Vida, muerte y moral.

Tema en 'Debates' iniciado por Metanoia.3, 21 Ene 2014.

  1. Metanoia.3

    Metanoia.3 Usuario Casual nvl. 2
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    Me dio la gana de compartir este artículo con uds. con el fin de abrir un debate moral. Lo escribí a mediados de este año.

    Estuve mi buen rato dándole una revisada a mis entradas anteriores... tratando de buscar una justificación, un apoyo a mi controversial perspectiva, y siento que se ha tergiversado tremendamente.


    Venía de viaje a casa con mi hermano. En un momento se me vino a la cabeza el tema de mi abuela en el hospital... lo de las donaciones de sangre... lo de su inminente partida. Le expresé mis conclusiones, sobre lo hostil que se volverá todo al estar allí, por el solo hecho de estar todos, con sus respectivas visiones de ello, respectivo background de actos buenos y malos, todos en un solo lugar. No dijo mucho al respecto, pero debió reconocer que así sería.

    Hoy le dije a mamá que no tenía ganas de ir a ver a la abuela. Que me sentiría de lo más inútil estando allá. Ni siquiera sé si soy compatible en sangre con ella. Y ella ya no tiene ni puñetera idea de quién soy yo. Respecto a la donación, no me encuentro motivada. En esto tengo una visión algo más amplia, que expondré luego. Mamá dice que muchos han estado cooperando con eso, lo cual debiera parecerme "bien", segun todos. Pero en realidad, creo que no es así.

    En resumen, no me dan ganas de ir. La donación de sangre me parece innecesaria, porque solo alargará su vida, un par de semanas, meses, pero no la salvará. Por otra parte, pienso que ella no es feliz. Tiene de todo, la cuidan, la alimentan, se preocupan por ella, pero no es consciente de eso. Su cabeza le juega malas pasadas, piensa que quien le rodea está conspirando en su contra, robándole artículos que nunca tuvo... echándole cosas a la comida... Ella, ni con toda atención y amor del mundo será feliz. No en esta vida.

    Hoy me dijeron que por aquello simplemente soy tonta, que "no tengo corazón" (entre otros términos menos blandos). Me atacaron como persona, por no pensar igual. Me faltaron el respeto, por no tomarse el tiempo de analizar mejor en lo que estaba diciendo. La verdad no me sentí realmente afectada por todas esas cosas. Fue una respuesta de lo más predecible, junto que no vino de la persona más idónea para hablar de sensibilidad o moral.

    Todo eso no tuvo la autoridad ni la validez que se adquiere con una práctica ética de por vida, y no cuando la salud de alguien se complica, y la sensibilidad brota, como en todos los años a cierta fecha en que comienza la Teletón, y todos se sienten con el derecho de decirse de buen corazón, sin mencionar que el resto de los días del calendario no pensaron más que en sí mismos.

    Recuerdo que cuando yo era más chica solía acompañar a mi papá cuando este le llevaba almuerzo a la abuela en la vianda color café-con-leche, envuelta en una bolsa negra. Recuerdo que lo hice varias veces... lo acompañaba a él a arreglar el jardín, me iba a su cuarto (el se quedaba a dormir allí, todas las noches) a ver el Discovery Kids o el Cartoon hasta que la abuela se enojaba (decía que estar allí encerrada toda la tarde era a lo menos una falta de respeto) y tenía que acompañarla a ver sus novelas, el noticiario de La Red, con el volumen a más no poder (esto por su sordera). Me quedaba a tomar la once, con pan tostado y mantequilla Bonela, y el café Eco servido en esas tacitas beige con el dibujo de una casita azul... Luego a eso de las 19 horas mi papá me iba a dejar a casa, y se devolvía con la abuela.

    Recuerdo que durante unos largos meses no quise ir más.... A veces me regalaba calugas masticables. pero en su mayoría me convidaba aceitunas y a mi no me gustaban (yo las botaba por un hollito en el suelo de madera, bajo la silla en la que siempre me senté). Ella discutía con papá delante de mí, o me retaba. Le hablaba de mis piojos, de mis codos sobre la mesa, de mis pies sobre los palitos horizontales entre las patas de la silla, de que caminaba muy fuerte, y el piso de madera hacía temblar la casa entera... Y no recuerdo más, para que les voy a mentir.

    Durante los últimos años de la vida de mi papá retomé mis visitas a la abuela... ¿Dejó de ser tan pesada, o yo dejé de darle importancia y me acostumbre a su trato? No tengo como saberlo, aunque intuyo que pudo ser el solo hecho de verme de nuevo allí, después de un largo tiempo.

    La abuela nunca me dio un regalo de cumpleaños, lo que no me molesta,
    porque yo tampoco tuve para regalarle nunca algo más que las bolsitas de maní que papá me daba cada año para esa fecha. Bueno, una vez creo que me dio $2.000. En ese tiempo valían más que ahora... al menos para mi. Pero el punto es que gran parte de mi infancia estuve ahí con mi papá, le hubiese agradado tenerme o no.

    Para cuando papá murió yo no tuve el tiempo de estabilizarme moral y emocionalmente que hubiese debido tener cualquier niño de 11 años. Todo ocurrió en menos de 24 horas: A tu papá le dió un infarto. Luego de unas horas, "el papito está en el cielo". Y me rajé, ya sabrán. Porque lo amo, porque aún no era su momento. Porque tenía que verme entrando al liceo, graduándome, entrando a la Universidad. Tenía que llevarme en mi matrimonio.

    Y ahora haré un paréntesis a algo que estudié este año, que es ni más ni menos que la teoría del Desarrollo Moral de Kohlberg, que dice más o menos así:

    Durante nuestro crecimiento, las personas vamos pasando por etapas en las cuales nuestra moral evoluciona desde el egocentrismo hasta el altruísmo (esa es la idea, al menos).

    [​IMG]


    En base a esto, les preguntaré y responderé lo siguiente: ¿Era justo que mi papá, un hombre sano de 63 muriera súbitamente dejando a una mujer, un hijo a punto de titularse (quien le vio muerto a su lado), a mi hermana y a mi a menos de la mitad de nuestra vida?

    Durante ese 19 de marzo hace 8 años, yo tuve apenas horas para determinar una postura ante esa pregunta, la cual por mi bien tendría que mantener por el resto de mi vida. La respuesta se vio reflejada en mis ojos secos, en mi negación de mirarle dentro de la tumba. Para el resto, yo estaba extrañamente serena, y fue porque comprendí lo siguiente:

    mi papá era un hombre aún joven, quien tenía proyectos y ganas de vernos crecer. Pero estaba agotado, por su doble responsabilidad de hijo y padre, por un inminente embargo producto de un juicio que "injustamente" perdió... porque su jubilación era mínima y trabajar de colectivero no le daba la plata suficiente. El había estado sufriendo. Nadie me lo dijo, pero lo supe ver por mi cuenta.

    Yo lo amaba; lo amo todabía. Yo quería tenerlo más tiempo conmigo... Sin él yo quedaba vulnerable. Yo lo necesitaba. ¿Pero qué era más justo? ¿Atender mi necesidad, de que me acompañase un par de años más, o atender la suya, que no era más que descansar en paz?

    Lo terrible de la muerte son solo aquellos segundos en que el alma se desprende con dolor de un cuerpo que ya no responde. Yo no soy quién para decir qué viene después, pero no creo que sea sufrir más que en vida. Quien está muerto ya no está preso de sentir nada, solo descansa. La peor parte queda para nosotros, para quienes lo extrañan. Para quienes aún sienten que necesitan tenerle aquí cerca. Para quienes tendrán que tomarse un tiempo antes de aceptar que su partida fue para SU bien, y eso vale más que toda nuestra pena al echarlos de menos.

    Supongo que no les será dificil concluir que mi postura en esta ocasión no es distinta. Mi abuela no es joven, tuvo un buen marido y una familia numerosa, a la que pudo ver crecer al punto de conocer nietos y bisnietos. Yo no he pasado estos últimos días con ella, pero intuyo que está agotada. Intuyo que luego de este largo y difícil proceso (en el que hasta ya se anunciado no resistirá ni una operación más) ha de haber mencionado una vez más querer morir. Nuevamente nadie me lo ha dicho, pero me he sabido dar cuenta por mi cuenta.

    Tal vez aún después de todo esto, habrán muchos (incluso algunos a quienes quiero, y dicen quererme) que no me entenderán, que no me comprenderán, y que me faltarán el respeto, que criticarán a mi persona, que me insultarán sin detenerse primero en mis argumentos, como lo haría alguien maduro. A ellos les diré en esta ocasión que no pretendo hacerles cambiar de opinión. Se lo difícil que es es para un adulto transformar una creencia. Pero por mi parte, no estoy dispuesta a abandonar mis principios éticos de amor, respeto y dignidad hacia la vida y fallecimiento de otro, (en este caso mi abuela, que está a punto de irse), porque la costumbre social presente diga que para ser buena persona se tiene que llorar en público y exclamar que la muerte es injusta.

    Solo me queda desear que en donde quiera que sea, en este mundo o en otros, consiga la paz que todo ser humano merece.

    Fuente: http://shehasmovedon.blogspot.com/2013/05/vida-muerte-y-moral.html
     
  2. Agnostos Theos

    Agnostos Theos Usuario Avanzado nvl. 4 ★ ★
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    Felicidades, maduraste.
     
  3. Jote33

    Jote33 Usuario Avanzado nvl. 4 ★ ★
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    Saludos
    Bueno con respecto a tu texto te lo iba a contestar en 2 partes pero es una sola, la relación tuya con tu papa, es la misma que tu papa con tu abuela, los seres queridos son queridos por lo tanto , uno quiere que siempre estén ahí con uno, cuando fuiste a donar sangre no debiste pensar en lo que tu sientes por tu abuela, debiste pensar en lo que sentía tu papa, tu papa quería que tu abuela estuviera mas tiempo con el, osea que debiste donar sangre mas por tu papa por tu abuela, así como yo voy todos los años a la misa de mi abuelo que nunca conocí, no lo hago por mi abuelo lo hago por mi papa, acompaño a mi papa en su dolor.

    “La partida es todo lo que conocemos del cielo y necesitamos del infierno” (Emily Dickinson)

    Creo que eso lo resume todo, pero lo único que puedo decir es que la edad no nos hace mas altruistas (eso depende de cada uno), lo que si nos hace es entender el dolor ajeno y depende de lo que quieras hacer si haces algo por ese dolor o no.
     
  4. KUNTA

    KUNTA Usuario Nuevo nvl. 1
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    copy paste qliao
     
  5. Metanoia.3

    Metanoia.3 Usuario Casual nvl. 2
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    El blog es mío.
     
  6. Ceffe

    Ceffe Usuario Nuevo nvl. 1
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    Que lindo lo que escribiste, me gustó como relatas implícitamente el proceso inexorable en que todo ser humano se encuentra y enfrenta por primera vez a sí mismo, desnudo, sin nada con que defenderse. Es muy duro bajar a esos abismos, y sin duda si sales con éxito no vuelves a ser lo que eras antes.
     
  7. sewatan

    sewatan Usuario Nuevo nvl. 1
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    La empatìa nace y no se hace.
     
  8. Metanoia.3

    Metanoia.3 Usuario Casual nvl. 2
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    No... yo nunca pude ni quise donar sangre. Estudio fuera de la región y se me hizo imposible viajar. Además no compartimos grupo sanguíneo. De no haber contado con estas dos contrariedades, no creo que haya donado sangre; no en esta situación. Mi abuela no tenía ningún chance de vivir, con o sin donaciones de sangre. Me parece egoísta utilizar este recurso en una persona desahuciada, cuando puede ser útil para salvarle la vida a alguien más que le necesite, y que en efecto, cuente con la posibilidad de seguir viviendo.

    Algunos familiares se empeñaron en mantenerla con vida todo lo que pudieron, lo cual comprendo pero no comparto. Mantenerla con vida, en la medida de lo escasamente posible, no garantizó su bienestar. Yo siempre he creído que eso está por sobre todas las cosas. Su bienestar era dejarla descanzar en paz. Y eso es más importante que un capricho nuestro de no dejarle partir por extrañarle demasiado. Cuando la felicidad de un ser querido está lejos de nosotros, no podemos hacer otra cosa más que aceptarlo y dejarle ir. Para mi, esto es altruísmo puro.

    Saludos y gracias por compartir tu punto de vista.


    Gracias... de haberlo relatado así, fue de manera inconsciente. Y si, supongo que estas experiencias, por duras que sean, ofrecen grandes aprendizajes, si decides seguir adelante por el camino de piedras. Te hacen madurar bastante.

    Ese enunciado me parece demasiado definitivo. Algunos nacen con empatía... pero todos tenemos el chance de desarrollarla. No todo es innatismo, y no todos nuestros razgos actitudinales tienen como fuente la genética, por ejemplo. En su mayoría, se adquieren socioculturalmente, desde la primera infancia. Incluso, algunos se pueden aprender a consciencia.

    La empatía puede desarrollarse de diversas formas... no caigamos en totalitarismo.
     
    #8 Metanoia.3, 22 Ene 2014
    Última edición: 22 Ene 2014
  9. Cherub Rock

    Cherub Rock Usuario Nuevo nvl. 1
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    Concuerdo completamente con tu postura, y me hace pensar hasta qué punto la muerte como fenómeno, en nuestra cultura, por lo general no admite más perspectivas que aquellas que incluyan el lamento y la desgracia. La evitamos y la posponemos lo más posible, aun cuando ello signifique el sufrimiento del que sigue "viviendo".
     
  10. Jote33

    Jote33 Usuario Avanzado nvl. 4 ★ ★
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    Saludos, en primer lugar la sangre que estan pidiendo no necesariamente era para tu abuela, de echo es muy probable que hayan usado otra sangre de personas que no conoces para tratar a tu abuela, se pide sangre para reponer la que se usa, si no eras compatible con tu abuela no importa a otra persona le puede ayudar, si hay x persona familiar mio que este sufriendo yo lo ayudaria, porque?, simplemente porque como a mi me gusta estar vivo yo creo que la otra persona también quiere estarlo, el dolor puede pasar (si sufre mucho), las adversidades se pueden superar si te lo propones (si estar con alguna parálisis), pero si mueres no queda nada, yo por lo menos no soy dios y no conozco a nadie muy bueno para hacerlo, si alguien me dice que no hay caso que hay que dejarla descansar en paz, sinceramente que se joda yo haré todo lo que este a mi alcance porque eso espero que hagan por mi, que paso o no, no importa, así decidí reaccionar ante esta situación.
     
  11. Martitax67

    Martitax67 Usuario Nuevo nvl. 1
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  12. guaripolo

    guaripolo Usuario Casual nvl. 2
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    Genial debe ser tomar un café y hablar contigo, porque pocos comprenden así, más otros aún menos logran expresar. Simplemente hay gente que con letras trabaja mejor que con personas, la verdad no sabría decir cuál eres tu, pienso que el hecho de haber vivido esto, te marca, como todo en la vida, pero en tu caso creó una inspiración que se materializó en un texto que a otros nos puede ayudar.

    Personalmente siento que el que más llora no es el que mas sufre, ni el que más acompaña en los últimos momentos, es el mas fiel, yo me quedo con lo que di en vida, al final, es solo un adiós, nada de lo que hagas enmendará un mal o lejano comportamiento, y ello porque nadie está obligado a ser presente en la vida de otro, va de la mano directamente con como uno sea y sean los demás, la afinidad no es un contrato, menos una obligación, por ello mismo no es ni bueno ni malo, sino simplemente es.

    Te felicito, me di el tiempo de leer en forma profunda tu texto, y me ayudó a ser mejor persona y te lo agradezco.