Featured Cuatro casos de muertes y desapariciones que son tan llamativos como extraños

En esta ocasión, repasaremos algunas muertes y desapariciones tan llamativas como extrañas, que involucran situaciones inexplicables.

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EL FALLECIMIENTO DE EGDAR ALLAN POE: Durante más de 160 años ha sido objeto de teorías y análisis que no han concluido nada concreto. El 3 de octubre de 1849 fue encontrado agonizando en una zanja, vistiendo la ropa de otra persona. Fue hospitalizado y murió cuatro días más tarde. Al ser interrogado no entregó ninguna respuesta con claridad, y solamente se le escuchó decir el nombre “Reynolds” en más de una ocasión. Se especula con que pudo morir de alcoholismo, que fue golpeado mientras estaba en estado de ebriedad, y que fue parte de un fraude electoral, en el que las personas votaban más de una vez usando diferentes atuendos.

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EL BOMBARDEO EN WALL STREET: A la hora de almuerzo del 16 de septiembre de 1920, un sujeto que manejaba un auto explosivo atravesó entre la gente que estaba en las cercanías del edificio de J.P. Morgan. Una vez que el vehículo capotó, murieron de forma instantánea 30 de las 38 víctimas totales, y otras 300 personas terminaron heridas. Nunca se supo quién ni por qué le puso dinamita al automóvil, ni cuál fue el motivo para el atentado.

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LA DESAPARICIÓN DE LOS CUIDADORES DEL FARO DE FLANNAN ISLE: James Ducat, Thomas Marshall y William MacArthur estaban a cargo de la supervisión, cuando el 15 de diciembre de 1900 las luces se apagaron por completo, lo que fue notado por el capitán del transatlántico Archtor. Pese a que la tripulación bajó a revisar, ninguno de los hombres fue hallado. Con los años, se rumoreó con que perecieron en una tormenta, o que MacArthur asesinó a los otros dos y luego se suicido.

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LA MUERTE EN EL CUARTO 1046: El 4 de enero de 1935, un joven de 19 años, llamado Artemus Ogletree, fue encontrado sin vida en el Hotel President de Kansas City, Estados Unidos. En las horas previas, peleó con una mujer y recibió la visita de otro hombre, pues su voz se escuchó dentro de la pieza. Cuando su cuerpo fue descubierto, estaba sangrando y tenía unas amarras. Además, había sido estrangulado y apuñalado. Su última frase fue “nadie me atacó” antes de fallecer. Lo más extraño es que una mujer envió dinero y flores para que tuviera su funeral, junto a una nota que decía “te amo para siempre, Louise”. Jamás se descubrió de quién se trataba.