(Mariano Latorre. 1886 - 1955) Lenguaje, paisaje y hombres de Chile El criollismo en Hispanoamérica, como movimiento asociado a las letras nacionales, surgió a fines del siglo XIX, en medio de un menosprecio generalizado por el mundo campesino y una tendencia a privilegiar la ciudad como centro de desarrollo de las nacientes repúblicas de la región. Sin embargo, gracias a los primeros exponentes del Naturalismo, comenzó a variar la atención de intelectuales y escritores hacia el universo rural, para retratarlo por medio de un registro objetivo y contribuir así a su conocimiento. Así, Alberto Best Gana introdujo en sus novelas una incipiente preocupación por el mundo del campesinado. A comienzos del siglo XX, el Criollismo encontró su apogeo, al incorporar en los motivos literarios la preocupación por el campesino, conocido en Chile como huaso. Entonces aparecieron los tópicos que, a partir del Criollismo, incorporaron a la narrativa chilena al fenómeno hispanoamericano del Mundonovismo. Las obras literarias adscritas al Criollismo son, en su mayoría, de carácter épico y fundacional: si estas, como afirmaba su máximo mentor, Mariano Latorre, interpretaban la lucha del hombre de la tierra, del mar y de la selva por crear civilización en territorios salvajes, lejos de las ciudades, esta lucha siempre aparecía en desventaja para el hombre frente a las fuerzas telúricas y terminaba generalmente en la derrota. Lo mismo ocurre cuando los personajes se enfrentan a un estado social jerárquico o a las fuerzas de la elite dominante. La concepción de la novela criollista es ciertamente épica, pero lo que más caracteriza a los cultivadores del criollismo es su anhelo de convertir la chilenidad, en su múltiple y variada fisonomía, en entidades estéticas de valor universal, planteados en un lenguaje propio de los grupos sociales que pretenden mostrar. El escritor que más contribuyó para el desarrollo de una poética criollista y que además la puso en práctica, fue, sin duda, Mariano Latorre; para Latorre la estética criollista es fundamentalmente cognitiva y didáctica, como señala Dieter Oelker en el Diccionario de Movimientos y grupos literarios en Chile. Efectivamente, Latorre, además de poner en duda la razón primera del término criollista, que es reductivista y peyorativa en las acepciones que le dieron Augusto DHalmar en su crítica a Sub-Terra de Baldomero Lillo, en 1904, tratándolo de zolaina y descriptiva hasta decir basta; y, posteriormente, tanto Hernán Díaz Arrieta, que lo considera como un reflujo del naturalismo francés, en La Nación del 20 de diciembre de 1925; Raúl Silva Castro, que lo tilda de incapaz de animar a los personajes que resultan ahogados por el ambiente; y la crítica de los imaginistas, como Salvador Reyes y Luis Enrique Délano -quién posteriormente abandonó esta estética, sumándose a una concepción de la literatura socialmente comprometida-, que lo cuestionaba por su carácter extremadamente mimético y su falta de imaginación para construir mundos propios. Latorre emprende su defensa desde una perspectiva identitaria de la chilenidad, y, por extensión, podríamos decir de lo latinoamericano. Así, para Latorre, ahondar en el rincón es la única manera de ser entendido en el mundo Lo cierto es que si bien el problema del criollismo es complejo, tanto por la variedad de autores, época y enfoques, concretamente es una tendencia que se identifica con su contexto espacial ya sea rural, urbano o marítimo- y tiende tanto hacia el registro de la realidad como al establecimiento de ciertas tesis que varían según los contextos espaciales y epocales, sobre la compleja sociedad chilena.
entre en la literatura gracias al criollismo, fue mi enganche. De no haberlo leído no estaría en esto quizás. El maestrísimo: Oscar Castro. sin duda el mejor criollismo que he leído es el de cuyos autores, además de cuentistas, practicaban la poética. Genios. La capacidad para expresar y describir cosas es de lo más importante en este movimiento; saber hacerlo. No basta con poner unas groserías y diálogos ahuasados, mientras no se tenga la cepa perfecta para escribirlos y situarlos en un contexto determinado y bien descrito. Sin duda si este movimiento no hubiese surgido (cosa que fue casi espontánea por lo que tengo entendido; solo se creo el nombre y los autores ya existían) la gran cantidad de autores como ahora, que tienen el germen de su escritura en este subgénero narrativo. Hablo de escritores como Rivera Letelier, que siv bien pueden decir que no les gusta, no habrían llegado a estas cosas, o de otros extranjeros, como a Rulfo, que mandó por así decirlo, la evolución a este movimiento, eliminando ciertos rasgos que limpiaron un poco la forma de escribir. En pocas palabras, uno de los movimientos más importantes en Chile y el mundo.
leí sub-terra hace mucho tiempo, y si al menos yo considero que forma parte indiscutible de esta corriente que ciertamente es bien chilena, muestra las cosas como son, el Chile rural de la época así era Chile así era la literatura y bueno es un gran libro. graciias por el tema satín ^^
No sé si pertenezca a éste movimiento, pero leí Lautaro, joven libertador de Arauco, muy pegado a la historia de Chile... No fue una mala lectura, pero me pareció tan rígida. Descubrí que no era mi estilo.
Ah! El criollismo, que hueá más buena. Sobre todo para mí que estoy bastante relacionado con la vida rural. Por lo pronto, no he leído a LaTorre, tampoco a Oscar Castro (sólo algunos de sus poemas), pero lo tengo pendiente. La verdad es que he leído más criollismo venezolano, con Doña Bárbara de Rómulo Gallegos (en novela) y varios cuentos de una antología de cuentos hispanoamericanos que una vez leí para el colegio. En cuanto a realismo chileno de aquella época, he leído más el de índole urbano, como Jenaro Prieto (El Socio, que libro más excelente, me lo terminé hoy día, y le hace algunos guiños al criollismo propiamente tal) y El Roto de Joaquín Edwards Bello. Saludos.