Menos mal que no encendiste la luz

Una noche, una joven chica universitaria quedó con su novio para pasar la noche en casa de éste.
No se encontraba a gusto con la compañera de la universidad con la que compartía piso y esta oportunidad se le presentaba como irrechazable.


Estuvo toda la tarde con su novio, dando vueltas, paseando, y también fueron al cine.
A la salida de este, ya bastante tarde, la chica se dirigió hasta la casa que compartía con su compañera para recoger el pijama y la radio, con la que siempre dormía, y de paso comunicarle a su amiga que esa noche no iba a pasar la noche con ella.
Esto último era difícil ya que era bastante tarde y, seguramente, su compañera ya habría caído rendida a la cama.


Y así fue. Cuando llegó se percató de que estaba durmiendo y, como un hilo de luz se colaba por la ventana, no encendió la luz para no despertarla ni asustarla.
Le dejó una nota por si acaso se despertaba por la noche en la que le comunicaba que no iba a pasar la noche allí, y se largó.
Estuvo poco tiempo allí dentro, solo cogió la radio, el pijama y escribió la nota. Apenas estuvo 2 minutos ahí dentro.
Su compañera, mientras cerraba la puerta, seguía durmiendo. No se había enterado de nada.
A la mañana siguiente, llegando a su residencia estudiantil después de haber pasado toda la noche con su novio, se encontró con un enorme alboroto en la puerta.



La gente parecía asustada y más de un centenar de personas se agolpaban en los alrededores: Aquello no pintaba nada bien.
Al acercarse un poco más se enteró de todo lo sucedido. Su compañera de piso había muerto, asesinada, y un mensaje en la pared escrito con pintalabios esperaba impaciente ser leído. Decía:

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