Escribir una obra maestra de la poesía, robar un cadáver... Estas son algunas hazañas fruto de la pasión arrebatadora, que algunos hombres de la historia han sabido llevar adelante. Romper con un mecenas El poeta británico Percival Shelley desafió todas las convenciones sociales cuando en 1814 abandonó a su familia para fugarse con su amada Mary (autora de Frankenstein). Su gesto no solo le acarreó la condena moral de una sociedad llena de prejuicios, sino que también le situó al borde de la ruina económica, ya que hizo que su mecenas y protector (además de editor), el filósofo William Goodwin, le retirara su apoyo económico. Jugarse la cabeza... por una mujer Literalmente, estuvo a punto de perderla el corsario Walter Raleigh, amante de la reina Isabel I de Inglaterra. El aventurero provocó los celos de su soberana al enamorarse de una joven cortesana llamada Sarah. La despechada reina mandó encerrarle en la Torre de Londres, aunque posteriormente acabó perdonándole. Escribir cartas hasta la extenuación Mark Twain contaba que se enamoró de la que sería su esposa, Livy, al primer vistazo. Ella rechazó su inicial propuesta de matrimonio y él prometió escribirle una carta de amor diaria hasta que cambiara de opinión. Necesitó dos años hasta que ella dijo sí. Construir una escalera con las manos Lui Goujiang es un chino que en la década de 1940, cuando tenía 19 años, se enamoró de una viuda de más edad. Un romance prohibido para la sociedad china, que les llevó a fugarse y vivir en el interior de una cueva. Durante años, Lui fabricó a mano una escalera de 1.500 peldaños para que su amada pudiera salir de la cueva y bajar la ladera en que se hallaba. Conocida como La escalera del amor, hoy es un lugar de peregrinaje La abdicación más romántica. Eduardo VIII de Inglaterra renunció en 1936 al trono para poder casarse con Wallis Simpson, una divorciada estadounidense. Es el único monarca en la historia de su país que ha renunciado a la corona voluntariamente. Declararle la guerra a su propio padre. En 1355, el que sería el rey Pedro I de Portugal se enamoró de Inés, dama de compañía de su esposa Constanza. Repudió a su mujer y se casó con su amada en secreto. Para evitar que la muchacha fuera coronada, el padre de Pedro, Alfonso IV, ordenó asesinarla. Al descubrirlo, el joven se alzó en armas contra su progenitor y la coronó al acceder al trono. Bajar al infierno tras la musa Dante Alighieri escribió hacia 1300 la Divina Comedia, majestuosa obra poética consagrada al objeto de su amor platónico, Beatrice Portinari (ya fallecida) y con la que nunca llegó a cruzar ni una palabra. En su obra, Dante atraviesa el Infierno y el Purgatorio buscando a su amada. Profanar una tumba Carl von Cosel fue un médico alemán residente en Florida. Obsesionado con una de su pacientes, María Helena Milagro-Hoyos, enferma de tuberculosis, tras la muerte de ella en 1933 robó su cadáver y vivó con el cuerpo momificado hasta 1940.
la locura q me mande una vez.. hace años atrás.. fue declararme frente a todo el curso con profesora incluida... jejeje.. yo no era del curso .. y la ventaja q tenia es q en el curso de ella eran puras minas... asi q kede como rey.. la gritaura q se mandaron lo llevare siempre en mi mente.. jejej..
buen tema men ! hay algunos bien bizarros... pero pa mi Mark Twain se pasó, comprueba el "no hay nada más hinchapelotas que un hombre enamorado"