Asesinos chilenos

ROBERTO GONZÁLEZ VERA y ALEJANDRO RIVAS CELEDÓN

Ambos jóvenes, de 22 y 25 años, respectivamente, mataron lenta y cruelmente a Claudia Jimena Araya Díaz, de 22 años. Ésta, era amiga del primer delincuente.

Los dos la golpearon, estrangularon, acuchillaron, cortaron, atropellaron y luego la quemaron. Finalmente, para ocultar el crimen, los homicidas lanzaron el cuerpo al vacío, en el puente "El Diablo", a 40 kilómetros de Calama.

El macabro hecho ocurrió el 27 de octubre del año pasado.

Tanto González como Rivas -quien cumplía condena de reclusión nocturna en el centro preventivo de Calama, por el delito de robo- confesaron el crimen.

Ambos individuos planeaban robar la agencia de Polla en la que trabajaba Claudia, porque pensaban que allí se manejaban grandes cantidades de dinero. Con la intención de hacer salir con la joven, urdieron la idea de una fiesta y el uso del colectivo de González para trasladar a la joven. Acordaron que éste la pasaría a buscar al local y que, luego, Alejandro Rivas (a quien la joven no conocía) dentendría el taxi para pedir un traslado especial.

Así lo hicieron. Claudia iba sentada en el asiento delantero, al lado del chofer. En una esquina de la ciudad apareció el otro delincuente. Hizo detener el auto y pidió que lo llevaran a un pub. Rivas se ubicó en el asiento posterior y cuando se acercaban al pub -tras hacer una señal por el espejo retrovisor al chofer- se puso guantes de lana, tomó un grueso cable de enchufe, lo pasó por el cuello de Claudia, puso uno de los pies en el respaldo del asiento y tiró hacia atrás.

La joven se llevó ambas manos a la garganta y pidió a Roberto González que la ayudara. Luego guardó silencio. Los individuos pensaron que estaba muerta y siguieron la marcha alejándose del centro de la ciudad hasta tomar una quebrada del río Loa.

Ahí se detuvieron. La joven volvió a quejarse ¡Se dieron cuenta que estaba viva! Entonces Claudia pidió nuevamente ayuda a Roberto. Éste se molestó, abrió la puerta y lanzó a la veinteañera fuera del vehículo. Sacó un pequeño cortaplumas y se lo pasó a Rivas, quien le aplicó a la joven cuatro cortes en distintas partes del cuello.

Pero ella seguía viva. González halló cerca una botella de vidrio, la rompió y con el gollete le hizo otra herida cortante. Ambos delincuentes subieron al vehículo, avanzaron y atropellaron a Claudia. Le pasaron las cuatro ruedas. siguieron avanzando, luego giraron y al dar la vuelta vieron que Claudia no había muerto.

Luego bajaron del auto. La mujer volvió a clamar ayuda: "Roberto, mírame como estoy, llévame al hospital por favor", habría pedido.

Pero los individuos hallaron un colchón viejo, la acostaron de espaldas en él. Uno de los hombres tomó una gran piedra y la descargó sobre el cráneo. Luego, otra gran piedra y una tercera piedra. Sacaron una botella del botiquín y rociaron el colchón con alcohol para luego encenderle fuego.



HUGO LÓPEZ PADUA

Colombiano que ultrajó a una menor de ocho años, a la que después asesinó y descuartizó, con el fin de ocultar su delito.

Los hechos ocurrieron el viernes 8 de enero de 1999, en Santa Cruz, Sexta Región, cuando la niña de 10 años Pabla Camila López llegó hasta el kiosco que atendía el criminal.

El hombre la invitó a su domicilio, donde la violó y degolló. El colombiano negó haber visto a la menor hasta que la policía encontró su cadáver enterrado en el patio. Con un serrucho, había cercenado a la niña en nueve partes. La posterior autopsia comprobó que aún estaba viva cuando inició esa faena.

Gómez Padua había sido condenado en su país a 21 años de cárcel, por violar y asesinar a una niña de siete años. Quebrantó su libertad condicional cuando llevaba 15 años y huyó a Chile, donde tenía una orden de expulsión pendiente.

En septiembre de 1999, el juez de Santa Cruz condenó a López Padua a la pena de muerte, la que posteriormente le fue conmutada a presidio perpetuo.



CRISTIÁN VILOS VALENZUELA

Delincuente que el 15 de diciembre de 1998, violó y asesinó a una niña de cuatro años, hija de sus arrendatarios.

El hecho ocurrió cuando el criminal bebía una caja de vino en el dormitorio que arrendaba en la localidad de Hualañé, Sexta Región. Afuera jugaba la menor, identificada como Denisse Farías, de cuatro años y cinco meses. El hombre la ingresó a la fuerza al inmueble y la violó. Como la menor gritaba, la ahorcó.

Según la autopsia, la violación fue brutal. Acosado por la furia de los vecinos, su autor se entregó. Un informe sicológico posterior descartó que hubiese estado bajo confusión mental. Hasta su madre pidió para él la pena de muerte.

El juez de Licantén, Roberto García, condenó a Vilos Valenzuela a la pena de muerte. La defensa apeló a la Corte de Apelaciones de Talca, organismo que ordenó nuevas diligencias antes de dictar sentencia. Vilos tiene esperanzas de obtener sólo presidio perpetuo, porque se le reconoció su entrega voluntaria y su carencia de antecedentes policiales.



JUAN ZENÓN SOTO CAMPOS

Preso que, aprovechando su salida dominical, violó y asesinó a una niña de seis años.
Mientras cumplía una condena de 12 años de cárcel, por violar a una menor de dos años, el 17 de octubre de 1989 fue beneficiado con la salida dominical. De esta forma, en junio de 1996, cometió el horrendo crimen contra la niña Elena Yáñez, de seis años, en Talcahuano. Sin embargo, el rapto y violación de la infante no fueron suficientes, también la asesinó sin ningún remordimiento.

En 1996, Zenón Soto Campos fue condenado a muerte. La Corte Suprema se encargó de cambiar la pena por presidio perpetuo en 1998. Cómo será su maldad, que el asesino cada vez que puede se encarga de recordar que no lo suelten, porque cuando él salga a la calle, volverá a violar y asesinar a niños.



CARLOS SILVA VALENZUELA

Trabajador forestal que asesinó y violó en junio de 1998 a un menor de sólo 11 años de edad, en la localidad de Coelemu, Octava Región.

La víctima fatal fue identificada como Marco Antonio Valverde, quien al regresar a su domicilio por un camino rural fue interceptado por este sujeto. Tras amenazarlo con un cuchillo, lo violó.

Sin razón aparente, Valenzuela lo golpeó con un grueso palo en la cabeza. Como el niño no cayó, lo siguió golpeando hasta que dejó de moverse. Para asegurarse del deceso, lo estranguló y metió su cabeza en una bolsa plástica. Al momento del crimen, Silva Valenzuela estaba siendo procesado por hurtos y robos. Cuando fue detenido, portaba un arma de fuego.

En octubre de 1999, el juez del Crimen de esa localidad lo condenó como autor de estos delitos, sancionándolo a presidio perpetuo.



LUIS CARRASCO MARDONES

El 24 de marzo de 1999 aprovechó que su conviviente había salido, para violar a la hija de ésta, Sonia Andrea Neira, de 15 años. Ante la oposición de la niña, le dio una brutal golpiza, la ultrajó y luego la ahorcó con la corbata de colegio que llevaba puesta. Tapó el cadáver con una frazada y lo puso bajo la cama.

Cuando su pareja volvió, hizo como si nada pasara, incluso durmieron siesta juntos sobre el lugar donde estaba el cuerpo. Ambos salieron luego de la casa, pero Carrasco Mardones se devolvió y nuevamente ultrajó el cadáver. Sólo cuando la hermana melliza de Sonia Andrea encontró el cuerpo, el asesino huyó.



CUPERTINO SEGUNDO ANDAUR CONTRERAS

Conocido ladrón de autos y monrero, terminó convirtiéndose en homicida y delincuente sexual tras ultrajar y asesinar al niño de siete años Víctor Zamorano Johns.

En 1993, el delincuente llevó a cabo su peor delito, al ingresar a robar a una residencia del barrio donde encontró durmiendo al menor al interior de su habitación, procediendo a estrangularlo y abusar sexualmente de él.

Según lo establecido por la policía de Investigaciones, el sujeto actuó bajo los efectos del alcohol y las drogas, y la única especie sustraída fue una radio de menor cuantía.

El criminal fue condenado a la pena de muerte, pero el ex Presidente Eduardo Frei le conmutó la pena por la de presidio perpetuo. Actualmente se encuentra cumpliendo su castigo en el módulo Alfa de Colina II, siendo compañero de celda del psicópata de La Dehesa.



EDUARDO ARTURO HERMOSILLA MORALES

Médico veterinario nacido el 28 de julio de 1956 en Talca, escandalizó a la opinión pública del país cuando en junio de 1992 asesinó a su esposa e hija, de sólo 11 meses, disparándoles en plena vía pública.

El hecho se produjo cuando el sujeto citó a su pareja, quien estaba separada de él, a una concurrida plaza de Pirque, donde le rogó que volviese a su lado. Ante la negativa de la mujer, decidió eliminarla junto a la hija de ambos, disparándoles en la cabeza.

Luego de eso intentó suicidarse, pero logró sobrevivir al impacto de bala que se propinó en el estómago.

En un primer momento, el veterinario trató de ocultar su crimen fingiendo que habían sido víctimas de un asalto, pero luego la verdad salió a la luz mediante la declaración de diversos testigos del asesinato y conocidos de la pareja, quienes explicaron que el criminal tenía un fuerte complejo de Edipo que lo llevaba a sentir celos desmedidos de su propia hija.

Luego de ser condenado por la justicia a presidio perpetuo, Hermosilla Morales se quitó la vida al interior de la ex Penitenciaria de Santiago.



BENJAMÍN EMILIO ROBERTO HAEBIG TORREALBA

Conocido como el autor de "los crímenes de Dardignac 81", nació en Santiago en 1885 y falleció en la década de 1980, en un asilo de ancianos.

Este sujeto asesinó en 1959 a un anticuario identificado como Leonidas Valencia Chacana y, por la misma fecha, a Milo Montenegro Lizana, un homosexual que trabajaba como mozo para Haebig y que desapareció al igual que la primera de sus víctimas.

El proceso judicial que se abrió por el extraño extravío de estas dos personas fue instruido por el cuñado del criminal, quien luego de centrar sus pesquisas en el bajo mundo, decidió sobreseer temporalmente la causa por no llegar a ningún resultado concreto.

Sin embargo, en 1961 y agobiado por los fantasmas de su conciencia, Haebig Torrealba contrató a dos obreros para que realizaran excavaciones en su jardín, lo que originó el hallazgo de las dos osamentas.

El sujeto trató de hacer creer a la policía que los restos correspondían a habitantes precolombinos, para lo cual rodeó el lugar con varios objetos de greda que recreaban la alfarería de los pueblos originarios.

Pero el engaño no duró mucho tiempo y Haebig terminó confesando los dos asesinatos que cometió sobre la pareja de homosexuales, los que luego enterró en su propio jardín.

Tras cumplir una pena de 15 años de reclusión, el criminal terminó sus días escribiendo sus memorias desde un asilo de ancianos.



EL CRIMEN DE CHACRA LUCRESIA

Se han cumplido 41 años del asesinato de una madre y sus dos hijas, en La Serena, el caso es uno de los más espeluznantes enigmas policiales de la Cuarta Región.

Hace 41 años, la región se estremeció con uno de los homicidios más horrendos de la historia policial. Para algunos es un crimen perfecto, porque tras una extensa y acuciosa investigación, no se ha podido determinar quiénes estuvieron detrás de su autoría.

Se trata del crimen de Chacra Julieta, en el sector de La Pampa, en La Serena, el 24 de diciembre de 1966. Mientras la comunidad regional esperaba la llegada de la Nochebuena, en un hogar de calle Las Higueras con Gabriel González Videla, ocurrió el asesinato de una madre y sus dos hijas, aunque una de ellas falleció cinco días después.

Dagna Olivares Gajardo y sus hijas Silvia Inés y Miriam Cecilia, fueron brutalmente golpeadas al interior del domicilio, sin que se haya podido determinar quién o quiénes fueron los responsables de la matanza. El móvil del homicidio habría sido el robo de una radi Sharp y tres mil 500 escudos que el matrimonio guardaba en la casa.

El esposo de la víctima, Salvador Gálvez, fue considerado sospechoso, en primera instancia, y recién después de un año de ocurridos los hechos, en 1967, decidió hablar del caso. “Íntimamente pienso que hay gente mala. Esa gente pudo haber sido capaz de hacer lo que pasó en mi casa. Es una vida muy mala la que estoy pasando”, reconoció.

De hecho, un informe elaborado por la intendencia de la provincia de Coquimbo fue enviado al ministerio de Justicia en 1968, con el propósito de reabrir el proceso y llegar a la verdad. Lo más interesante de los antecedentes entregados dicen relación con una serie de contradicciones respecto de la hora en que fue visto Gálvez en el domicilio donde ocurrió el homicidio.

El sello de la investigación fue el enigma y el hermetismo. Debido a lo anterior, en más de una oportunidad el caso fue cerrado y vuelto a abrir. Incluso, se llegó a ofrecer una recompensa de 5 mil escudos a quien entregara alguna pista del eventual homicida.

En este marco, la abogada criminalista, María Urrutia, viajó a La Serena para que se reabriera la investigación, patrocinando una demanda de los vecinos de Chacra Julieta, interesados en que se esclareciera la verdad.

Las pericias estuvieron a cargo del prefecto de la Policía de Investigaciones, Pedro Díaz López, quien reconoció que “el caso era difícil”.

Después de un año del triple homicidio, la policía civil logró confeccionar el retrato hablado del presunto autor, cuya característica más especial fueron cuatro lunares al lado derecho de su rostro de tez blanca.



EL CHACAL DE VALPARAISO

Juan Saavedra Espinoza era un colectivero, vecino ejemplar hasta que una noticia atroz contra su persona , acabo ser el culpable principal de la violación y homicidio de la pequeña Francisca Silva delitos cometidos en agosto de 2009.

De acuerdo a la acusación del fiscal Gómez, alrededor de las 16 horas del sábado 1 de agosto de 2009, Panchita se encontraba en el domicilio de su abuela en el cerro Los Placeres, cuando la menor salió al patio y fue abordada por Saavedra Espinoza, quien la llevó a su domicilio donde la violó y golpeó.

Saavedra Espinoza le provocó dos fracturas mandibulares y una conmoción cerebral, debido a lo cual la menor perdió la conciencia. Inconsciente y desnuda, la introdujo en un bolso negro, donde también echó la ropa de la niña.

Luego se fue en micro hasta el sector de Las Torpederas, donde la lanzó al mar, en el roquerío conocido como La Piedra Feliz, y luego botó la ropa en el Parque Alejo Barrios, en Playa Ancha. El sujeto viajó 14 kilómetros para completar su macabra faena.

Saavedra Espinoza fue detenido el martes 3 de agosto y al día siguiente se recuperó el cadáver de la niña. En esa oportunidad, el fiscal dijo que la causa de muerte fue asfixia por inmersión, ya que el sujeto la arrojó viva cuando aún estaba viva.
El tipo fue condenado minimo 40 años , pero tipico de cada asesino pidio perdon de su horrendo crimen .

“En este momento, sólo quiero pedir disculpas a los familiares de esta niña, Francisca, de corazón pido perdón”, señaló Saavedra, llamado el “chacal” de Valparaíso.

La madre de la menor señaló que “yo nunca le voy a perdonar lo que hizo, me arruinó mi vida para siempre”.



EL CRIMEN DEL RANCHERO DE LA MUERTE

Adán del Rosario Milla Rojas (34) conocido como el asesino de Punitaqui o ranchero de la muerte cometio un crimen en masa el dia 22 de enero de 2005 asesinando a una familia completa en el pueblo de Punitaqui ,Ovalle .
Los desafortunados del hecho fueron Ernesto del Carmen Gómez Pérez y Nora Ernestina Contreras Campusano, muertos con un rifle en la cabeza mientras dormían.
Luego asesinó a su ex polola, Oriana Yamilet Toro Contreras, con otras dos descargas, 18 combos en la cara y una puñalada en el corazón. Finalmente, golpeó a un niño de 2 años en la cabeza hasta provocarle la muerte.
Despues del asesinato , el tipo huyo de la casa y se embarco a Santiago donde fue detenido gracias a un confidente .
Segun Adan del rosario el movil del crimen fue pasional (celos) , el tipo actuo con alevosia , premeditacion y ensañamiento .
El tipo fue condenado por 40 años a carcel sin beneficios .




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