Tweet [HR][/HR]Este aventurero francés estableció una relación de amistad con los estudiantes de Medicina de la U. de Chile en los años 20. Cuando falleció, los jóvenes de la época decidieron embalsamarlo. Después de varias décadas sus restos han vuelto a la Casa de Bello, donde serán expuestos en el Museo de Anatomía. Para celebrar el acontecimiento, los académicos harán una ceremonia en su honor que se celebrará el viernes 14 en la Casa Central de la corporación. Una vez finalizada la Primera Guerra Mundial, el aventurero francés Carlos Martel llega a Chile, integrándose con bastante prontitud a las actividades extraprogramáticas de los estudiantes de Medicina de la Universidad de Chile, en la década de los años 20. En el barrio Independencia encontró refugio y amigos, consolidándose como el organizador oficial de las "parrandas" universitarias. Sin embargo, y tal como lo relata el doctor Raúl Etcheverry en el libro Huella y Presencia, con el paso del tiempo los alumnos le perdieron el rastro hasta que un día lo encontraron descansando para siempre en una mesa del pabellón de Anatomía. Como no tenía familiares y su destino final sería la fosa común, los médicos decidieron embalsamar el cadáver colocándole una copa en la mano. Con una roldana que accionaba su brazo, los amigos de Martel siguieron integrándolo a sus eventos sociales, haciendo que brindara junto con ellos. Sin embargo, la cofradía fue desapareciendo y cuando el último de sus miembros falleció, su viuda decidió deshacerse de Martel, quien estaba alojado en una bodega de su fundo. La mujer llamó entonces al Museo de Historia Natural y ofreció la momia a su director, Humberto Fuenzalida, quien aceptó gustoso el regalo creyendo que se trataba de una pieza preincaica. Cuando observó que, más bien, era un cadáver embalsamado insepulto y sin certificado de defunción, decidió dejarlo -mientras tanto- en el museo, a un costado de la momia del Cerro El Plomo. Años más tarde lo trasladaron a la sección de zoología, justo al lado de unas tortugas de las Islas Galápagos, bajo el rótulo de Homo-sapiens. Ahí lo hallaron los académicos del Programa de Anatomía y Biología del Desarrollo de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, Miguel Soto y Julio Cárdenas, quienes entusiasmados por el relato del doctor Etcheverry se entrevistaron con varias personas hasta que dieron con Martel