de lo que está ocurriendo. ¡soy yo!, ¡con la consciencia de ahora, pero con las limitaciones de aquella edad! ¿Cómo puede ser?…

    Quien me haya oído hablar sobre esto, debe sentirse halagado por mi confianza, pero también aludido pues sepa que su juicio no ha sido de ayuda. Comprendo que a veces pude parecer un tanto distraído y concuerdo que mi sociabilidad no es de lo más atractiva, pero aún así, he tenido fuertes lazos de cariño con muchas personas. Muchos grandes amigos y amigas he conocido y me han prestado oídos respetuosamente. Sin embargo ocurre que nadie nunca me ha creído. Ninguno nunca realmente se ha sentado a creerme. Y lo entiendo, de verdad que sí, no los culpo. Sepan, eso sí, que a veces nuestras sonrisas son de un recuerdo, no son nuestras.

    Cuando estas nuevas imágenes se fueron haciendo recurrentes alcanzando su forma, ya no pude distinguir el sueño del recuerdo. Sé que los sueños y los recuerdos pueden ser parientes muy cercanos, difusos a veces, difíciles, como distinguir la hierba de la maleza, estando en un pueblo cordillerano de la Patagonia o en una pradera de Escocia meriodional. Y esto es precisamente lo que me ha venido atormentando; la experiencia de lo irreal. Siento que todo se vuelve en su apariencia efímero, si no fuera por la salvedad de que solo en la experiencia encontramos los cimientos esenciales de nuestra propia personalidad. Nuestra proyección se funda también en este laberinto y nuestras vivencias serán el hilo que nos lleven finalmente a una salida… Así piensa un psicólogo, pero a mi este hilo me ha llevado devuelta al centro mismo. Eso ahora bien lo sé.

    Hoy estoy más cansado. Tras largos años de estudiar y explorar la memoria, la cultura, el aprendizaje, las masas, a Wundt, a Münsterberg, Maslow, Myers, Lewin... Hoy estoy más cerca de la vejez que de la juventud. Pero ya no sé quién soy. Me fui perdiendo en el sueño y me obsesioné en un recuerdo. Quizás ya sea hora de dejarlo ir. Pero quiero rememorar una vez más mi pasado, esa práctica que fue tan constante en mi vida como un sueño recurrente y tan presente en mi experiencia, como lo que estoy pensando y sintiendo al momento de escribir esta carta. Lamentablemente, he llegado a una conclusión que no quería aceptar: sé distinguir con certeza el sueño de la realidad.

    Y toda esta verdad, por muy voluble y simple que parezca, después de siglos de tópicos y obras literarias, hoy relegada a la clandestinidad o el mercantilismo, es tan real como los momentos que perdí de mi vida….
    Finalmente, el recuerdo termina de la siguiente manera:

    Siempre era invierno. No importa ya la edad, circunstancia, ni el momento en que este recuerdo se hiciera presente: siempre era la misma luz gris y las sombras del manzano azotadas con vehemencia por el viento pacífico, y la misma lluvia golpeando con ira la ventana, mientras la tv acompañaba con su eco lejano el silbido terrible del invierno del mar. Y en el suelo, rodeando un viejo libro, yacían soldaditos de color verde que contaban historias: de una muerte roja llevándose a un príncipe Próspero, o un Montresor conduciendo a un Fortunato, o ya sea el corazón palpitante de un anciano golpeando el suelo o los maullidos de un gato negro que alertaban de un hecho terrible; no importaba la joven del retrato, o que una y otra vez, el detective Dupin hiciera sus averiguaciones, ni tampoco que la lluvia golpeara con tanta fuerza que tuviera que leer de pronto en voz alta... siempre, en aquella delgada alfombra marrón, me invadía el hambre y el deseo irrefrenable de subir esos malditos seis peldaños.

    Y siempre, antes de llegar al final, volteaba la mirada ante aquel susurro y me devolvía de súbito al espejo, junto a la estantería de libros. Y siempre (y para siempre) me vi de nuevo tomando conciencia en aquel segundo, mientras la figura estupefacta del espejo aún atontada por mi presencia repentina, me llenaba las entrañas con el más espantoso miedo y el más desesperante terror, al notar, cómo la imagen que solía ser yo me sonreía con una mueca cínica y diabólica desde la cima de la escalera, allí, en el sexto peldaño.
     
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  2. TOROCONTETAS

    TOROCONTETAS Usuario Avanzado nvl. 4 ★ ★
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  3. OzLinterna_Verde

    OzLinterna_Verde Usuario Nuevo nvl. 1
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    Interesante.
    Al leer el primer párrafo, me pareció que estabas influenciado por Lovecraft y, al pasar por los demás, lo confirmé (referencia a Poe, a los autores, a las referencias literarias). Eso no es ni bueno ni malo, es una influencia y a medida que sigas escribiendo, irás encontrando tu propio estilo.
    Escribes bien, tu sintaxis es buena, la dinámica de tu relato lo es igual... Pero tengo dos criticas fundadas meramente en el gusto personal: 1. En el primer párrafo repites de manera muy seguida la palabra "hechos", quizás si hubieras escrito "Realmente me resulta difícil describir el camino de los hechos, cuando son ellos mismos...", quedaría más limpio. 2. El final es algo confuso para mí, dado que no se desarrolla el cómo o por qué del "sexto peldaño". Podrías desarrollar mejor esa idea.
    Eso es todo, en general me gustó mucho tu cuento, especialmente porque en pocas líneas creas un ambiente. Te felicito y me gusaría seguir leyendo más.
     
  4. Selk.

    Selk. Usuario Nuevo nvl. 1
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    Me generó mucha cercanía tu relato y transmite precisamente esa frustración dentro de tu propia reflexión. Me llama mucha la atención lo referido a "los fuertes golpes del viento pacífico". No se si fue la intención, pero incrementa un poco dicha narrativa de lo onírico imperante en tu trabajo. Me gusta tu manera de escribir; existe un ritmo que intriga y permite mantener la atención. Hay una clara influencia de Poe.
     
  5. Trazó

    Trazó Usuario Nuevo nvl. 1
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    Me gusta el ambiente que generas de principio a fin, lo leí con la noción de que tu historia es tan real como lo cuentas y el final me produzco escalofríos. Se sienten esas influencias mas por las referencias que entregas, pero no soy quien para hacer una critica al respecto. en general me gusto bastante, saludos.