Cuando conocí a mi suegro (Parte1)

Esta historia comenzó cuando conocí a Elías en la universidad. Él estudiaba en otra carrera y era de esos chicos dulces, algo torpes, pero con mirada honesta. Me hacía reír bastante, escribía mensajes super cursis de repente y me pasaba a buscar después de clases. Me hacía sentir querida.

Después de tres meses saliendo, me invitó a su casa para conocer a su papis, me puse bien bonita, con un vestido negro que llegaba hasta poco más arriba de mis rodillas, me pinté los labios, un buen perfume y listo. Quería causar una buena impresión también. El punto fue que cuando llegué a casa, abrió la puerta su papá, a quien llamaremos Julián. Era un hombre alto, de unos cincuenta años y con una voz grave de esas que te quedan en el pecho resonando.

Durante la cena compartimos harto, ellos eran super amables y cariñosos conmigo, pero me llamaba la atención cuando mis ojos se cruzaban con los de Julián, porque sentía una especie de electricidad extraña. En fin, todo se volvió un poco confuso cuando los iba a visitar más seguido. A veces Elías subía al segundo piso a buscar cosas, mientras que yo me quedaba a solas con Julián en el living. Él se sentaba en un sillón individual mientras veíamos tv y aprovechaba de preguntarme cosas de mi carrera, de los estudios y todo eso. Pero de algo me estaba dando cuenta, él se ponía a mirar mi boca al hablar, e incluso mis piernas en su momento.

Pasaban los días y cuando estábamos en época de lluvias y vientos otoñales, pasé a dejarle un cuaderno a Elías, porque se le había quedado en la pieza donde me hospedaba. Julián me abrió la puerta y me comentó que Elías aun no llegaba a casa, que estaba haciendo trámites. Yo me había comunicado con él, pero al parecer aun seguía ocupado.

Julián me invitó a pasar a tomarme un té mientras esperaba, total no tenía nada más que hacer. Acepté con un poco de temor, pero finalmente entré. La lluvia golpeaba las ventanas y la casa olía tan rico, me empecé a sentir un poco más cómoda y lo acompañé a la cocina. Ahí conversamos un ratito mientras hervía el agua y en un momento nos vimos super cerca, creo que llegamos a estar a menos de un metro hasta que él simplemente dejó caer levemente su cabeza hacia mí, me miraba tan profundamente que no podía moverme. Estaba inmóvil, tensa a full y sentía una de sus manos sujetándome la cadera y otra la mejilla. Mis pensamientos volaban en ese momento, fue entonces que se acercó más hasta que sus labios rozaron con los míos. Empezamos a besarnos muy lento al principio, pero ya luego probando, explorando, vino la lengua y el jadeo, hasta que comenzó a apretarme contra él. Sentía su espalda rígida, sus manos se deslizaban por mi cuerpo hasta el trasero y mientras el agua seguía en lo suyo, me tomó en brazos y me llevó hasta el sillón del living.

Entre besos, cada vez más calientes... estaba el temor de ser descubiertos, pero no me importaba. Él me fue quitando el polerón hasta quedarme solo con el sostén, Yo intentaba recuperar el aliento mientras besaba mis pechos por encima. Fue a besarme el cuello mientras sus dedos acariciaban mis piernas, parecía saber exactamente dónde tocar, donde acariciar, donde presionar. Julián era tan firme, tan dominante. Me tomó de la cintura y me movió para dejarme en cuatro sobre el sillón. Yo seguía muy excitada, escuchando sus gemidos, las cosas que me decía hasta que sentí que metía su mano por debajo de mi pantalón. Sus dedos habían ido a jugar un ratito en mi vulva y yo no podía sentirme más extasiada. Estaba muy mojada en ese momento y solo reaccionaba a besarlo cada vez que podía girar mi cabeza.

El momento era realmente muy excitante y me encantaba cuando jugábamos con nuestras lenguas entre besos, entre toqueteos, entre caricias. Sus dedos estaban moviéndose muy rápido dentro de mí hasta que escuchamos que alguien estaba abriendo la puerta del patio. Reaccionamos casi al instante y corrí al baño para ponerme el polerón y recuperar el aliento. Julián se quedó a atender a quien venía (resultaba ser Elías), y yo simplemente esperé a que se me bajaran las revoluciones. En ese momento le entregué el cuaderno a Elías y nos fuimos a ver una peli a su pieza.

¿Será que quieres saber qué viene después?