Nuevo en el barrio

Mis padres compraron un terreno, para construir la anhelada casa propia
Con mucha suerte pudieron arrendar una casita pequeña, en la misma cuadra.
Nos instalamos ahí. Era una casita muy pequeña, el arriendo era económico, y así podían ahorrar para la construcción, yo no alcance un dormitorio, sino que pusieron mi cama en un cuarto diminuto, una especie de pequeña bodega, que curiosamente tenía una puerta independiente hacia el exterior.
Yo estaba en el liceo, yo era grande para mi edad.
Las obras de construcción avanzaban lentamente, llegó el día que ya habían paredes exteriores y techo, y el maestro sugirió que alguien de la familia durmiera en la casa en construcción. Mis hermanos mayores no quisieron, y por alguna razón que ya no recuerdo, yo me ofrecí.
Unas semanas antes, alguien golpeó la puerta de mi dormitorio, de noche, yo abrí, y era una joven unos 5 años mayor que mi. Y me dijo que vivía en la casa grande de la esquina, que me había visto pasar y que quería conocerme, me pareció bastante extraño, yo no era "atractivo", no estaba acostumbrado que alguien me " buscará", pero igual conversamos un buen rato.
Luego aproveche mi "entrada independiente" y salía a juntarme tarde con ella, ella era bajita. Notoriamente tetona. Con un culo grande, redondo, y fuera de lo que yo estaba acostumbrado en niñas de mi edad, además era un poco hippie, usaba ropa muy ancha, y suelta.
Ella era muy segura, muy dominante, varias veces, mientras yo hablaba. Se acercaba y me daba unos besos violentos, con mordida de labios, y después me rechazaba.
Además era demasiado buena para el carrete,
En fin, yo me fui a dormir solo a la nueva casa, ella muchas veces me decía que en la noche nos juntamos, pero no llegaba, yo ya no quería verla.
La cuestión es que una noche me desperté con ella encima de mi cama, la seguridad de la casa en construcción era bastante precaria, y además eran las 3 de la madrugada.
Yo traté de hacerme el enojado, de rechazarla, pero fue inútil, ella estaba sobre mi cama, sonriendo, mientras se sacaba una por una su ropa, la ventana sin cortina, dejaba entrar la luz de la luna, su cuerpo brillaba plateado, sus enormes tetas, su cintura pequeña, sus caderas pronunciadas, su culo redondo, todo era un espectáculo alucinante para alguien de mi edad, y quizás para la mayoría.
Venía claramente de algún carrete, con olor a cerveza y mariguana, era preciosa, exuberante, intensa, frotaba sus tetas contra mi pecho, yo sentía que no tenía ningún tipo de control, ni noción, ni conocimiento que fuese útil para estar con alguien como ella.
Cuando se sentó sobre mi, acabé con tres meneadas, a ella le pareció divertido, me hizo voltearme, quedé boca abajo, ella se acostó en mi espalda, un par de minutos, luego parecía que flotaba sobre mi, empezó a rozar suavemente sus pezones por mi espalda, bajaba hasta mis piernas. Se detenía, se separaba por segundos, yo sentía algo como que daba la corriente.
Yo trataba de darme vuelta, ella no me dejaba, luego puso su mano con fuerza en mi nuca, y me hundía contra la cama, después cambio de posición, se detenía a cada rato, me hacía esperar, o desesperar. El roce cambio, era húmedo, era su vagina que subía y bajaba por mi espalda. Era una maestra.
Se hizo de día culiando, y solo porque ella tenía el control.
Desperté con la alarma para ir a clases. Ella no estaba, había manchas de sangre y un dolor punzante en el pico, casi motivo de orgullo.
Lo que quedaba de frenillo, había desaparecido.