Posesión diabólica: ¿Trampa de la mente o artificio del diablo?

Tema en 'Cementerio De Temas' iniciado por PAJA, 19 Feb 2008.

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    Posesión diabólica: ¿Trampa de la mente o artificio del diablo?


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    Por: Alejandra Bluth Solari


    La posesión diabólica consiste, lisa y llanamente, en la apropiación por parte del demonio –o de algún espíritu maligno o diablo- del cuerpo y/o la mente de alguna persona con el sólo afán de asustar y, molestar y atrapar esa alma, cambiando la conducta, personalidad y, en ocasiones, hasta los rasgos físicos de la víctima. En definitiva, ésta se convierte en una persona totalmente desconocida para sus cercanos.


    Todos saben del tema gracias a la película de 1972 El Exorcista, de William Blatty, protagonizada por Linda Blair, donde una niña de 12 años es víctima de posesión. De hecho, la famosa película está inspirada en un caso real. William Blatty era un joven estudiante de literatura en la universidad jesuita de Georgetown (estado de Washington, Estados Unidos cuando, en agosto de 1949, leyó una noticia en el diario The Washington Post: "Un sacerdote libra a un joven de Mount Rainier de las garras del demonio". Veinticinco años después, tras investigar los hechos y cambiar – a petición del padre Bowdern, sacerdote que practicó aquel exorcismo – la identidad del protagonista, por la de una niña, escribió una novela de la que se vendieron trece millones de ejemplares. Dos años más tarde la convirtió en el guión de la mítica película del mismo nombre. El filme delinea claramente el proceso de posesión, que se manifiesta, progresivamente de tres formas: infestación (el demonio actúa sobre la materia circundante y produce fenómenos telequinéticos de toda índole); obsesión (atormenta a la víctima sin hacerla perder el conocimiento pero de modo evidente); y posesión (invade el cuerpo de la persona y lo trata como propiedad suya. Ver al final del artículo Otras formas de acción demoníaca).

    Si bien el filme exagera la transfiguración física y poderes de la víctima hasta extremos grotescos, el tema de la posesión se debate como posible en todas las religiones desde la antigüedad, cuando a cualquier persona que manifestara algún grado de violencia extrema o forma de locura o alteración de la personalidad se la consideraba poseída por demonios.


    En la historia de la Iglesia, en los primeros siglos del Cristianismo, todo mal se le achacaba al demonio. El tema se instituyó hasta en los hospitales, con enfermeros expertos en exorcizar demonios. De hecho, desde tiempos inmemoriales, la figura del demonio ha venido siendo tanto a nivel oral como en las más remotas tradiciones escritas materia indispensable a la hora de explicar muchos de los fenómenos que nos rodean y que resultan incompresibles cuando los sufrimos de forma directa. Enfermedades, accidentes o sencillos ataques de stress eran asociados en la antigüedad con demonios que pululaban en derredor nuestro con la intención de apartarnos del camino correcto e inmiscuirse en nuestras vidas. Así, las posesiones espiritas han estado presentes en nuestra cultura desde que el mundo es mundo.


    Pero es muy común confundir los casos de posesión con enfermedades mentales, y viceversa. El desdoblamiento de personalidad, la personalidad múltiple, el trastorno histriónico de la personalidad, ciertos síndromes delirantes, algunas psicosis agudas, la esquizofrenia, los comportamientos alterados como consecuencia del consumo de drogas, la epilepsia que genera temblores físicos incontrolables y en la antigüedad se consideraba posesión demoníaca, la neurosis, la prosopopesis, la autosugestión, la psicosis, la paranoia, la histeria, el trastorno obsesivo compulsivo, la doble personalidad, la bipolaridad y otros males de la mente suelen generar episodios de violencia y alteraciones conductuales severas que pueden confundirse con una posesión. De hecho, muchos de los casos responden a trastornos mentales severos y no a la influencia del demonio. Esto no solamente reduce bastante los casos genuinos de posesión diabólica a unas cuantas excepciones, sino que disminuye la credibilidad que la gente le da al tema.


    Los límites entre las situaciones psíquicas y la efectiva influencia demoníaca están poco identificados y son difícilmente identificables, por lo que puede fácilmente pasar por posesión diabólica lo que, en realidad, es sólo expresión de profundos trastornos psicológicos.

    El aspecto clave del problema, que la investigación psicológica y psiquiátrica todavía no han resuelto, consiste en la correcta distinción entre un comportamiento patológico de índole psíquica y una verdadera posesión diabólica. En tal perspectiva, obviamente, sólo un científico serio, con una mente capaz de superar el reducido campo de su competencia, es capaz de reconocer la posibilidad de posesiones diabólicas.


    Pero formalmente, la medicina no reconoce a la posesión demoníaca, y atribuye los signos y síntomas que presentan los presuntos posesos a profundos trastornos psicológicos, como neurosis de conversión, esquizofrenia, epilepsia, y psicóticos indiferenciadas. Sin embargo, hay casos de alteración severa del comportamiento que no encuentran una explicación suficiente y convincente con los instrumentos psicológicos y psicosiquiátricos normales. Hay casos que ni la medicina puede explicar y sabemos que esta ciencia no tiene respuestas para todo, pero es natural la duda. En la neurosis de conversión, por ejemplo, aparecen síntomas objetivos importantes sin lesión que los justifique, como una parálisis sin lesión de nervio o músculo, o una ceguera en la que los ojos y el sistema nervioso ocular permanecen intactos.


    En estos casos, se habla de un conflicto psicológico que se trasformaría en un síntoma orgánico, mientras en otros casos el conflicto psicológico no se manifestaría como enfermedad corporal, sino como enfermedad psíquica llamada trastorno disociativo, como por ejemplo la amnesia histérica, durante la que el sujeto olvida quien es, o los casos de múltiple personalidad.



    En el síntoma histérico, por otro lado, se dan dos tipos de cuadro: la calma y la tempestad. Durante la calma pueden darse parálisis, ceguera, sordera, alteraciones de la sensibilidad en una parte o todo el cuerpo. En los episodios de tempestad se producen ataques durante los cuales el paciente grita, se golpea, se desgarra las ropas, se contorsiona, sufre de temblores, espasmos musculares, posiciones extremas (en arco). Si más encima consideramos que las personas con enfermedades mentales se muestran especialmente sensibles o proclives a autosugestionarse y desarrollar una posesión imaginada.


    Pero aunque la diferencia entre casos de posesión real e imaginada son muy tenues, hay sutiles matices. Por ejemplo, durante la posesión genuina las convulsiones y crisis de violencia de la persona van en aumento, en lugar de disminuir, como ocurre con los enfermos mentales, y simultáneamente a ellas aparece una nueva identidad que razona y contesta coherentemente. Por lo tanto, ¿puede el demonio poseer a una persona y manejar su mente, su cuerpo y su voluntad? Todo indica que sí, aunque son pocos los casos y nunca todos los que se dice, la posesión demoníaca parece ser una realidad. si la persona es mental o emocionalmente débil, se encuentra alejada de Dios y desprotegida, más aún si se expone a peligros como conjuros satánicos, participación en ritos de sectas esotéricas, sesiones espiritistas o de escritura automática y prácticas de Oui-ja con escaso conocimiento y temor, y pasa por periodos de situaciones emocionales intensas o tiene un carácter inestable con tendencias histéricas o desequilibrio emocional. Todo ello puede abrir la puerta al influjo de energías o entidades poderosas del bajo astral o malignas, que la persona no está en condiciones de enfrentar o repeler, y que pueden usurpar su cuerpo y su mente.


    En el contexto de la posesión, la persona padecer una serie de enfermedades físicas y psicológicas que lo martirizan terriblemente, todas ellas sin cura y sin razón aparente. El demonio actúa desde dentro (por lo que se llama posesión) dejando incluso muy dañada la libertad, por lo que se pueden llegar a cometer acciones perversas por cuenta del demonio. ¿Con qué objeto todo esto? Simple; la acción más ordinaria del demonio, orientada a todos los hombres, es la de tentarlos hacia el mal. Por eso, as personas más proclives a sufrir una posesión son aquellas que se abandonan al demonio con el pacto, libremente, y aquellas que constituyen un peligro para su reino. En los santos y en quien busca con radicalidad la santidad, el demonio produce en ellos lo que se conoce como "obsesión" (detallada al final del artículo en Otras formas de acción demoníaca ), a través de la cual busca desestabilizar su acción, hacerla ineficaz, y que finalmente desistan de este propósito. Para ello usa de todos los medios a su alcance incluyendo la perturbación física. El mismo Jesús se dejó tentar por Satanás, y se sabe que San Pablo de la Cruz, el santo cura de Ars, el padre Pío y tantos otros fueron golpeados, flagelados y apaleados por demonios, aunque en estos casos se trató de una influencia externa de Satanás para torturarlos, y no de apropiación de sus cuerpos y voluntades.

    En la posesión en sí, el demonio, o la entidad diabólica –se dice que no es siempre Satanás mismo el que posee a una persona, sino también diablos, supuestos espíritus del bajo astral y otras entidades proclives al lado oscuro- se apodera del cuerpo en forma permanente, ejerciendo un control total sobre éste, pero a diferencia de lo que muestra la película El Exorciza, donde la niña es víctima de la posesión en forma permanente, adelgaza y se enferma hasta casi morir, pierde por completo su conciencia de identidad y es incapaz de levantarse de la cama donde la tienen atada con correas por la fuerza hercúlea con que se daña a sí misma y a los demás, en la mayoría de los casos los posesos siguen su vida normal, y sólo son presa de los ataques diabólicos en forma intermitente y por un cierto lapso de tiempo.


    En los accesos severos se produce una agitación febril que se manifiesta en contorsiones, gritos de rabia, groserías y blasfemias hasta perder la conciencia. A esos estados críticos suelen seguir episodios de descanso o sosiego.


    Es normal, además, que las víctimas estén bajo cuidados médicos por enfermedades mentales antes de que se descubra que están poseídos, y esto generalmente sucede porque las medicinas no surten el más mínimo efecto. Los síntomas más claros de una posesión demoníaca, tanto a nivel físico y psíquico o de comportamiento, están establecidos por la Biblia en la materia: el Rituale Romanum de la Iglesia Católica, documento que establece los síntomas de la posesión y el rito para combatirla.


    Los principales son demostrar un odio furibundo y visceral hacia el nombre, imágenes o cualquier cosa relacionada con Dios, Jesús, los santos, la Virgen y símbolos sagrados, hasta extremos de histeria, psicosis o paranoia; la xenoglosia, o hablar y entender lenguas muertas o desconocidas que la persona no domina; practicar la clarividencia o adivinación para descubrir hechos y situaciones ocultas de las personas y el entorno, incluso a distancia; manifestar una fuerza física sobrehumana, que duplica en mucho a la normal según la edad y contextura de la persona, y una fuerza psíquica con un enorme poder de concentración y sugestión de terceros; predecir hechos futuros; sufrir una transformación integral de la personalidad original que da origen a una nueva forma de ser en extremo violenta, soez, burlona, irritante y odiosa; presentar alguna transformación física en el cuerpo, como llagas o heridas, cambios en la mirada, y endurecimiento de los rasgos faciales; alteraciones notorias en la voz, adquiriendo un tono gutural, ronco, donde cambia radicalmente el tono, cadencia y pronunciación de las palabras, y se suelen emitir fonías animales, como rugidos, quejidos y bramidos; capacidad de practicar la levitación contraviniendo la ley de gravedad, y contorsiones y convulsiones extraordinarias y antifiosiológicas con el cuerpo; emitir desagradables ruidos y hedores corporales, como diarrea, escupitajos y vómitos; capacidad de mover objetos a distancia por grandes y pesados que sean, afectando leyes físicas (telekinesis); generar cambios extremos y brucos de la temperatura del lugar donde se encuentra el poseso.
    Las víctimas de la posesión tampoco tienen edad. Se habla incluso de los malditos desde el vientre, bebés de pocos meses que manifiestan un comportamiento asombroso. En España fue famoso el caso de un bebé de 13 meses de edad, aparentemente poseído, que cuando el exorcista le colocó una medalla de San Benito giró su cabeza estando acostado boca abajo, y dijo con mucho enfado y voz ronca, "¡Ándate, márchate!". Obviamente, el niño era demasiado pequeño para hablar.​





    La batalla

    La única forma de combatir los casos de posesión diabólica y desalojar del cuerpo de la persona al espíritu que se ha alojado en él es un rito llamado exorcismo (del griego exousia, que significa juramento, en cuanto a poner al demonio bajo juramento o invocar una autoridad más alta para obligarlo a actuar de manera contraria a sus deseos).Los ritos varían desde simples invitaciones a retirarse hasta ceremonias elaboradas, algunas de las cuales incluyen bailes y estados de trance donde se le pide a Dios ayuda a expulsar al ente ofensivo. Dichas ceremonias incluyen la oración, la quema de incienso y el uso de sustancias sagradas como hierbas, agua bendita o sal. No importa cuánto dure un exorcismo; ya sea días u horas, el demonio siempre sale derrotado.

    La práctica del exorcismo tiene su origen en la magia. En la antigua Babilonia (hoy Irak), donde los sacerdotes rompían una imagen de arcilla o de cera que simbolizaba al diablo, con el fin de destruir al demonio real. Los griegos y los egipcios también realizaban ritos similares, y en la Biblia abundan diversas referencias al demonio y al exorcismo; de hecho, el Nuevo Testamento relata cómo Jesús expulsaba a los espíritus malignos a través de la oración y de su autoridad: “Jesús lo practicó (Mc 1,25 ss),
    En la antigüedad, el .exorcismo era pan de cada día ante cualquier persona que manifestara algún grado de violencia extrema o alteración de la personalidad. Hoy, aunque la posesión diabólica se ha puesto en tela de juicio desde que los avances de la psiquiatría han permitido descubrir patologías mentales que se curan o dominan con fármacos, no ha desaparecido del todo, y de tanto en tanto se oye hablar de algún caso de posesión aquí o allá, y el rito del exorcismo está presente en diversas religiones y culturas, lo que demuestra que en todas las civilizaciones se acepta la idea de que existe un espíritu del mal capaz de apoderarse del cuerpo y de la voluntad de una persona. Su uso es común en aquellas sociedades donde se cree que los espíritus interfieren frecuentemente en los asuntos terrenales ocasionando enfermedad, mala suerte y desastres.


    El cristianismo, en sus albores, no tenía plenamente asumida la figura del diablo, pero la introdujo aceptando las influencias de otras religiones, así como el contenido evangélico en dicho sentido.



    El Antiguo Testamento sólo cita un principio divino positivo, y por lo tanto no se entendía que es lo que podía provocar el mal; al no poder admitir otro dios sin caer en un politeísmo que se suponía superado, se echó mano de un ser inferior y se creó la imagen del demonio. Es difícil fijar hasta que punto Jesús lo admitió como un hecho sociológico, o bien, ante los milagros que realizaba, los propios narradores achacaban la sanación a la expulsión de demonios del cuerpo, basados en la creencia de la época de que la enfermedad era indefectiblemente provocada por dichas entidades, además de creerse ellos en la obligación de demostrar que los principios del bien prevalecían sobre los del mal.


    Es a partir de los siglos II y III cuando la Iglesia confiere carta de naturaleza al demonio como entidad del mal, y mediados del siglo V empiezan a aparecer los primeros exorcistas que terminan por consolidarse en el siglo VIII. En general, se trataba de clérigos que, además de sus tareas habituales, recibían una preparación especial a fin de capacitarlos para desempeñar tan comprometida responsabilidad.
    Hoy, el cristianismo asocia el exorcismo con la posesión demoníaca causada por Satanás, donde se libra una batalla entre el bien y el mal. La Iglesia admite la existencia del diablo y, aunque no es un dogma de fe, también acepta que el maligno tiene poder para poseer a una persona. Dice el Nuevo Catecismo: "El exorcismo esta dirigido a la expulsión de los demonios o a la liberación de una posesión demoníaca a través de la autoridad espiritual que Cristo confió a su Iglesia".


    Parte de la base de que el mal existe, y que Jesucristo vino a liberar al hombre del mal y del pecado y de todas las formas de dominación del maligno y sus demonios, que buscan pervertir el sentido de la vida del hombre y alejarlo de la salvación. Por esta razón, Jesucristo expulsaba los demonios y liberaba a los hombres de la posesión de los espíritus malignos, para hallar cabida en el corazón del hombre y darle la posibilidad de conseguir la libertad ante Dios.



    La Iglesia, que se siente llamada a seguir a Jesucristo, sostiene que ha recibido de Cristo mismo el poder de continuar, en su nombre, su misión para liberar al hombre del mal y de la de la posesión del maligno a través del servicio de sus ministros mediante el exorcismo, dejando en claro que la posesión diabólica no es ni un pecado ni un castigo para los pecados de la persona. “la permisión por parte de Dios de la actividad diabólica constituye un misterio grande, sin embargo nosotros sabemos que Dios dispone todas las cosas para el bien de los que lo aman (Rm 8, 28)» (Catecismo de la Iglesia católica, n. 395).
    Así, la Iglesia Católica tiene su propio ritual exorcista siempre actualizado, el Rituale Romanum, que data de 1614 y fue revisado en 1998, y en el cual un sacerdote experto y debidamente autorizado por el Vaticano recita oraciones y sigue ciertas prácticas y fórmulas para expulsar a los demonios o espíritus malignos de personas o lugares invocando la autoridad de Jesús.

    Pero hoy la cosa no es tan simple como en la antigüedad, y antes de que el rito pueda llevarse a cabo deben probarse rigurosamente los síntomas que presenta la persona como una auténtica posesión por parte de médicos y científicos, descartándose trastornos psiquiátricos y enfermedades mentales, y mediar la aprobación de un obispo diocesano. El Rituale Romanun dice expresamente que "el sacerdote designado para hacer un exorcismo, además de distinguirse por su piedad, prudencia y vida íntegra, debe ser inmune a cualquier ansia de engrandecimiento personal y no confiar en su poder sino en el divino, así como de edad madura y reverenciado no sólo por su cargo sino por sus cualidades morales". El propio Vaticano tiene en la Universidad Lateranense de Roma el Departamento de Parapsicología que estudia estos hechos antes de autorizar el exorcismo. Si bien lo utiliza muchísimo menos que en la antigüedad, no descarta la posesión diabólica en el siglo XXI, ni ha dado por superado el tema, y hasta el mismo Papa Juan Pablo II realizó exorcismos durante tres ocasiones en su pontificado.


    Aunque es menos común que en el catolicismo, ya que las iglesias luteranas no conceden ninguna credibilidad teológica a la existencia del demonio, algunos protestantes también realizan exorcismos; los pentecostales y otros carismáticos practican el "ministerio de la entrega", en el cual las personas dotadas arrojan demonios y curan mediante la imposición de las manos.


    En el judaísmo, la literatura rabínica del siglo I se refiere al exorcismo con un rito en el que se expulsa al dybbuk, un espíritu maligno o alma errante que toma posesión del alma de la víctima y le causa enfermedades mentales y un cambio de la personalidad. El dybbuk es expulsado a través del dedo meñique del pie de la víctima, y puede ser redimido o bien enviado al infierno. En el hinduismo, budismo, islamismo, shintoísmo y muchas otras religiones, se culpa constantemente a los espíritus y fantasmas por toda suerte de males y se les arroja fuera de lugares y personas. Las técnicas usuales de exorcismo hindú, por ejemplo, incluyen soplar humo de estiércol de vaca, apretar una piedra de sal entre los dedos, quemar estiércol de cerdos, golpear a la víctima o jalarle del cabello, usar monedas de cobre como ofrenda, recitar oraciones o mantras y ofrecer regalos de dulces u otros presentes.
    En algunas tradiciones shamánicas se cree que los demonios o espíritus causan enfermedades y desgracias robándose las almas. El shamán entra entonces en un trance extático para buscar y recuperar el alma y expulsar al demonio. De hecho, los chamanes indígenas, y hasta los sacerdotes de las tribus africanas más primitivas son expertos exorcistas, por no mencionar a personas proclives al ocultismo y la magia.
    El Rituale Romanum


    Es muy posible que una de las más hábiles trampas del demonio para influir en los hombres sea despistar sobre el tema de la posesión y ridiculizarlo, generando fraudes o permitiendo que sea hábilmente encubierta por enfermedades mentales que “aparentemente” se controlan con medicamentos.

    Quizás al abrigo de esta idea es que numerosas teorías afirman que tanto el exorcismo como la posesión son meros fraudes o mentalismos, que funcionan por el poder de la sugestión tanto del poseso como del exorcista. Sostienen que desalojar a una entidad tan poderosa como el mismo demonio con rezos, una cruz, un poco de agua, talismanes e insultos es un total disparate que menosprecia el poder de Satanás, y que la posesión sólo ocurre en personas fanáticas de algunas sectas que se dejan dominar y convencer por líderes, aflojando su autocontrol y dándole total cabida a otra persona en su propia mente, pero no al demonio. Los temblores de tipo epiléptico, tan peculiares en los poseídos, reflejarían sólo un conflicto de poderes o energético entre el espíritu-propietario y el espíritu posesor, es decir, un vulgar conflicto energético. Así, el exorcismo se convertiría en un mero fraude o espectáculo, donde un feligrés neurótico, complaciente e inconsciente cede ante las plegarias de su pastor Meros casos de demencia, más que de auténtica posesión diabólica.


    Que el tema se preste a tantas sospechas y fraudes molesta a los más acérrimos convencidos de la acción de Satanás sobre las personas. El sacerdote más experto en exorcismos del mundo, el padre Gabriele Amorth, señaló en una entrevista aparecida en el semanario L’Espresso de Italia, el 11 de junio del 2004, que la Iglesia es culpable del tono de charlatanería y farsa con que se trata el tema, que se ve más como casos de burla o locura que como algo serio. Señaló que el temor al demonio en la Iglesia decae cada vez más, lo que desata las manos del maligno y le ayuda a hacer su trabajo. “La Iglesia ha pasado de un exceso a otro. Para remediar la locura de la caza de brujas, que en vez de ser exorcizadas eran quemadas, ha cancelado todo, diablo y exorcismos. El resultado es regiones católicas enteras que no tienen más exorcistas. El año pasado nosotros los (exorcistas) italianos nos reunimos: éramos ciento setenta” declaró.


    Sobre el Ritule Romanun, dice que es absolutamente incompetente, “un desastre. Prohíbe actuar en caso de maleficio, cuando el 90 por ciento de los casos de posesión derivan precisamente de allí. Prohíbe actuar si no se tiene la certeza previa de la acción diabólica, cuando eso sólo se puede comprender cuando se está actuando. Por suerte sigue valiendo el viejo ritual. Yo uso ese, de otra formar tendría que renunciar”.
    El Ritual Romanum contenía, en un capítulo especial, las indicaciones y el texto litúrgico de los exorcismos. Este capítulo era el último, y había quedado sin ser revisado después del concilio Vaticano II. La redacción final del Rito de los exorcismos ha requerido muchos estudios, revisiones, renovaciones y modificaciones, consultas a las diversas Conferencias episcopales; todo ello analizado por parte de una Asamblea ordinaria de la Congregación para el culto divino.
    Después de 10 años de esfuerzo, el Papa Juan Pablo II aprobó el nuevo texto que fue presentado el 16 de enero de 1999 por el cardenal chileno Jorge Medina Estévez, prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos de la Santa Sede. Detalla el rito del exorcismo propiamente dicho, las oraciones que debe decir públicamente un sacerdote, con el permiso del obispo, cuando se juzga prudentemente que existe un influjo de Satanás sobre lugares, objetos o personas, sin llegar al nivel de una posesión propiamente dicha. Contiene, además, una serie de oraciones que pueden ser dichas privadamente por los fieles cuando sospechan con fundamento que están sujetos a influjos diabólicos.


    El cardenal recalcó el poder del exorcismo como una antigua y particular forma de oración que la Iglesia emplea contra el poder del diablo. Textualmente señaló:
    «Cuando la Iglesia pide públicamente y con autoridad, en nombre de Jesucristo, que una persona o un objeto sea protegido contra la influencia del maligno y substraído a su dominio, se habla de exorcismo. Jesús lo practicó (cf. Mc 1, 25 ss); de él deriva a la Iglesia el poder y la tarea de exorcizar (cf. Mc 3, 15; 6, 7. 13; 16, 17). De una manera simple, el exorcismo se practica durante la celebración del bautismo. El exorcismo solemne, llamado «gran exorcismo», puede ser practicado sólo por un presbítero y con el permiso del obispo. En esta materia es necesario proceder con prudencia, observando rigurosamente las normas establecidas por la Iglesia. El exorcismo tiene como objeto expulsar a los demonios o liberar de la influencia demoníaca, mediante la autoridad que Jesús ha dado a su Iglesia. Muy diferente es el caso de enfermedades, sobre todo psíquicas, cuya curación pertenece al campo de la ciencia médica. Es importante, por lo tanto, asegurarse, antes de celebrar el exorcismo, que se trate de una presencia del maligno y no de una enfermedad (cf. Código de derecho canónico, c. 1172)» (Catecismo de la Iglesia católica, n. 1673).


    La sagrada Escritura nos enseña que los espíritus malignos, enemigos de Dios y del hombre, realizan su acción de modos diversos; entre éstos se señala la obsesión diabólica, llamada también posesión diabólica. Sin embargo, la obsesión diabólica no constituye la manera más frecuente como el espíritu de las tinieblas ejerce su influjo. La obsesión tiene características de espectacularidad; en ella el demonio se apropia, en cierto modo, de las fuerzas y de la actividad física de la persona que sufre la posesión. No obstante esto, el demonio no puede adueñarse de la libre voluntad del sujeto, lo que impide el compromiso de la libre voluntad del poseído, hasta el punto de hacerlo pecar. Sin embargo, la violencia física que el diablo ejerce sobre el obseso constituye un incentivo al pecado, que es lo que él quisiera obtener. El ritual del exorcismo señala diversos criterios e indicios que permiten llegar, con prudente certeza, a la convicción de que se está ante una posesión diabólica. Es solamente entonces cuando el exorcista autorizado puede realizar el solemne rito del exorcismo. Entre estos criterios indicados se encuentran: el hablar con muchas palabras de lenguas desconocidas o entenderlas; desvelar cosas escondidas o distantes; demostrar fuerzas superiores a la propia condición física, y todo ello juntamente con una aversión vehemente hacia Dios, la santísima Virgen, los santos, la cruz y las sagradas imágenes”.



    Otras formas de acción demoníaca

    La posesión es la forma más cruel y extrema que tiene el demonio para actuar sobre una persona y apoderarse de ella, pero no la única. Existe también la vejación diabólica, que consiste en trastornos y enfermedades más o menos graves que pueden llevar al sujeto a perder el conocimiento y a cometer acciones o pronunciar palabras de las que la persona no es responsable. En la Biblia, por ejemplo, Job no sufría una posesión diabólica, pero fue gravemente atacado a través de sus hijos, sus bienes y su salud. La mujer jorobada y el sordomudo sanados por Jesús no sufrían una posesión diabólica total, sino la presencia de un demonio que les provocaba estos trastornos físicos. San Pablo, desde luego, no estaba endemoniado, pero sufría una vejación diabólica consistente en un trastorno maléfico: "Por lo cual, para que yo no me engría por haber recibido revelaciones tan maravillosas, se me ha dado un sufrimiento, una especie de espina en la carne [se trataba evidentemente de un mal físico], un emisario de Satanás, que me abofetea" (2 Cor. 12, 7).

    Se identifican, además, los casos de dolor externo, donde la persona experimenta sufrimiento físico como palizas, azotes, y heridas causadas por objetos que caen, empujones. El cura de Ars, San Pablo de la Cruz y el Padre Pío también fueron víctimas de esta acción diabólica, si bien de carácter externo.


    Por otro lado, está la obsesión diabólica, donde la voluntad de la persona se mantiene libre, pero es oprimida por pensamientos y tentaciones obsesivas que la mantienen en un estado de postración, con continuos deseos de suicidio. El demonio ataca el alma de la persona. Algunos santos atacados por estas tentaciones conservaron en el interior de su alma una paz inalterable, como le ocurría el Cura de Ars. Casi siempre las obsesiones influyen en los sueños.


    La sujeción diabólica, en tanto, llamada también dependencia diabólica, se genera cuando la persona se somete deliberadamente a la servidumbre del demonio mediante el pacto de sangre con el diablo y la consagración a Satanás.


    Otro cuadro es la opresión diabólica, que produce una especie de racha de mala suerte en la salud, el trabajo, las afecciones, las relaciones con otros de la persona. Sus síntomas incluyen ataques inexplicables de furia y una tendencia hacia estar completamente aislado.
    La infestación diabólica es otra situación donde la actividad maléfica está dirigida hacia lugares, objetos y animales.






    se que largo pero es INTEDEZANTE .... LO PUEDEN LEER UN RATO CADA DIA SI LES DA PAJA... BUENO SALUDOS






    PD: NO VOI ACEPTAR LOS TIPICOS COMENTARIOS "VO SOY WN QUE CREI QUE VOI A LEER EL MEDIO TESTAMENTO" VEO A ALGUIEN DICIENDO ESO O PARECIDOS ADVERTENCIA POR WN...




    SALUDOS ::portalnet::

     
  2. shub-niggurath

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    lo lei completo super buen articulo
    no faltaran los q digan a q paja jajaj
    pero leanlo esta bueno
     
  3. Kümîkø

    Kümîkø Invitado

    wenisimo el aporte
    se agradece ^^
     
  4. Kümîkø

    Kümîkø Invitado

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