La Vecina (Parte III - Final)

Tema en 'Relatos Eróticos' iniciado por elmono05, 31 Ago 2022.

  1. elmono05

    elmono05 Usuario Nuevo nvl. 1
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    Al día siguiente de mi tarde con Silvia, lo primero que hice fue escribirle para cerciorarme que todo estuviese bien y además, saber si su pololo se había dado cuenta de lo que pasó entre nosotros. Para mi tranquilidad, Silvia me contó que todo estaba bien y que no me preocupara porque el único comentario que su pololo había hecho, fue en relación a porqué me había ido tan temprano.

    Yo tenía la sensación de que con Silvia podíamos llegar aún más lejos de lo que habíamos llegado esa tarde en su casa. Así que no me extraño que con el pasar de los días nuestros mensajes fueran subiendo de tono. Mientras yo le hacía saber que la deseaba, ella me daba a entender que, si quería ir más allá, sólo debía proponerlo. Por lo tanto, para no dilatar más la cosa, le propuse vernos la semana siguiente y sin ningún reparo, acepto.

    Como si todo en la oficina estuviera conspirando para que no fuera al departamento de Silvia, la semana siguiente tuve tanto trabajo que sólo pude tomarme la mañana del jueves libre. Así que contra viento y marea, ese día a las 9:30 am toqué el timbre de Silvia. Como siempre, abrió la puerta y con su hermosa sonrisa me invitó a pasar. Se veía preciosa, se notaba que había salido recién de la ducha porque su pelo estaba mojado y su perfume era intenso. Sin duda, no había dejado ningún detalle al azar. Todo en su departamento parecía estar en perfecta armonía para lo que estaba por venir. Apenas cerró la puerta, la abracé por la cintura y pegando mi cuerpo al de ella la besé. Sus pechos presionaban el mío y sus pezones punzaban mi piel. La tomé por el su culo y con firmeza, la apreté aún más contra mí para que sintiera mi pene en su vientre. Sus manos se perdieron en mi nuca y en una pausa, con una mirada llena de lujuria, me tomó de la mano y sin decir ni una sola palabra me llevó a su dormitorio.

    Acostados en su cama, Silvia se acomodó sobre mí y me beso apasionadamente. De mi boca pasó a mi mejilla y de mi mejilla a mi oído, luego bajó a mi cuello y continuó por mi pecho hasta llegar a mi abdomen. Ahí se detuvo, abrió la hebilla de mi cinturón, desabrochó el botón de mi pantalón, bajó el cierre y con su mano derecha se aferró a mi verga. Mi glande toco sus labios y su lengua saboreó todas las gotas mi líquido preseminal, mientras su mano movía mi prepucio de arriba abajo. Posteriormente, sus labios se cerraron alrededor de mi pene y con su lengua apretó mi glande contra su paladar para comenzar a moverse de arriba abajo hasta que un potente chorro de mi esperma llenó su boca.

    Luego de permanecer un instante en silencio, tomé la mano de Silvia y la tiré hacia mí para abrazarla. Mientras ella se acurrucaba de espaldas a mí, yo pasé mi brazo izquierdo por debajo de su cuello hasta cubrir su seno con mi mano y con la otra busqué su entrepierna y con mis dedos separé sus labios y acaricié el interior de su sexo. Al mismo tiempo, comencé a estrechar y restregar mi pene en su culo hasta que éste despertó de su letargo post felación. Entonces, Silvia bajo su tanga y levantando una pierna me dijo “mételo dentro de mí”. Sin hacerla esperar, acomodé mi pene entre sus glúteos y deslizándome por la hendidura de su vagina, con un pequeño empujón invadí por completo su vagina.

    Agarrándome firmemente de sus pechos, comencé a follar a Silvia con delicadeza y decisión. Entonces, le pregunté si le gustaba como la estaba penetrando y con voz entre cortada y jadeante me dijo: ¡Sí! me encanta. Siempre quise que me culearas. ¡Culeame! ¡Culeame fuerte y no pares!

    Mientras todo esto sucedía, pensaba que penetrar el cálido y estrecho sexo de Silvia era por lejos, el mejor premio de la vida. No importaba que tuviera pololo o que meses antes, ese mismo lugar lo hubiese ocupado con éxito su hermana. En ese minuto, nada podía compararse al estar con ella.

    Nuestros cuerpos eran uno y esta vez, no había nada que pudiese impedir la consumación del acto sexual. Nos movíamos en sintonía y después de una decena de minutos, sin cambiar de posición, Silvia alzo su mano para acariciar mi nuca y girando su cabeza, su boca encontró la mía. De esta manera, nos fundimos en un beso caliente, con harta lengua, el cual fue sólo interrumpido por nuestros jadeos y la necesidad genuina de Silvia por cabalgarme. Así, sin la más mínima oposición de mi parte, luego de colocarme el condón, ella tomó el control de la situación y comenzó a mecerse sobre mí.

    Aún recuerdo su cara cuando con los ojos cerrados se mordía sus labios y dejaba escapar pequeños gemidos. A ratos apoyaba sus manos en mi pecho y movía sus caderas hacia adelante y atrás para luego erguirse, masajear sus tetas y apretando sutilmente sus pezones, realizar movimientos circulares que precipitaban mi orgasmo y el de ella. De esta manera, los gemidos de Silvia comenzaron a intensificarse y su vagina a contraerse fuertemente. Repentinamente, Silvia arqueo su cuerpo y junto a una fuerte contracción de su sexo, en un acto reflejo, levanté mi pelvis y sujetandome de sus caderas me corrí.

    Nuestro orgasmo estuvo acompañado de un corto silencio, el cual interrumpí al intentar separarme de Silvia pero ella me detuvo colocando su mano en mi pecho y acercando su boca a mi oído me susurró “no te alejes”. Entonces, la abracé y permanecí en esa posición mientras se adormecía con mi verga aún en su interior.

    Cuando naturalmente nuestros sexos se separaron, Silvia me invitó a tomar una ducha juntos. No obstante, había olvidado por completo que debía ir a la oficina, así que no tuvimos mucho tiempo para un segundo round bajo el agua. Fue un baño muy íntimo, de alguna manera sentí que esa ducha era un agradecimiento mutuo por lo bien que la habíamos pasado en la cama. Al mirar su rostro, no vi ningún signo de remordimiento. Al contrario, sólo observé gestos y demostraciones genuinas de cariño que daban a entender un sentimiento recíproco.

    Antes de salir de su casa, nos abrazamos y luego de un cálido beso, acordamos repetirlo, pero para mi sorpresa nunca más volví a verla ni a saber de Silvia. Al día siguiente, tanto ella como su pololo y Marcela me bloquearon de sus redes sociales. Confundido, sin entender nada, intenté saber qué había pasado enviándole un par de mensajes, pero jamás respondió. También, la llamé un par de veces, pero tampoco contesto. Así que con el pasar del tiempo dejé de insistir.

    Meses después, me encontré con otra vecina del piso que me contó que Silvia ya no vivía en el edificio. Aun cuando siempre tendré la duda de qué habrá pasado, también, siempre tendré ese lindo recuerdo de lo bien que la pasé con el par de hermanas.
     
    #1 elmono05, 31 Ago 2022
    Última edición: 31 Ago 2022
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  2. jotaeme

    jotaeme Usuario Casual nvl. 2
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    Caliente relato pero quedamos Plop....que habrá sucedido......
     
  3. Conwok

    Conwok Usuario Casual nvl. 2
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    bueeeena historia.....
    quizas que le paso a la mina, buena despedida se pegaron.
     
  4. RonalRTP

    RonalRTP Usuario Casual nvl. 2
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    Siempre quedara ese lindo recuerdo y estos buenos relatos para recordar.
    Grande compa.
    Un saludo!
     
  5. casadobi

    casadobi Usuario Nuevo nvl. 1
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    A recordar linda experiencia...saludos