Alumna aplicada

Hola a todos nuevamente!
Se que quizás lo sabes, pero por si eres nuevo, me presento. Tengo 28 años, soy de tez clara, pelo liso, hasta la cintura, mido 1.62 y peso alrededor de 57 kilos. Mi cuerpo no es protuberante ni nada por el estilo, pero tengo buenos senos y trasero.

Este relato pasó hace 8 años, cuando yo tenia 20 años y estudiaba en la universidad.

Era el primer semestre de mi segundo año de universidad y como siempre, ramos y profesores nuevos. La mayoría me caía bastante bien, pero había uno que era muy pesado, el profe Roberto de farmacología, era famoso por no dar segundas oportunidades y hacer lo imposible para que la mayor parte del curso repitiera el ramo. Era joven y guapo (no les voy a mentir), habrá tenido unos 35 años en ese entonces, pero tenía el carácter de un viejo amargado. Se notaba que se ejercitaba, tenía buen trasero y se le lograba notar algo de musculo a través de su camisa.

Un día tuve la mala suerte de quedarme dormida (había estado viendo una película hasta tarde la noche anterior) y llegar como 15 minutos tarde a su clase. Llegué corriendo y, para pasar más desapercibida, abrí la puerta que está atrás de la sala. Cuando ya pensaba que nadie se había dado cuenta, escucho que me gritan:
- Los horarios son para cumplirse señorita – Me dice el profe, con una voz dura – Así que hágame el favor de retirarse de mi clase.
- Pero profe, son 15 minutos nomás… - Le dije, pero enseguida me corto.
- Afuera dije – Me dijo más duramente, mientras yo pensaba en lo pésimo que me caía.

Salí de la sala y me quede sentada en un banco de afuera, pensando en a quien le iba a pedir los apuntes, cuando de repente escucho que se abre la puerta de la sala y sale el profesor.

- Supongo que tiene una buena explicación para llegar tarde – Me dice, con una voz sorprendentemente más suave.
- Emm, la verdad es que no, solo me quedé dormida – Le dije, asumiendo mi culpa. La verdad nunca se me dio mentir en estos casos, cuando lo hacía se notaba al segundo que estaba mintiendo.
- ¿Dormida? Le informo que estamos repasando la materia de la prueba de mañana – Me dice con tono firme – Pero solo por esta vez la dejare pasar, por decirme la verdad. Ya estoy aburrido de que se inventen excusas – Esta vez mi miro con cierta suavidad en el rostro, cosa que me llamó mucho la atención. - ¿Qué hace ahí parada? Entre ahora – Nuevamente con voz firme, parece que lo anterior había sido mi imaginación.

Mientras me dirijía hacia la puerta, él siguiéndome, recuerdo que no le agradecí, así que me doy vuelta antes de entrar.
- Gracias prof… - Le alcanzo a decir, cuando mi voz se detiene al ver que me estaba mirando descaradamente el culo. Me doy vuelta y entro a la sala rápidamente a sentarme. Él entra detrás mío.
- Bueno alumnos, ¿Terminaron las preguntas de la guía de repaso? Vamos a verlas… - Empezó a decir, como si nada hubiera pasado.

Me senté al fondo de la sala, al lado de uno de mis amigos, Luis.
- ¿Qué te pasa? Te pusiste roja – Me susurra al verme. Yo no me podía ver, pero sentía mi cara caliente. Me puse las manos frías para que se me pasara e intenté no mirar hacia al frente. Cuando siento que se comienza a pasar decido poner atención a la clase, saco mi cuaderno y empiezo tomar apuntes. Éramos un curso grande, 60 alumnos, que en su mayoría no se portaban muy bien pero en la clase de este profesor la atmosfera cambiaba, todos le tenían miedo.

Mientras escuchaba la clase noté que en ningún momento me miró, lo que me dio un poco más de tranquilidad porque la verdad me había asustado un poco lo que había pasado afuera. Mis amigas siempre me contaban historias de cómo se habían comido a algún profesor, pero para mi eso esa impensado. Los meses siguientes fueron bastantes tranquilos, pero pude notar un pequeño cambio en el profesor con el curso, cada vez era un poco más amable. Todos sospechábamos que era porque había encontrado alguna polola nueva.

Ya era casi fin del semestre y se venían los exámenes finales. Estaba agotadísima.
La verdad era una alumna bastante aplicada y no me gustaba nada cuando me iba mal. Ya me había logrado eximir de gran parte de los exámenes, a excepción del de farmacología, que faltaba que entregaran la ultima nota para saber.

Era un lunes bastante frío, yo andaba vestida con unos pantalones negros, una polera de Beatle blanca bastante ajustada y encima una parca negra. Era primera hora, todos con cara de que nos habíamos levantado recién, conversando mientras esperábamos al profesor.

- ¿Cómo crees que te fue? – Me pregunta Luis – A mi horrible, solo espero no echármelo – Sigue diciendo, con voz apagada.
- Tranquilo, si este profe no puede ser tan malo como dicen – Le dije, sin mencionar que yo aspiraba a eximirme.

De repente entra el profe con cara seria, y todos quedan en silencio.
- Bueno alumnos, como es de esperar, nadie se saco una nota como para eximirse del ramo, aunque hubo una alumna que estuvo bastante cerca – Dice, mirando hacia donde me encontraba yo.

Yo solo atiné a mirar hacia otro lado, y a maldecir al mismo tiempo haber estado tan cerca. Era la oportunidad de salir antes de vacaciones. Cuando terminó la clase me acerqué al profe con la esperanza de poder hacer algún trabajo extra para subir esa nota y poder eximirme.
- Lo siento, pero todos saben que no doy segundas oportunidades – Me dijo muy serio- Pero me impresionó, nadie ha logrado sacar tan buenas notas conmigo – Siguió diciendo, mientras arreglaba sus cosas para irse. Se detuvo un momento. – Aunque pensándolo bien, puede ser que aún esté a tiempo, si aún esta interesada- Se acerca a mi oído y con una mano toma la mía para entregarme un papel. – La espero.

Sale de la sala y yo me quedo inmóvil, realmente estaba pasando lo que yo creía que jamás me pasaría a mí. Abro el papel, donde sale una dirección y una fecha con hora. Era el día siguiente, viernes, en la noche. Me quede todo ese día pensando si valía la pena hacer eso, y no es por ser pero no estaba nada mal el profesor. Así que me decidí a ir esa noche.

Era a unos 30 minutos de mi casa en auto, un edificio bastante nuevo, piso 16. Había ido vestida con un vestido negro ajustado, una chaqueta café encima, botas y con un labial rosa pálido. Toco el timbre y a mi sorpresa me abre un hombre de unos 40 y tantos, de barba y algunas canas. No tenia el cuerpo ejercitado como el profe, pero no estaba mal tampoco. Iba vestido con un pantalón cafe y una camisa con diseño, con dos de los botones sueltos, lo que dejaba ver su pelo del pecho.
- Tu debes ser de quien me habló Roberto, adelante pasa – Me dice. Luego, al ver mi cara de extrañeza agrego – Tranquila, él viene enseguida.

Entré a su departamento y me senté en el sillón, mientras veía para todas partes y pensaba en que me había metido. Igual le había avisado a una amiga que me iba a juntar con unos amigos y le di la dirección por cualquier cosa.
- Que linda eres, Roberto te describió bien, la vamos a pasar bien. – Dijo, con un tono de seguridad. – Tranquila, no vamos a hacer nada que tu no quieras.

Yo me mantuve muda, no sabia que decir. De repente veo a Roberto venir por el pasillo al living.
- ¿Cómo estás? Me sorprende que hagas venido. – Me dice con un tono seductor – Tu nota depende de esta noche… Alex sírvele un vaso de vino a la señorita – Le dice, se sienta al lado mio, y me acaricia la cara para luego poner un mechón detrás de mi oreja.
- ¿Qué es exactamente lo que quieres de mi…? – Le pregunté, sintiendo que no iba a ser la noche que me había imaginado.
- Tranquila, tomemos algo primero.

Así, nos pusimos a picotear y tomar vino. Conversamos harto rato, resulta que Alex era un amigo de él de hace mucho tiempo, trabajaba como ingeniero comercial. Se tenían harta confianza y se notaba que no era primera vez que hacían algo como esto. Ya eran como las 11 de la noche cuando Alex, que se encontraba sentado también al lado mio, me agarra la cintura y me da un beso de esos en los que no puedes apartarte aun que quisieras. Me mete la lengua una y otra vez mojando toda mi boca, hasta que logro apartarlo con mis manos. Siento que Roberto me toma de la cintura también y se acerca a mi oído:
- Se que te puede parecer como que soy yo el que quiere tener algo contigo… pero no… No así mi amigo Alex aquí presente que jugará un poquito contigo, ¿Te apuntas? Solo recordarte lo que esta en juego… - Me dice, con tono serio.

Yo asiento con mi cabeza y veo como se para, se baja los pantalones quedando solo en boxers y se va a sentar a la silla de al lado del sillón. Al volver la mirada tengo a Alex al frente con una mirada de caliente.

- Que festín es este – Me dice, y me comienza a besar el cuello, mientras me pone una mano en el muslo y comienza a subir lentamente hasta llegar a mi colaless negro. Frota sus dedos suavemente y siento como me comienzo a mojar. Saca la mano, se chupa los dedos y nuevamente su mano va hacia mi concha, pero esta vez corre el colaless hacia un lado, sintiendo sus manos tibias sobre mi concha. Comienzo a estremecerme y a cerrar las piernas, lo cual parece molestarle porque se para, se hinca frente a mí, me agarra los muslos fuertemente y me separa las piernas.
- No tan brusco… - Le dijo, porque me dolió el apretón que me dio.
- ¿Segura? A juzgar por tu respiración, te está gustando - Me dice con cara seductora.

Y era verdad, me había dolido, pero estaba muy excitada como para decirle nuevamente lo mismo. Comienza a meter nuevamente su mano por debajo de mi vestido hasta mi concha, metiendo despacito un dedo, con lo que suelto un gemido. Luego mete uno más, y otro más, hasta que ya son tres los dedos que me penetran, lo que hace que no pueda parar de gemir. Después me agarra nuevamente los muslos para ponerme al borde del sillón, me sube el vestido hasta la cintura y me comienza a comer los mulos, suavemente. Primero el derecho, luego el izquierdo y luego llega con su lengua hasta mi concha, la cual pasa fuertemente una vez hace el colaless a un lado.
- Por mucho que me guste verlo puesto, se va… - Me dice y me junta las piernas para sacarme el colaless.

Se baja los pantalones y el boxer dejando su pico duro a la vista. No era tan grueso pero era bastante largo y con solo mirarlo supuse que iba a ser un problema metérmelo a la boca.
- Ya sabes que hacer… - Me dice, me agarra de la cabeza, me pone en suelo hincada y me mete su pico en la boca. Me lo intenta meter de una vez hasta el fondo con lo que hago una arcada y lo alejo de mi - No, no, no, a intentarlo de nuevo – Me dice, y me agarra mas fuerte el pelo hasta que me trago su pico una y otra vez sin poder apartarme. Al principio cierro los ojos por lo difícil que es, pero cuando ya me comienzo a acostumbrar, empiezo a sentir el sabor de sus líquidos y lo comienzo a disfrutar. Al mirar hacia un lado veo a Roberto sentado un la silla con su pico en la mano, sin dejar de mirarme y de pajearse.

Alex comienza a gemir fuerte y su pico se pone cada vez mas duro. Mi concha ya estaba muy mojada. Es ese momento Alex me aparta de su pico, me hace sentarme en el sillón nuevamente, me levanta las piernas, las junta, acerca su pico lentamente y lo pasa por toda mi concha una y otra vez, sin metérmelo.
- Alex métemelo ahora, por favor… - Le digo, y en ese momento siento que entra su pico en mi concha apretada hasta llegar lo más al fondo que puede, incluso llegando a dolerme un poco. Lo saca y lo mete varias veces, siento como roza mi concha por fuera y por dentro mojándose cada ve más y los dos gimiendo sin poder parar.

Luego de un rato así me da vuelta y me pone el cuatro, me agarra el culo a dos manos y lo abre fuertemente para meter su lengua, una y otra vez. Yo ya sentía que me venía pero el parecía que no me iba a dejar porque saca su lengua, se para detrás de mi y me pone la punta del pico en el culo
- Si, ahí porfavor, rómpemelo – Le digo, sin siquiera pensar en lo que estoy diciendo.

En ese momento me agarra fuerte de la cintura e intenta meter el pico en mi culo, lo que cuesta un poco al comienzo porque está muy estrecho. Ahogo un grito de dolor, pero él sigue adelante y logra penetrarme completamente el culo, para luego sacarlo y volver a arremeterme con fuerza, yo sintiendo como se me abre cada vez mas el culo. Sigue sacándolo y metiéndolo, sacándolo y metiéndolo, hasta que ya no puedo más y comienzo a apretar mi concha, sintiendo como cae jugo por mis muslos. Pero eso no lo detiene porque sigue penetrándome con fuerza y gimiendo hasta que siento como comienza a bombear y a llenarme el culo de leche.

Saca su pico, me deja en el sillón y veo como va a hablar con Roberto, algo que no logro entender bien. Esa noche me quedé dormida ahí mismo en el sillón. A la mañana siguiente, despierto en una cama, sola. Al parecer Roberto me había llevado a su pieza de invitados. Me visto rápidamente para salir de ahí y al salir y dirigirme a la puerta veo que están los dos tomando desayuno. Los saludo rápidamente y me dirijo hacía la entrada. Cuando estoy abriendo la puerta para irme escucho a Roberto:
- Ah y no te preocupes por la nota, estas eximida. – Me dice con una voz de complicidad.

Yo no le digo nada y solo atino a cerrar la puerta.