Hospital del Terror (mexico)

Esta historia que te contaré es una historia real que sucedió y continua sucediendo en un hospital en un pueblo cerca de la ciudad de Guadalajara en el estado de Jalisco en México, este es un pueblo que se llama Tecalitlan, seguro no tendrá más de 3000 habitantes. Esto sucedió hace aproximadamente 8 años cuando mi cuñada terminó de estudiar en la facultad de medicina y tendría que hacer un año de internado para obtener su título profesional, donde la escuela envía a los alumnos a los diferentes hospitales del país para que cumplan este trámite. Ella llegó al hospital de esta población mismo que se encuentra en las afueras de la mancha urbana a un costado de la carretera que lleva de la ciudad de Guadalajara hasta este poblado, ella llego ahí con una compañera de la facultad a las cuales les asignaron una habitación que se encontraba cerca de donde se encuentran los cuneros del hospital. Ellas rotaban las guardias de noche en emergencias del hospital y los días transcurrían y todo caminaba normalmente como en cualquier hospital, lo que les llamaba la atención era que todas las mañanas que salían a desayunar al comedor del hospital, las cocineras y encargadas del comedor les preguntaban con mucha insistencia que cómo habían pasado la noche, a lo que ellas contestaban siempre “muy bien”.
Los días transcurrían normalmente hasta que una mañana cuando mi cuñada regresaba de la guardia de la noche se encontró a su amiga sentada al borde de la cama llorando. Ella le pregunto que qué había pasado y le contestó:

- Siéntate por favor, anoche cuando llegué para prepararme a dormir me lavé los dientes, me puse mi pijama y me recosté, cuando inmediatamente después empecé a sentir como la temperatura de la habitación bajaba de forma anormal y sentí como unos brazos me apretaban mis brazos con mucha fuerza. Yo intenté sacarme de esa sensación que cada vez era más fuerte, cuando de repente empecé a escuchar una voz que me susurraba al oído y me decía “así te quería encontrar, mamacita".

Esta era una voz que no se podía definir como de hombre o mujer y ella tocaba los dedos de ese ente y los sentía como acartonados, duros y secos. Cuando las manos del espíritu comenzó a tocarle por sus piernas y tocarle su sexo, empezó a lastimarla y le seguía susurrando al oído, donde le decía que la iba a hacer suya. Ella no era una persona muy acercada a la religión por lo que no recordaba ninguna oración y esto siguió sucediendo hasta altas horas de la noche, y ella con dificultad empezó a rezar las pocas oraciones que se sabía y así poco a poco fue cada vez menos hasta que por fin la dejó en paz.
Ella en la mañana cuando platicaba esto le mostró los moretones que le había dejado el espíritu en sus brazos y piernas. Mi cuñada le dijo que se calmara, que fueran a desayunar y que ella más tarde iba a platicar con el párroco del pueblo para que estuviera más tranquila.

Una vez sentadas las dos en el comedor del hospital, como todos los días, les preguntaron que cómo habían pasado la noche y fue cuando les contestaron “MUY MAL”. A lo que estas les contestaron…

- Estábamos seguras que les tenía que pasar.

Fue entonces cuando ellas les empezaron a contar que en ese hospital habían pasado cosas muy malas, y les dijeron cómo los primeros médicos que llegaron al hospital jugaban con la “OUIJA” y estos eran homosexuales y hacían orgías, hasta que llegó el momento que tuvieron que irse de ahí debido a que el espíritu los violaba y llegaron a tener evidencias de desgarramiento de ano. Por otra parte una señora del pueblo llevaba a su hija de 12 años a prostituirla en el hospital con los enfermos y varias situaciones de esta naturaleza. Ellas, al escuchar esto quedaron heladas. Ese día mi cuñada no durmió y tuvo que ir a la parroquia del lugar para buscar al párroco.

Una vez que pudo entrevistarse con el sacerdote le comunicó lo sucedido la noche anterior, y el padre le contestó:

- Esto no es obra de cualquier espíritu, esto es obra del mismísimo Demonio.

A lo cual le dijo que deberían comprar un cirio pascual y un rosario y que se los llevara para bendecirlo. Una vez que ella los compró se los llevó y le dio un bote con agua bendita. Le dijo que por las noches fueran cerrando las puertas del hospital, que fueran rociando con agua bendita las puertas y que no apagaran las luces del hospital, y una vez que estuvieran en la habitación encendieran el cirio y rezaran el rosario. También le comentó que para que el diablo se hiciera presente debería haber entre ellas algunos de los dos siguientes pecados mortales ADULTERIO u HOMICIDIO. Ella en lugar de calmarse pues se fue más nerviosa que antes, llegó al hospital y le contó a su amiga lo que le había dicho el padre. Ella rompió en llanto puesto que estaba saliendo con un señor que era casado.

Esa noche ellas hicieron lo que les indicó el sacerdote y hasta que cerraron la puerta de su habitación encendieron el cirio y empezaron a rezar el rosario, cuando de forma inmediata la flama de la vela empezó a agitarse de forma anormal puesto que en este cuarto no había ventanas que pudieran permitir el paso del aire y que moviera de esta forma la flama de la vela. La flama crecía y se agitaba de una forma violenta y ellas se asustaron más toda vez que empezaron a escuchar como los animales de alrededor del hospital hacían sus sonidos respectivos. Cabe aclarar que el hospital se encuentra entre varios ranchos de la zona donde crían cerdos, vacas y toda clase de animales de granja. Continuaron rezando hasta que terminaron y la flama de forma súbita se calmó y se puso en su lugar.

Esa noche durmieron sin ningún problema, para esto cualquier paciente que llegara por la noche lo hospitalizaban de forma inmediata por más simple que esto fuera. Así fueron pasando los días, el ritual se repetía día a día y sucedía exactamente lo mismo pero ya no había más fenómenos por las noches.

A la semana las mandó llamar el director del hospital y les dijo que se había enterado de que dormían con las luces del hospital encendidas y que esto representaba un gasto importante para el hospital, a lo que ellas le contestaron que era cierto y que con mucho gusto las apagaban si él se quedaba a dormir con ellas, y él contestó que estaba bien, que nomás dejaran las luces de abajo encendidas pero que las de arriba sí las apagaran. Por otro lado les dijo que les iba a dejar un policía para que ellas estuvieran más tranquilas, ellas aceptaron.

Ese día por la noche repitieron el ritual y se recluyeron en su habitación, la noche transcurrió normalmente y cuando se levantaron por la mañana se encontraron al policía dormido fuera de la puerta de su habitación. Lo levantaron y él les contó que por la noche estuvo haciendo rondas y que una vez que vio que estaba todo tranquilo se preparó para dormir en el cuarto de lavandería, que se quitó su pistola y su saco y se recostó en el piso para preparase a dormir cuando no pasaron 15 minutos y empezó a escuchar un gran barullo por la zona de emergencias. Él se imaginó que seguramente había sucedido alguna balacera porque era común que sucedieran y no faltaban los agentes del ministerio público, judiciales, policías y familiares y pensó que seguramente las doctoras tenían mucho trabajo por esa noche. Se preparó a salir y salió caminando rumbo a la sala de emergencias.

Cuando llegó se percató de que no había nadie allí y seguía escuchando el ruido pero parecía que estaba ahora por el lado de la recepción principal del hospital. Cuando estuvo ahí no había nadie. Entonces se regresó a la zona de maternidad que era donde ellas dormían y abrió la puerta, y ellas dormían como angelitos. Desde ese momento hasta que el sueño lo venció siguió escuchando y se durmió en las afueras de su habitación.
Ellas salieron como cualquier otro día a dar sus consultas. Como es un hospital de gobierno el tráfico de gente que asiste al hospital es mucho. Mi cuñada estaba en su consultorio a eso de la 1 de la tarde cuando entró una mujer con su hijo como de 8 años a consulta; la mujer entró y se sentó y el niño se quedó petrificado en la puerta del consultorio y empezó a temblar. La mamá del niño le decía que se pasara y lo empezó a regañar cuando mi cuñada se paró y le dijo:

- Permítame señora. Mi niño ¿qué tienes? ¿te sientes mal? dime qué te pasa, yo te puedo ayudar.

A lo que el niño le contestó:

- Doctora ¿verdad que aquí asustan?...

Y ella le dice:

- No cómo crees... ¿alguien te dijo algo?

- No, pero tengo mucho miedo.

Ella sentía que le temblaban las piernas del pánico que le empezó a dar. Dio la consulta lo más rápido que pudo y se salió del consultorio. Caminaba rumbo a la salida del hospital cuando empieza a escuchar como alguien le susurraba al oído una villancico navideño, ella aceleró el paso hasta salir del hospital y dejar de escuchar.

Pasaron los días y seguían sucediendo cosas raras en el hospital. Hasta que terminaron el internado y se regresaron a Guadalajara. Ella se recibió de médico familiar y obtuvo trabajo en otro hospital, donde conoció a un médico que su esposa estuvo también trabajando en Tecalitlan. Cuando le preguntó que si no le había pasado nada y él le contesto que sí y se juntaron a contarse sus historias, y también ella vivió algo parecido. Esto fue después de 5 años de haber estado en ese hospital, por lo que me imagino que seguramente todo sigue igual.