Árboles sagrados

El árbol hebreo de la vida: En el paraíso existían dos Árboles sacros, el Árbol de la Ciencia del bien y del mal y el Árbol de la vida. Del primero Dios había prohibido comer a Adán y Eva, pero éstos desobedecieron y fueron expulsados del paraíso. El segundo proporcionaba la vida eterna, y estaba plantado en el centro del jardín del Edén, pero tras la desobediencia humana, ni Adán, ni Eva, ni ninguno de sus descendientes comerían más del Árbol de la Vida, convirtiéndose en mortales. El tema del árbol continuaría teniendo una gran importancia en la tradición judeocristiana, y así tenemos al árbol sefirótico de los cabalistas y al árbol filosofal de los alquimistas.


Yggdrasil: Es el fresno sagrado de la mitología nórdica, el sostén de todo lo existente, el eje del universo. Une los Nueve Mundos de la universo vikingo, que se organizan a su vez en tres niveles: En el primer nivel se sitúan Asgard (el paraíso de la mitología germánica, donde se sitúa el Walhalla y donde viven los dioses "ases", entre los que se encuentran Odín y Thor, y aquéllos soldados muertos en la batalla), Vannaheim (morada de los dioses "vanir") y Alfheim (el hogar de los elfos); en el segundo nivel Midgard (el mundo terrenal, la morada de los humanos), Jötunheim (la tierra de los Gigantes de Hielo) y Muspellheim (la tierra de los Gigantes de Fuego); y en un nivel inferior Svartalfheim (hogar de los elfos negros, los enanos), Niflheim, una zona sombría y neblinosa, y finalmente Hel, el inframundo.
Yggdrasil tres raíces, cada una de las cuales toma agua de un sitio diferente. La primera raíz llega hasta el Niflheim, donde se alimenta del arroyo Hvelgermir, que proporciona el agua de la creación, y es constantemente roída por la serpiente Nidhögg. La segunda raíz toma el agua de la sagrada fuente Urd, situada en el Asgard (el cielo de la mitología nórdica), desde donde tres mujeres denominadas Nornas, tejen los destinos de los hombres, los enanos y los elfos. La tercera raíz da al Jötunheim (la tierra de los Gigantes de Hielo), donde se situaba el pozo de Mimir, de donde surgen el conocimiento y la sabiduría.





El árbol céltico de la vida: El roble es el árbol de la vida de los celtas, y es precisamente esta especie (Duir, en lengua céltica) la que da nombre a los druidas. Se representa como un árbol cuyas raíces y ramas están entrelazadas y son indistinguibles entre sí, simbolizando la vida eterna y el renacimiento.



El tejo era uno de los árboles sagrados de los druidas y junto con otros 12 árboles conformaba el calendario celta. En el mes dedicado al tejo se situaba Samhain, la fiesta de los muertos, y en este sentido el tejo era el árbol relacionado con el paso de las almas al Más Allá tras la muerte. Aún hoy, en diversas zonas de Irlanda y de Bretaña existe un tejo en cada cementerio y se piensa que sus raíces tocan cada una de las bocas de los muertos enterrados allí. Asturias es, prácticamente, la única zona de la Península Ibérica en la que el tejo conserva su carácter sacro, como lo demuestra el hecho de que ni en Galicia ni en el País Vasco existen rituales ni creencias relacionadas con el tejo ni se plantan ejemplares de esta especie junto a ermitas y parroquias.