El 20 de septiembre, O´Higgins ocupa esta villa con poco más de mil hombres y se dedica a fortificarla apresuradamente. Don Juan José Carrera con la segunda división, aproximadamente mil ochocientos hombres, acampa a distancia de cuatro kilómetros, y don Luis Carrera, con la tercera, cerca de novecientos hombres, se detiene en San Francisco de Mostazal, a dieciocho kilómetros de la ciudad. El 30 de septiembre llega a ese punto don José Miguel y tomó el mando en jefe de las divisiones, cada una de las cuales debe defender un paso del río Cachapoal. Bernardo O´Higgins Juan José Carrera Luis Carrera Don Mariano Osorio, entre tanto, al frente de cinco mil hombres, continúa avanzando sobre Rancagua. Aquella noche es de angustia para las divisiones de O´Higgins: la vanguardia de Osorio entra al río. O´Higgins, que está en su puesto custodiando un vado, envía parte a Carrera para que las demás divisiones acudan a defender los otros dos. Pero no llegan, y al amaneces del dia 1 de octubre, Osorio cruza el río por los puntos abandonados. O´Higgins vuelve entonces a la ciudad, donde encuentra a la infantería de don Juan José, que se ha refugiado en ella. Mariano Osorio Resuelto a vencer o morir, O´Higgins se encierra dentro de las trincheras que ha hecho levantar, contando en total con unos mil setescientos hombres. El mando corresponde a don Juan José como general más antiguo; pero éste lo entrega a O´Higgins. Defensa de Rancagua , 1 y 2 de octubre de 1814 La plaza de esta ciudad no tiene más que cuatro salidas que la cortan en cruz por el centro de cada una de sus cuanto cuadras, de modo que sus extremos son rincones cerrados. Las trincheras se han construido en cada bocacalle a una cuadra de distancia de la plaza. En todas las torres y trincheras flamea la bandera chilena con grandes lazos negros en señal de que sus defensores no se rendirán sino a la muerte. A las 10 de la mañana del dia 1° , la plaza es atacada a la vez por sus cuatro costados. Mas todo el empuje y disciplina de las divisiones realistas se estrellan contra el valor de los defensores. Sin cesar el combate general, dos veces más el ejército realista se va en masa sobre las trincheras, pero inútilmente. Al llegar la noche, los aguerridos Talaveras han sido rechazados tres veces. Durante la noche, dentro de Rancagua agoniza la esperanza. Los patriotas han triunfado ciertamente, sólo que su situación es desesperada pues quedan pocas municiones. Los sobrevivientes no han dormido en la noche anterior, en el día no han comido y siguen en vela tras los parapetos. Hasta el agua escasea, porque el enemigo ha desviado la acequia que surte a la población. Temiendo que Carrera haya sido dispersado por los realistas, O´Higgins, a las nueve de la noche, le ha escrito en un trozo de papel estas palabras que firma don Juan José: "Si carga esa división, todo es hecho". un soldado de dragones se ofrece para cruzar las líneas enemigas y conducir ese mensaje. Deslizándose por las acequias y saltando tapias logra llegar hasta el campamento de Carrera, que sólo está a una legua de distancia. A las dos de la mañana regresa el mensajero, con esta respuesta del general en jefe: "Al amanecer hará sacrificios esta división". Pasando al campo realista, la situación es igualmente grave. Osorio, sorprendido por la resistencia de los patriotas y agobiado por las pérdidas que ha sufrido, no ve sino su derrota, dando por hecho que Carrera lo atacaría a su vez por la espalda para sostener a O´Higgins. Prefiriendo el fracaso a sufrir un desastre completo, Osorio da a sus divisiones la orden de abandonar el sitio; pero los jefes españoles, furiosos con la derrota del día, se desentienden de lo mandado y ordenan horadar las paredes para flanquear las trincheras, pasando por el interior de las casas. Así amanece el domingo 2 de octubre de 1814. Con las primeras luces del alba, los realistas renuevan el combate. A las 10 de la mañana los patriotas han rechazado ya dos asaltos furibundos. Hasta esa hora no llega el socorro prometido y la situación es tan dramática dentro de la plaza, "que en cada trinchera los montones de cadáveres servían para guarecerse contra las balas enemigas o para tapar los trechos abiertos por el cañón". A las 11 desciende de las torres un grito: ¡Viva la patria! los centinelas anuncian que la tercera división se aproxima, al fin, después de 25 horas de lucha y de fatigas. Don Luis Carrera "llegó hasta la cañada del pueblo, rompiendo la línea enemiga". La victoria es, pues, un hecho y O´Higgins, dejando de pensar en la defensa, da sus órdenes para salir a campo raso contra Osorio. Pero a las 12 vuelven a gritar desde las torres: "¡ Ya corren!" O´Higgins sube entonces para ver con sus ojos "que la división de los dos Carrera se retira en abieta fuga por la dilatada campiña", en camino hacia Santiago. Tras un momento de profundo silencio, los sitiados rompen de nuevo el fuego. A la una, los realistas retroceden. "El cañoneo no cesa; los realistas incendian las casas vecinas a la trinchera de San Francisco y no hay agua con qué apagar la sed ni con qué refrescar las armas. Todos los labios están ennegrecidos de morder cartuchos. Los cañones están caldeados y su carga se inflama antes de allegarle la mecha". Un sol de verano y las ráfagas de humo sofocan el aire. En esos momentos de suprema angustia, una chispa volada de los edificios incendiados cae sobre una parte de las municiones amontonadas en la plaza y produce una violenta explosión. Minutos después se oye una corneta de parlamento y se divisa la bandera blanca del oficial que viene a intimar la rendición de la plaza, seguro de que los patriotas se han de acoger a ella para salvar las vidas que quedan. Una descarga y el grito de ¡Viva la patria! son la respuesta.... El abanderado don José Ignacio Ibieta, que tiene un brazo roto, levanta con el otro la bandera enlutada de Chile y cae acribillado a balazos. A las 3 de la tarde, O´Higgins, impasible, grita en medio de la plaza "¡Los dragones a caballo!" . Momentos después, O´Higgins con quinientos hombres se abre a sablazos un hueco por entre las folas realistas. Deja como cien de los suyos en este arranque de desesperación y de coraje. Los vencedores entran entonces a la ciudad. Saquean las propiedades, concluyen con los heridos y moribundos. El fuego llega al hospital y allí perecen todos los heridos que no pueden moverse, sin que nadie los socorra. Desde lejos, el general patriota mira por última vez, "hacia el sitio en que quedaban sus compañeros; pero no vio en el horizonte más que una columna de humo que se levantaba al cielo en el silencio apacible de la tarde. Aquel humo era Rancagua". O´Higgins se despide de los sobrevivientes, dándoles la orden de dispersarse para dificultar la persecución del enemigo. Fuente: Historia de Chile de Alejandro Concha Cruz y Julio Maltés Cortés
El fin del primer intento independentista. La carga de O'Higgins fue una arriesgada maniobra, pero le resulto por suerte. Se reagruparian al otro lado de la cordillera, para empezar una nueva y victoriosa campaña años mas tarde... buena info estimado, saludos.
aaaaaa...el heroico santiago bueras padre de la caballeria ..cargo a dos sables con sus jinetes para romper el cerco y valla que lo logro ..ese era el huaso bueras