Leyenda e Historia del Brujo Chilote

Tema en 'Cementerio De Temas' iniciado por Dios Hades, 4 Sep 2010.

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  1. Dios Hades

    Dios Hades Usuario Casual nvl. 2
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    es una explicacion de la Leyenda del Brujo Chilote y con una historia contada...
    espero les guste...


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    Pese a sus poderes, no toleran la sal, herencia de los mitos europeos, donde las brujas no pueden consumir sal, por ello los campesinos europeos ponen sal detrás de la puerta del hogar para evitar que las brujas entren; ya que les “sala” el cuerpo e inmoviliza las junturas. Los brujos de Chiloé pueden ser descubiertos si se tira sal o afrecho al fogón, el brujo empezará a estornudar y morirá sarnoso antes del año, cosa que también ocurre si es descubierto y atrapado por alguien haciendo alguna brujería. También están obligados a usar bufandas y prendas de cuello alto todo el año, incluso en días de gran calor, ya que deben ocultar sus tatuajes distintivos.

    Chiloé tan alejado y lejos del poder político de Chile fue la última parte liberada en la independencia (1826); Santiago ya era patriota en 1818. El sistema económico de la colonia fue mantenido por las nuevas autoridades eran las haciendas y el inquilinaje, donde mestizos y españoles pobres se instalaban en los terrenos alejados de las grandes haciendas ganaderas, a cambio de un pago simbólico en especies cada año. Ante esta explotación, apoyada en armas y en la Iglesia Católica los chilotes buscaron ayuda en los brujos, de quienes se suponía que podían causar daño, enfermar y aún matar a los hacendados que maltrataran a sus peones, y también sobre las autoridades civiles y religiosas que los apoyaran en sus acciones.

    La rebelión política y religiosa se volvieron una; y en 1880 se abrió el expediente criminal contra Mateo Coñuecar y otros por asociaciones ilícitas y envenenamientos. La inquisición entró en Chiloé después sesenta años de haber terminado la inquisición española; muchos sospechosos de practicar la brujería fueron apresados, interrogados y torturados. La idea era determinar las acciones de la Recta Provincia, nombre dado a la asociación de brujos, que actuaba como un gobierno paralelo al oficial entre sus semejantes; finalmente, salvo por demostrar que algunos practicaban viejos ritos tribales mapuches, no se pudo comprobar envenenamientos, ni magia negra; algunos señalan sin embargo que La Recta Provincia desapareció; en parte por toda esta acción gubernamental, y en parte por peleas entre sus propios miembros, al romperse el orden y jerarquía de la supuesta sociedad.

    El origen de la Recta Provincia se remonta a la colonia, cuando navegante José de Moraleda (quien realmente existió) visitó Chiloé y desafió el poder de la machi Chilpilla en una competencia de magia. Ella lo derrotó dejando su barco en la tierra, él le obsequió un libro de magia, libro que posteriormente algunos pobladores nativos usaron y sirvió para crear esta sociedad que se extendió por todo el archipiélago.

    La sede del “Rey de los brujos” estaba en la Cueva de Quicaví (Casa Grande), hoy algunos suponen que al ser descubierta la cueva, se mudaron a otra conocida sólo por los brujos. La Cueva tenía su entrada en una quebrada y estaba vigilada por el Invunche. Dentro se guardan el Libro, el Levisterio o Revisorio, usado para hacer diversos exámenes, y el Chayanco, usado para vigilar a todos los miembros de la comunidad de brujos. El lugar mediría aproximadamente unos 200 metros y tendría muchas dependencias, estando iluminado por antorchas y cántaros de aceite humano.

    Para formar parte de la Mayoría, el iniciado pasaba por una serie de pruebas, los iniciados eran por lo general familiares e hijos de brujos o personas de su confianza; la primera prueba era quitarse el bautizo; el aspirante pasaba cuarenta noches bajo una pequeña cascada; sitio donde se dice que baña el Camahueto, adquiriendo así la fuerza de la bestia. Si se tiene prisa, un baño con sangre de recién nacido no bautizado ayuda. Tras estas y otras pruebas, el iniciado es llevado a la cueva ante la Mayoría (trece brujos que lo evalúan) y se le somete a la prueba mayor, asesinar un familiar muy querido, una noche de martes. Otras pruebas en el campo seguirán hasta alcanzar el permiso de ponerse el chaleco “macuñ” confeccionado antes por el iniciado y jurar no revelar su secreto (que es brujo) ya que de lo contrario morirá antes de un año. Su ingreso es celebrado con un gran banquete de guagua (bebé) asada. Ya dentro de la sociedad se le enseñará a volar y otras artes; también aparecen las prohibiciones: no probar sal, así como no violar o robar, las artes no pueden ser usadas para beneficio propio; esto es valido en los brujos de Chiloé y en las antiguas brujas y brujos europeas.

    Una historia de Brujos (fuente aquí) es “La camiseta del brujo” de Renato Cárdenas Álvarez:


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    Doña Rosalía ya se lo había advertido en un par de oportunidades, que si no sanaba pronto a su marido te*nía que vérselas con sus hijos.

    ―A vuelta del Navarino van a regresar de la Argentina, Pelapecho maldecío―, le gritaba a pleno cami*no público.

    Don Carmelo Barría había sido un hombre ro*busto y bueno para el trabajo, pero por cuestión de des*lindes se enemistó con Juan Estanislao, brujo rematado según el vecindario. Ahora no era ni la sombra de lo que fue hace un año.


    Primero lo sajaban a pleno día. Después lo extra*viaron en su propio monte, a cuenta una manchita de matorrales, que cuando uno estaba entrando por un lado ya estaba saliendo por el otro. Pero ahí estuvo dando vueltas medio día ―enlesado― hasta que su vieja lo salió a buscar y lo encontró difareando, sentado en un palo podrido.


    Después de este percance ya no fue el mismo. Empezó a ponerse maganto y falto de apetito. Lo llevaron al médico, a Castro, pero sus vecinos les aconsejaron que estaban perdiendo plata porque ese era trabajo de una machi. Pero ésta se declaró incompetente porque el raiguae era muy poderoso y no podía contrarrestarlo. Sin embargo, le dio algunos consejos. Pero necesitaba a sus hijos para eso.


    Después cayó en cama y entonces ―cuentan los vecinos― era una función cada noche con tan*to lucerío que transitaba la casa. Doña Rosalía se confundía, aten*diendo siembras, sus animalitos, a su marido y a los bru*jos por la noche. Pájaro que se aposentara salía persiguiéndolo con ti*zones del fogón.


    ―¡A cuentas un puñado de huesos está mi viejo! ―le gritaba la mujer―. ¡Espérate que vengan los chicos ―lo amenazaba― ahí te quiero ver, brujo sarniento!”.


    Y así fue como una tarde de otoño, en la lancha de recorrido se bajaron dos mocetones gruesos, forzudos, cargando pesados cacharpe*ros y un par de valijas de madera terciada.


    Después de los llantos de rigor, la madre les contó, con más detalles que en las cartas, lo que estaba sucediendo en su hogar. Los mucha*chos escucharon en silencio y con sigilo salieron de la casa antes que amaneciera.


    Lo pillaron todavía en su cama. Y con ese bozarrón autoritario que identifica a los viajeros a la Patagonia, uno de ellos le gritó de afuerita del cercado.


    ―¡ Sale de tu cama, brujo flojonazo, que aquí te precisamos !”.


    A penas se acercó lo tomaron de un ala y se lo llevaron. No hubo palabras durante el tra*yecto. Al llegar, lo introdujeron en el dormitorio y fue atrincado por la fami*lia. El viejito, acurru*cado en su poncho café, negaba todo con mo*nosílabos. Doña Rosalía ordenó:

    ―Ahora, sáquenle esa manta. Ahí dentro debe traer su macuñ.

    Apareció una camiseta ennegrecida por el hollín y grasienta, que le quitaron en el acto. Quedó en puros cueros, encogido y protegiéndose el pecho.

    ―¡Máchavete ahora! hijo de satanás― le replicó la mujer.

    El anciano recogió su poncho y en dos zancadas alcanzó la puerta.


    ―Ahora chicos ―ordenó la madre más calmada― va*yan a buscar unas varitas bien sobaditas y fuertes porque a esta camiseta la vamos a moler a palos. Este es el chaleco con que ese brujo miserable vuela cada noche. Májenlo bien esto, una hora cada día, hasta que tenga*mos resulta*dos. Al día siguiente, contaban los vecinos, el viejo Juan Estanislao cayó en cama.

    ―¿Y cómo va el enfermo aquí?―, pregunta*ban curiosos.

    ―Saben, ―contestaba doña Rosalía― arregentando está. Hoy, hasta unas papitas al res*coldo comió.

    Y así no más fue. A la semana, la camiseta no era más que un puñado de hilachas y la salud del embrujado ya se había recuperado casi por completo. El día que sa*lió al corredor de su casa, aprovechando el solcito de la mañana, se detuvo un vecino a saludarlo.

    ―Miren qué alentadito que están don Carmelo―. ¿Capaz que tengan fuerzas para ir al sepulte del finado Juan?

    ―¿Qué Juan, hombre?


    ―Juan Estanislao ¿qué otro?. Parece que murió a la amanecida. A mí fueron a suplicar para que diera ra*zón al fiscal… y repiquen las campanas.
     
  2. Sabiduría

    Sabiduría Usuario Casual nvl. 2
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    si...interesante
    saludos.
     
  3. danza macabra

    danza macabra Usuario Nuevo nvl. 1
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    interesante...

    saludos o_O
     
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