DOS INVIDENTES QUIEREN CORONAR EL MUZTAGH ATA Óscar Domínguez vive solo. El pasado lunes se acercó a una farmacia madrileña próxima a su casa. Depositó su enorme mochila en la báscula. A los pocos segundos, una voz le indicó el peso exacto del petate. Una sonrisa se dibujó en sus labios. Aún le quedaban unos kilos para no pagar sobrepeso en su próximo viaje. A unos cientos de kilómetros de distancia, en Padroluengo (Burgos), Ricardo García colocó encima de su cama la ropa, el material y la comida que llevara consigo a Kasghar. Con sus manos, repasó su equipaje. No faltaba nada, salvo meterlo todo dentro del petate. El sábado volaron rumbo a Kasghar, vía Urumqui, previa escala en Pekín. Les espera el Muztagh Ata, una cumbre de 7.546 metros situada en el macizo del Kunlun, en el Himalaya chino. Quieren hollar esta cima e inscribir sus nombres en el libro de oro del alpinismo. Nunca antes un invidente ha coronado esta montaña. Ricardo y Óscar estarán acompañados por cuatro guías del Grupo Militar de Alta Montaña de Jaca que, desde su creación en 1985, colabora en el guiado de personas con discapacidad en estas ascensiones. Pedro Arceredillo, Pedro Expósito, Moisés Gómez y Manuel Rodríguez, junto a Adolfo Ochoa, del Club de Montaña Padroluengo, serán sus ojos en la expedición Un sueño sin barreras, patrocinada por Movistar. "No conquistamos montañas, nos conquistamos a nosotros mismos", proclamó Edmund Hillary, el primer hombre que conquistó el Everest. Sus palabras adquieren más legitimidad cuando se observa a Ricardo y Óscar. La alta montaña se ha convertido en su inseparable compañera desde hace más de dos décadas. "Es un reto, para mí significa que, con ayuda, puedo hacer lo mismo que cualquier persona", reseña Ricardo García, Barni. Su idilio con las cumbres arrancó a los 21 años cuando le diagnosticaron una retinosis pigmentaria. Hoy, 24 años después su pérdida de visión ronda el 90%. Con un amigo se inscribió en el club de montañismo de Padroluengo. Tras varias caminatas por el monte, afrontó su primera ascensión en los Pirineos. Cuando llegó a la cima, Pedro Arceredillo, del Grupo Militar de Jaca, no se creía que era ciego. "La pérdida de visión es la culpable de que haga alta montaña", reconoce Barni. A por otro récord Ese día arrancó también una sólida relación con Pedro. "Aunque me pagaran no afrontaría una ascensión con cualquiera. Pedro es más que un guía, un amigo", comenta Ricardo que, junto a Serafín Zubiri, ostenta el récord nacional de más altura alcanzada por un invidente. Fue en el Aconcagua con 6.962 metros. Ahora puede batir ese registro en el Muztagh Ata. La idea de subir un sietemil rondaba en la cabeza de Ricardo desde hace tiempo. Nunca ha coronado uno. Sí que sobrepasó esa altura en el intento de hollar el Cho-Oyu, pero a los 7.200 metros el mal tiempo finiquitó la ascensión. En febrero, el apoyo de Movistar dio luz verde a la expedición. "Soy un privilegiado, mi discapacidad facilita que me subvecionen", reconoce Barni. Este patrocinio cubre buena parte de los 30.500 euros del presupuesto. Además cuentan con la colaboración de las marcas Altus (ropa deportiva), Pandith (calcetines) y la empresa Aragón Aventura. Cuando a Óscar Domínguez le ofrecieron enrolarse en esta expedición, no lo dudó. El montañero madrileño se quedó ciego a los 15 años y fue a los 26 cuando descubrió la montaña con la ONCE. Nunca ha pisado más allá de los 6.500 metros. Compites contra ti mismo. La gente te ayuda, no trata de ganarte, apunta Óscar que compagina su pasión por las cumbres con su trabajo de corrector de libros de braille. Ricardo y Óscar no se cansan de recalcar la importancia de sus otros compañeros de viaje. "El 80% de la culpa de que alcancemos una cumbre es de los guías, trabajan el doble que nosotros. Además de subir, montan la tienda, hacen la comida...", afirman al unísono. Pedro Arceredillo lleva casi cuatro décadas cerca del cielo con el Grupo Militar de Alta Montaña de Jaca. Hasta 2010 sus integrantes afrontaban dos o tres ascensiones al año. "Ya no tenemos presupuesto, ahora ponemos personal y material prestado pero vamos a título particular, eso sí, siempre en representación del grupo militar", apunta Arceredillo. Mejor en la nieve Ayer llegaron a Pekín y volarán a Kasghar. Hoy viajarán hasta Subash. El 7 de agosto subirán hasta el campamento base. Luego serán 15 días para aclimatarse e instalar los tres campos de altura. El 22 de agosto atacarán la cima. "Es una subida fácil técnicamente. Vamos a pisar nieve, lo que es una ventaja para Ricardo y Óscar. Ellos pasan más apuros cuando el piso está formado por piedras", apunta Pedro. Para un ciego un terreno irregular supone un desgaste adicional por el riesgo a una mala pisada que conlleve la pérdida de equilibrio. En hielo y nieve, con crampones, no existe ese peligro, siempre que el terreno esté duro. "Si hay que buscar la huella, es más complicado", recalca Óscar. Independientemente del terreno, el guía siempre extrema las precauciones. "Te debes preocupar de ti y de otra persona que sabes que no te puede ayudar, sin arriesgar lo más mínimo. Para ellos las manos son sus ojos e imagínese si sufrieran la amputación de un dedo por congelación", señala Pedro. A pesar de todo no duda en resaltar lo gratificante que son estos retos: "Nunca he tenido mayor satisfacción que alcanzar una cumbre con un discapacitado". "Alpinista es quien conduce su cuerpo allá donde un día sus ojos soñaron", proclamó el montañero francés Gaston Rebuffat. Ricardo y Óscar, con sus guías, demuestran que no es preciso ver para alcanzar un sueño, ni siquiera a 7.546 metros de altura. Fuente: (Marca.com)
