Fue a finales de 1946, no recuerdo el mes exacto, en la capital de Alemania. En mi calidad de oficial mayor, y comandante de dos brigadas Spetsnaz, debía encargarme, con el costo de mi vida si era necesario, del resguardo del edificio Roten Rathaus. Allí funcionaba la municipalidad de Berlín. Tal como fue en la posterior RDA -1949- de los camaradas alemanes democráticos. Las órdenes del camarada Stalin eran perentorias para todos los que teníamos comando del GRU-Glarnoe Razvedyvatelnoe Upravlenie-: defender el Ayuntamiento Rojo a cualquier costo; y debilitar el potencial económico, moral y militar de nuestros enemigos del oeste. La frontera oeste de la capital del territorio conquistado a los alemanes, en la Gran Guerra Patriótica, debía ser vigilada y protegida de la influencia y de los actos de sabotaje contrarrevolucionarios de los mercenarios de las potencias capitalistas de occidente. Mi prestigio como héroe de guerra me permitió tener innumerables aventuras sexuales con ciudadanas Berlinesas, orientales y occidentales. Muy ricas las Ossis y las Wessis. Son grandes recuerdos de mi juventud, a la sazón tenía 25 años.-