Listo ya se ven las fotos ya lo comode, disculpen las molestias templo de Afrodita. [TABLE="class: ncode_imageresizer_warning, width: 640"] [TR] [TD="class: td2"][/TD] [/TR] [/TABLE] En Japón, la contemplación nocturna de los cerezos en flor en primavera, como estos del santuario Hirano de Kyoto, es todo un acontecimiento. «Solo una tacha tienen los cerezos: el gentío que se agolpa cuando florecen», escribió el poeta Saigyo en el siglo XII. [TABLE="class: ncode_imageresizer_warning, width: 640"] [TR] [TD="class: td2"][/TD] [/TR] [/TABLE] Cuando una helada inusitada acabó con la colección de orquídeas de esta finca mexicana, el excéntrico inglés Edward James creó Las Pozas: un jardín lleno de caprichos surrealistas, como el Palacio de Bambú, una estructura de cemento inmune a las inclemencias del tiempo. Los esbeltos tallos de bambú flanquean de jade un sendero curvo del templo Kodai-ji, en Kyoto. El murmullo del viento cuando atraviesa un bosque de bambú es uno de los cien sonidos que los japoneses aprecian y desean preservar. Se dice que un jardín musulmán es un palacio sin techo. Hechizada por el arte islámico, la multimillonaria Doris Duke se construyó en Honolulu su mansión, a la que llamó Shangri-La. El patio central, con azulejos persas antiguos, separa los espacios público y privado. Con autorización de la Fundación Doris Duke para el Arte Islámico. Como el sueño de una noche de verano, un cacto abre sus flores en plena noche. Luminosas, fragantes, efímeras, las flores adornan el seto de 800 metros de la escuela Punahou, en Honolulu, plantado en 1836 por Sybil Bingham, la mujer de un misionero. Una puerta circular da acceso al Patio del Erudito en el Jardín Chino Lan Su de Portland, Oregón. Según la tradición china un jardín es la reproducción de un paisaje ideal en miniatura. «En medio de una ciudad puede haber montañas y bosques», dijo el pensador y artista de la dinastía Ming Wen Zhengming. «Si soy pintor, quizá se deba a las flores», dijo el impresionista francés Claude Monet. Cuatro años esperó hasta que floreció su jardín acuático de Giverny, en la Alta Normandía, para poder inmortalizarlo en sus famosos óleos como Nenúfares al atardecer. Una fiesta como esta, en los suntuosos jardines del palacio de Vaux-le-Vicomte, cerca de París, marcó el principio del fin para su propietario, Nicolas Fouquet, en 1661. El rey Luis XIV asistió al festejo y, muerto de envidia, ordenó confiscar la propiedad y encarcelar a Fouquet. [TABLE="class: ncode_imageresizer_warning, width: 640"] [TR] [TD="class: td2"][/TD] [/TR] [/TABLE] Los jardines de Kykuit, en la finca de Rockefeller en Sleepy Hollow, Nueva York, se diseñaron para ser contemplados de día y de noche. Una hilera de tilos conduce al templo de Afrodita.