Si los manifestantes pueden marchar, ¿por qué los negocios no pueden abrir?

​

¿Recuerdan el COVID-19? Los dueños de pequeños negocios que aún no han abierto, pero que corren el riesgo de ser aplastados por los alborotadores seguro que sí.

Mientras el alcalde Bill de Blasio y el gobernador Andrew Cuomo se turnan para hacer comentarios vagos sobre la continua destrucción, muchos propietarios de pequeñas empresas atrapados en el limbo se preguntan: ¿Por qué las multitudes están bien para protestar, pero no para nada más? Nuestros temerosos líderes no tienen respuesta.

La ciudad de Nueva York está a cinco días de entrar en la Fase 1. Esto abrirá sólo algunas industrias, como la construcción, la manufactura y el comercio minorista sólo en base a la recolección.

Muchos dueños de negocios se preguntan si les quedará un negocio por abrir cuando llegue su turno.

Pocos dueños de negocios con los que hablé me permitieron usar su nombre o el nombre de su negocio. Varios me dijeron que temen represalias por parte de un gobierno que tiene el control total de su destino. Creen que criticar cualquier parte del plan de reapertura puede hacer que los cierren cuando lleguen a abrir.

El dueño de una cadena de escuelas preescolares que regularmente proveen servicios a más de 500 familias en toda la ciudad me dijo lo imposible que ha sido obtener una respuesta clara del estado sobre el futuro de su negocio.

“Hemos esperado semanas para escuchar a los funcionarios estatales y locales, y nadie puede proporcionar una orientación clara. Hemos tenido equipos que se han puesto en marcha para evaluar la situación desde el primer día, y el hecho de que haya poca o ninguna información sólida presentada a las pequeñas empresas para que podamos empezar a transformarnos a la nueva norma es descorazonador, por decir lo menos”.

Con la “educación” intercalada con los espectáculos y conciertos de Broadway en la Fase 4, y tantos campamentos de día cerrados durante la temporada, porque el permiso de Cuomo para abrir llegó demasiado tarde, es imposible saber cuándo los padres podrán obtener cualquier tipo de cuidado infantil.

Muchos otros dueños de negocios con los que hablé no tenían claro cómo reabrirán si sus hijos no tienen a dónde ir.

Otros se preguntaban cómo, incluso después de que reabriéramos completamente, sus negocios podrían funcionar con las estrictas pautas establecidas.

La dueña de una joyería en el centro me dijo que no está segura de cómo una joyería puede permitir que los clientes entren con máscaras. La recogida en la acera (curbside pickup) que finalmente se permitió en la fase 1 tampoco hará una diferencia para muchos minoristas.

Sarale Giter, una peluquera de Brooklyn, fue una de las pocas que me dejó usar su verdadero nombre. Es una de las fundadoras del grupo Reopen NY, dedicado a ayudar a los pequeños negocios a reabrir.

Giter me dijo: “Si puedes dar bendiciones a los manifestantes que ejercen su derecho a la protesta sin distanciamiento social, entonces seguramente podemos ser libres de practicar nuestro derecho a llevar a cabo negocios de manera segura y con distanciamiento social con máscaras y desinfección”.

Las protestas han expuesto lo absurdo de los continuos confinamientos. O es una emergencia de salud pública y las multitudes deben ser detenidas, o no. No puede ser ambas cosas.

El domingo, mientras las protestas continuaban en East Flatbush, Brooklyn, un video circuló en línea de un sheriff de la ciudad a pocas avenidas de distancia dando boletos para abrir tiendas en la 13ª Avenida en Brooklyn.

Nada de esto tiene ya ningún sentido. La fiesta se ha acabado, el confinamiento ha terminado, nuestros oficiales electos solo necesitan ponerse al día.

El malestar en nuestras calles está innegablemente ligado a que la gente está confinada en sus casas indefinidamente, muchos sin trabajos a los que volver. Hay una razón por la que las protestas están golpeando tan fuerte en la ciudad de Nueva York, en ningún lugar cerca de Minneapolis, el lugar real de la muerte de George Floyd, y es porque seguimos en este confinamiento perpetuo sin un final a la vista.

Necesitamos llegar a un mejor lugar como ciudad, y para ello tenemos que volver al trabajo.

Dani Zoldan y James Altucher son los dueños del club de comedia Stand Up New York. El domingo, el club hizo un espectáculo socialmente distanciada en la acera de afuera. Altucher me dijo: “Sólo queríamos que la gente volviera a reírse. Los comediantes eran geniales. El público se divertía, se distanciaba socialmente y llevaba máscaras. Y luego nos cerraron unos 20 minutos antes de que el show terminara de todos modos”.

Todos necesitamos reírnos de nuevo. Nuestros políticos necesitan dejarnos.

Fuente: If protesters can march, why can’t businesses open?

 

​