Mis Relatos 10: Mi Perdida de la inocencia (parte 2 c/n fotos)

Hola nuevamente a todos. ¿Como han estado? Espero que todos muy bien y expectantes y muy excitados. Aun recibí innumerables mensajes acerca de mis historias, y gracias a todos por sus fantásticas palabras. Para que no me conocen, ya les conté que tengo 47 años y estoy separada desde los 35, no duro mucho, pero por muchas razones, el sexo fue una de esas. Como les prometí, acá esta la segunda parte de mi iniciación con el Sr. de 40 años que conocí cuando yo era joven.

Mi primer encuentro con el fue super, rico y delicioso, inimaginable para lo que yo esperaba y muy ansiosa me fui de su casa después que el me lamio enterita, me chupo mis tetitas casi inexistentes, me acaricio mi trasero, hizo con su lengua un festín de mi culo y mi conchita vírgenes ambos. Me dio de probar de su verga que, tratando de recordar ahora, era de unos 18 cm. pero morena, recta y de glande brillante y muy marcado. Saboreé por primera vez el semen y lo toque, olí, acaricie sobre mi cara y cuerpo y de vuelta a saborearlo. Me penetro suavemente la boca, hasta que yo solita me entusiasmé y comencé a metérmelo todito dentro de mi boca, a apretarlo con mis labios, a jugar con mi lengua mientras su glande estaba dentro y después de saborearme su semen, su jugo maravilloso, su lechecita viscosa y con un sabor fuera de este mundo. Nos duchamos, me seco muy bien y me fui. Fueron casi 3 horas conociendo este mundo nuevo de sensaciones y sabores y olores. Solo quise regresar lo antes posible, y cuando el me pidió volver yo le grite excitada que si y lo bese y me fui. ¿Que si volví? Claro que, si y acá viene la otra parte, la tercera visita, ya que en la segunda visita hicimos casi lo mismo, creo que para reforzar todo lo aprendido, según me dijo el.

A la tercera semana, como las otras, el jueves camine (creo que corrí) hacia la casa de él, solo quería repetir lo rico que fueron las dos veces anteriores. Lo habíamos conversado y me amaba, yo también lo amaba. me puse ahora una blusa abotonada adelante, unos shorts muy cortitos (yo me veía de menos edad, así que pasaba por una peque) y mis zapatillas de gimnasia con calcetines cortitos.

Apenas llegue, como a las 15:30 mas o menos, me recibió con un beso gigante y me tire a sus brazos muy caliente, como esperando algo nuevo, algo desconocido. No era tan tontita a esa edad, así que me imaginaba que algo más cercano podría ocurrir en cualquier momento. Como siempre, me tomo en sus brazos, me llevo al sillón (su lugar favorito) y entre miles de besos, de lamidas por mi cara de el hacia mi y viceversa, mi conchita se mojo y mis pezones enanitos se endurecieron. Creo que mis tetitas crecieron en 3 semanas mas que en 2 años. La blusa fue lo primero que voló, creo que yo me la quite entre tanta pasión. Después le siguió su camisa y se quito toda la ropa, el desnudo y yo solo en shorts. Me delite como siempre con su pecho algo peludo, sus tetillas hinchadas, me bajé a su panza y me fui a mi tesoro, al juguetito descubierto en las semanas anteriores.

Su pene, su miembro, estaba a mil, duro, hinchado y sus venas se notaban no solo a la vista sino cuando le pasaba la lengua y lo besaba, lo metía en mi boca y sentía sus venas casi explotar, me encantaba esa sensación de sentir su textura. Su tronco venoso y duro como mármol, su glande brillante y suave, con el sabor de las primeras gotitas y mi saliva. El siempre me dejo entretenerme en las cosas que me gustaban, nunca me presiono en nada, así que me quedé lamiéndolo y chupándolo por largos 30 minutos, claro que a veces me apartaba para no acabar (después entendí eso). Me paseaba desde su glande, su tronco, sus huevos hasta meter mi carita tierna entre sus nalgas y chupar y meter la lengüita en su culo. Cada minuto el gemía y a veces gritaba y me decía cositas: Mi Solcita caliente, mi pequeñita ardiente, mi muñequita degenerada, sigue chupándome, sigue comiéndome. Y yo siempre obediente, le hacía caso en todo.

Por supuesto, el nunca dejo de tocarme la cara, el pelo, las tetitas y cuando podía sus manos se iban a mi culo y a mi conchita, llenos de saliva y mis jugos. Comencé a sentir sus dedos ir mas profundo y lo primero fue su dedo medio jugar con mi entrada vaginal. Sentía su dedo explorar mis labios, mi clítoris y presionar de a poquito un poco mas adentro, cada vez. Ya no era un dedito, sino dos, pero nunca adentro, sino como jugando para que yo me acostumbrara, yo me movía a su ritmo y me acomode en el sofá para que mientras me comía su pene, él tenía el campo libre de mi conchita.

Sus dedos se sentían cada vez más calientes, mi vagina se mojaba y un líquido espeso comenzó a salir, espeso y de un color casi transparente, líquido que él se chupaba cada vez que podía. Yo sentía esos dedos jugar con mi entrada, no sabía si parar y dejarlo hacer o seguir con su pene en mi boca, cualquier opción era igual de rica, pero opte por mamarlo más profundo y dejar que el jugara y jugara con mi conchita, la cual se encendía y mojaba cada vez más, lo sentía. Sentía sus dedos abrir mis labios, sentía sus dedos llegar a mi clítoris y meterse de a poco en mi vagina. Ya saben que a veces pierdo la noción del tiempo, pero creo que habrán pasado casi 45 min desde que me desnudo completo (¡oh! Se me olvido de que mi short se fue rapidísimo, perdón por no decirlo). En eso estábamos y ninguno aun acababa, yo quería hacerlo, pero mi amor me decía: no Solcita, aun hay mas cositas antes de que goces; si amor, si papito haga lo que usted quiera. Yo nunca lo trate de “tu”, siempre de usted, pro si acaso se los aclaro, el me lo pidió para que yo no me confundiera tuteándolo delante de otros. ¿Ya se habrán dado cuenta que siempre soy muy obediente en el sexo, no?

Me levanto entonces y me puso de espalda en su cama, sentí sus besos más calientes en mi boca, tetitas y se fue a comerme mi conchita y culo, sentía su lengua y saliva en mi piel, mis labios, mi culo y cada vez su lengua se metía más y más adentro de mi conchita. Mi vagina estaba palpitando, mi culo ansioso como siempre y desde la primera vez, sentía su saliva correr por mis partes, su respiración llenarme de aire caliente por cada pliegue, por mis nalgas, mi culito, mis labios, mi clítoris, mi vagina. Sentía todo mi sexo mojado y ardiendo.

Una vez hubo calentado todo mi cuerpo, yo como siempre me retorcida ante cada caricia y cada beso con lengua en mi cuerpo que el me daba. Me miro y me dijo: ¿Solcita linda, quieres probar algo rico solo para ti? Es algo que nunca vas a dejar de gustar, solo para ti. Lo recordaras toda tu vida – cuánta razón tenía. Yo le miré a los ojos, cerré un poco los míos ojos – como siempre hago para asentir y aprobar las sugerencias – y le dije: Si amor, si, lo que usted quiera.

Me beso con largo beso y mucha lengua, se acomodo un poco y puso un cojín en mis caderas, me acariciaba tiernamente, a veces un poco mas agresivo pero rico. Acomodo su glande en la entrada de mi conchita, yo mas que nerviosa, esta ansiosa, con muchas ganas de sentirlo entrando y penetrándome. Con su mano movía su glande durísimo, caliente y ya mojado con si saliva, yo sentía mis labios arder, sentía que mi vagina estaba a punto de explotar, juro que no sabia como reaccionar salvo que quería seguir. El movía su glande por mi vagina apretadita, por la entrada, me abrió las piernas y con una mano abrió mis labios y mi cosita rosadita se mostró húmeda y palpitando, solo esperando su ataque. Su glande seguía rozándome, seguía acariciándome y yo casi le gritaba que ya, era hora, pero él siempre me dijo que todo era con calma, más si era la primera vez.

Entonces, comencé a sentir como el presionaba su glande, acomodaba mis labios y me acariciaba por todas partes. Me decía cositas ricas como: Mi Solcita hermosa y caliente, serás mía, te haré sentir como nunca nadie lo hará en la vida, te va a doler un poquito, pero me lo agradecerás. Su glande ya estaba dentro de mi vagina, su cabecita me presionaba, sentía su calor, su dureza y con cada movimiento, mis labios lo apretaban y soltaba, mis manos se comían su pecho, su lengua me lamia la cara y mis pezones insípidos pero erectos en su pequeñez, yo movía las caderas empujando hacia su pene, hacia su glande.

El calor me invadía, y mi ansiedad no tenía límites. De a poco mi amor comenzó a presionar más y más, yo sentía como entraba su glande y, lo más rico de todo, es que él me decía: mira Solcita, que linda eres, como te comes mi pene, los estas devorando de a poco. Yo sonreía y lo besaba. Sentía ese calor de lo extraño entrando, ese roe en mis paredes exteriores, miraba algo encorvada como su glande, su cabeza ya estaba casi toda adentro, moviéndose lentamente, acomodándome para el embate y empujón final.

Este juego se acomodarse, entrar y salir y acomodarse, duro sus buenos minutos, mi conchita ya estaba empapada por mis jugos y su saliva. Yo lo miraba suplicándole que entrara todo y así paso, en unos minutos comencé a sentir el dolor mas placentero de mi vida, de toda mi vida nunca senti un dolor tan delicioso, profundamente delicioso y doloroso a la vez. Yo movía mis piernas, mi cadera empujaba solita hacia él, él se balanceaba acomodándose cada vez más apretado. Mis piernas estaban levantadas, mi conchita toda expuesta y apresada por su pene. Me quería morir ahí, sintiendo todo.

Su pene entonces se acomodó más, como si tuviera vida propia, empezó en entrar. Sentí un dolor desgarrador en mi interior, un dolor fuerte como cuando te raspan la piel con un cuchillo, pero superficialmente, como cuando te cortas la piel con una hoja de papel. Al dolor, le siguió un grito que mi Sr. acalló con su boca y su lengua, besándome y abrazándome mas fuerte. Sentía tanta presión en mi boca con su lengua, como la que sentía en mi vagina con su pene entrando, del dolor que nunca se fue, pasé a los gritos enmudecida por sus besos, pero de ahí, sentí la curiosidad de mirar. El entonces se separó de mi boca y me ayudo a arquearme más para mira. Lo que vi, y sentía también, fue su hermoso pene estar dentro de mi hasta la mitad, yo lo veía a centímetros, como su hermoso miembro que había saboreado con mi boca y acariciado con mis manos, ahora me penetraba y estaba ahí duro y caliente a mitad de camino en mi conchita. No me quise mover por un momento, mi amor me tomo las manos para que tocara, sentí su cuerpo duro dentro de mí, mis labios, mi vagina totalmente moda, y calientísima. Solo miraba hacia abajo como su miembro me tenía ya ensartada.

El dolor fue pasando lentamente, nunca desapareció, pero se cubrió con el calor de su pene adentro y de mi vagina ansiosa y mojada, entonces vino el empujón final, me afirmo de las caderas y me beso y sentir ese empujón que destrozó toda vida casi inocente hasta ese momento, pero que hizo nacer la mujer que soy ahora. Sentí que me destrozaba, que me moriría, pero también sentía su piel dentro, tocando cada milímetro de mi vagina interior. Cuando hubo entrado en su totalidad, yo vi que no había espacio entre nosotros, estábamos como pegados y yo maravillada porque ya el dolor iba en retirada, solo sentía calor, pasión, amor y ganas de no parar nunca.

Cuando su pene entró, el nerviosismo, la ansiedad, el dolor de sentirme cortada, el placer inundado cuando ya tenía todo su pene dentro de mí, se mezcló todo con mi amor. Nos quedamos varios minutos así, él me decía que era para que yo me acostumbrara a sentirlo dentro, me dijo: Solcito, mi amor, me nenita, ¿lo sientes dentro? ¿Te gusta sentirlo? ¿Te aprieta? ¿Te duele? ¿Te da calorcito?; a todo le dije que sí, porque era una combinación de todas las sensaciones. Todo, era rico. Nada era oscuro, solo era un placer. Y si, era lo que esperaba desde la primera vez que me comió con su boca y me lleno de semen todo mi cuerpo. Si, este era el momento.

Ya acostumbrada a sentirlo dentro, me pidió que apretara y soltara, eso hice obedientemente y sentí más fuerza, más calor haciéndolo. Comenzó entonces a moverse lentamente, un poco hacia afuera, otro para adentro, yo solita comencé a moverme a su ritmo, y en cada embestida sentía su pene presionando por penetrarme más y más. La velocidad fue lenta, constante y me volvía loca sentir el roce de su glande, de su piel con mi vagina, sentía el ruido de la humedad y hasta percibía el calor en mi cara. Yo lo amaba, lo abrazaba, puse mis piernas – en realidad el me las puso – rodeando su cadera, ahí estaba yo chiquita y flaquita como siempre, midiendo apenas 1,45 o algo así (crecí muy poco después), planita, sin pelitos y sintiendo este hombre que me tomaba, me penetraba y me hacia sentir en el paraíso, me convertía en su propiedad, en su nenita y en su fuente de placer. Sus movimientos, ayudados por los míos, se acrecentaron en velocidad, la fricción dio paso a una entrada y salida continua, que me volvía loca, nunca lo saco, siempre adentro.

Mientras jugaba con mi conchita, yo ponía los ojos en otras orbitas, me mordía los labios, apretaba su espalda con mis piernas, enterraba mis unas en su pecho, pedía su lengua y su saliva en mi boca. Yo misma comencé ahora a balancearme más, a apretarlo más, quería que me hundiera toda su verga dentro, quería me abriera en dos, quería que me llenara de todos sus jugos. Yo gemía, le pedía besos, le pedía mas apretones, me llegaba a casi levantar. Mi naturaleza fue así desde chica, desde que tengo memoria quise hacer cositas así. El me miraba y besaba, apretaba mis pezones, apretaba mis nalgas, metía un dedito en mi culo, lo cual a penas me di cuenta al comienzo, para cuando supe no importaba, ya me gustaba.

Fui suya así, apretada a su espalda con mis piernas, totalmente penetrada y apretándome a su pene por mucho rato, mentiría si le dijere cuantos minutos fueron, pero no quería que terminaran. El seguía entrando y saliendo, no había dolor, solo placer, no había dolor. Solo placer y mas ganas, mas humedad, ahora solo me movía y el me ayudaba me incentivaba, levantaba mi cadera para que yo no hiciera tanto esfuerzo. Yo en el paraíso, si pensaba que chuparlo y tener su semen en mi cara era el paraíso, era porque no sabia lo que era que te metieran algo tan rico por la vagina y que además lo gozaras hasta el punto de no querer parar más. Así en ese juego, comencé a gemir más y más y sentí el primer orgasmo como cuando el me hizo el primero con su boca, yo temblé toda, me aprete más y más, y seguí y seguí por otro más, y otro y otro. Creo que fueron tres orgasmos, tres momentos en que temblé toda apretada a el y apretando mi vagina a su hermoso pene. El me mimaba, me besaba y seguía entrando y saliendo, yo mas mojada y la fricción, el roce ya no era doloroso, sino que muy placentero, extremadamente placentero.

El siguió dándome, hablándome, diciéndome cositas mientras me penetraba hasta que en un grito gigantesco me empujo y me tiro un chorro de su semen dentro, caliente, super caliente. Lo sentí, por eso se los digo. Su semen me inundo y el empujaba y sacaba con su semen dentro, yo como loca lo amaba y lo apretaba, el temblaba y en un momento casi se cayó encime mío (habría muerto por aplastamiento sexual), sentí que sus fuerzas se habían ido y su semen dentro, el calor que me invadió fue una maravilla. Rápidamente el me retiro y comenzó a chuparme mi conchita llena de su semen, ya no me daba instrucciones; solo hacia las cosas y yo hacia lo mismo. Me abrí de piernas para que se saboreara con mis jugos y su semen, sentí como succionaba y como lamia. Vi su boca llena de semen y jugos, después me puso su pene en mi boca, completamente empapado de ambos, mis jugos y su semen. Me dijo, sécalo Solcita rica, chúpalo, límpialo bien, obedecí por supuesto.

Después, se acercó y nos besamos largamente, los dos con nuestras bocas llenas de nuestra mezcla, la pasamos para allá y para acá. Yo ahí en tres semanas de no saber nada estaba jugando con este hombre de 40 años a pasarnos nuestros jugos. Mi conchita estaba roja, seguía chorreando mis jugos espesos y viscosos, su pene ya estaba agachado, no importaba, me había penetrado por mas de una hora, de a poco, mas fuerte y al final muy fuerte pero nunca salvaje. El dolor que sentí fue inmenso, pero lo rico es que apenas sangre, casi no quedaron rastros de sangre después de todo, y si la hubo se diluyo entre su semen y mis chorritos. Nos besamos mucho en ese momento saboreándonos, hasta casi nos quedamos dormidos. Al darse cuenta de la hora, me miro, se movió rápido, a la ducha de solo agüita y a secarme. Muchos besitos y una palmadita en mi culo y me dijo: ¿te gusto mi Solcita? ¿Recuerda que esto es solo nuestro? Yo a todo siempre le dije que sí. ¿Quieres venir la próxima semana? Si mi amor asentí, casi ni emití ruido, pero el entendió. Otra palmadita en mi culo y me dio un beso.

Me fui a mi casa caminando lento, no por el dolor, sino por ir recordando las sensaciones en cada paso que daba. Al legar a la casa, no hallaba la hora de irme a mi cama, cuando paso me toqué y sentí mi conchita caliente aun, palpitando, y aun algo adolorida, recuerdo que me dormí apretándomela toda la noche. Fue la noche mas hermosa, entre tantas, haber sentido a este caballero culearme y quitarme la inocencia de mi juventud. Como el dijo al comienzo, siempre he recordado cada nueva sensación con el, cada nuevo experimento y cosita en las visitas que hice por casi siete meses. Aun lo amo, aun amo como me enseno a disfrutar el sexo. Cada visita fue cada vez mas explicita, mas caliente, mas reforzadora de lo anterior.

Vere si les cuento algo más en el futuro, solo si es que hay interés. Besitos a todos.


Un pequeño incentivo.

 

Comentarios?

 

No me olvides Chris.

 

Claro que ya no tengo la edad de esa vez. Pero igual podría ser, aunque no mezclo trabajo con goce.

 

Agradezco tu atencion, quizas es un poco largo pero creo que se merecen los detalles, no?

 

que me devuelva para donde?
gracias ir el Like