Crash: El regalo de cumpleaños (mi segunda milf)

Crash: El regalo de cumpleaños (mi segunda milf)​

Esta historia comienza, como se dice, in medias res. Hace algún tiempo que ya habíamos mantenido relaciones con cierta frecuencia, pero justo para entonces había pasado rato de la última vez.

Nos conocimos haciendo estudios de postgrado y me di cuenta de inmediato que estaba siendo cortejado. Realmente los seres humanos quedamos increíblemente indefensos frente a los halagos y no hay nadie que sepa dártelos como quien quiere culiarte.

Si han navegado por las aguas nocturnas de Santiago, sabrán que algunos viejos teatros son actualmente cines de culto. El ambiente de la mayoría de estos lugares parece congelado en la estética de películas de los 80’s con esos asientos de cuero duros, largas hileras de butacas y muchos lugares hacia el fondo donde las parejas suelen aprovechar la oscuridad.

48 y 28. La invité al cine por su cumpleaños. Cine de culto en el centro de la capital. Crash la del 96’ de Cronenberg, película bizarra (en el sentido anglosajón de la palabra). La película adapta la novela homónima de J. G. Ballard y como sinopsis les cuento brevemente que trata sobre un grupo de personas que tienen sinforofilia, o sea, que se excitan con los accidentes de autos. Créanme, aunque la premisa es rarísima, realmente logra que te excites.

Y así fue. Mi querida milf había llegado a la junta con un vestidito de una sola pieza que dejaba ver sus hermosas piernas y su abultado pecho. Una rubia curvy oficinista de ministerio. Muy letrada, muy decente.

Nos sentamos al final. Al poco tiempo de comenzada la película comenzamos a encender motores. Con los focos apagados y alejados por al menos dos hileras de butacas hacia el frente comencé con los pequeños acercamientos.

Primero jugué discretamente con su cabello, sus hombros y delicadamente sus orejas. Luego, bajando lentamente hacia sus hombros y espalda. Hice cortos masajes en sus hombros y sus costillas de manera suave y apretaba con cierta frecuencia arrancándole unos pequeños suspiros. Se aceleraba su respiración y eso me ponía a mil. Al mismo tiempo que Helen Remington que le mostraba un pecho a James Ballard, yo escurría atrevidamente mis dedos justo por debajo del seno derecho de mi milf. Pasaron unos 20 minutos de jugueteos con esos grandes pechos y sus pezones rozados. Entre nerviosos y calientes, choque a choque.

Ya entrada la película Gabrielle (Rosanna Arquette), una rubia exquisita parapléjica tiene una relación lésbica con Helen (Holly Hunter) y finalmente un trio con el descapotable (sí, el auto es parte del sexo). La escena es espectacular. Rosanna Arquette en minifalda de latex negro moviéndose, frotando su culo y abriéndose de piernas contra semejante máquina seduce a Helen contra el descapotable. Al mismo tiempo, al final de la sala, ya preparaba la siguiente arremetida. Mis dedos como dos aves rapaces asechaban su presa, asomándose lentamente por debajo de la falta, sobre el calzón pequeñito, blanco de mi milf comenzaba a masajear. Apretaba sus muslos internos y después de un ratito ya estaba preparada para la penetración. Moví su calzón hacia el costado y luego introduje suavemente un dedito. Índice y anular separando los labios y el del corazón estimulando el clítoris.

En la película James Ballard y Vaughan (Elías Koteas) comienzan su carrera de éxtasis mortal. Un choque por atrás, otro choque. Mientras tanto yo chupaba mis dedos con los dulces jugos de mi milf mojadísima. Ella jadeaba sin poder aguantar uno que otro gemido escurridizo. Entornaba los ojos y apretaba las piernas.

Se acercaba el final. Mi milf aceleraba su respiración a cada vez y la película llegaba a su climax. La respiración se aceleraba y aceleraba, las piernas cada vez se apretaban y retorcían más de placer. Hasta que por fin. Un largo suspiro y grito ahogado. Al igual que Al final de la película, mi milf quedó rendida en su butaca.

Se prendieron las luces. La película acabó. Fue un gran orgasmo, pero no el único de la noche.

Al salir, subimos al auto y partimos. Mi milf agarró rápidamente mi miembro manejándolo como si fuera una palanca de cambio. Mientras íbamos en camino tuvimos una breve conversación donde me dijo: “gracias por el regalo de cumpleaños”. Acto seguido, con una decidida y ágil maniobra me desabrochó el pantalón y me hizo un oral exquisito mientras manejaba por el centro hacia su departamento en la comuna de Ñuñoa. Nos estacionamos cerca de llegar en un lugar oscuro de la comuna cerca de una plaza y ahí mismo terminó el trabajo. Le tomaba su pelo y estimulaba su culito (ya sin sus calzones) mientras me realizaba una mamada de aquellas. Le gustaba mucho que le pasara mi miembro por toda la cara, sentirlo en su piel, su olor, su sabor. Yo se lo quitaba un poquito y se lo volvía a meter hasta el fondo. Ella lo mordía, tomaba mis testículos y chupaba el tronco. Estuvimos ahí hasta que estallé en su boca. Se lo tragó todo y le guarde un poquito para tirarle en sus grandes senos, ella se los espació y luego chupó sus dedos.

La fui a dejar a su casa. Se despidió con un beso caliente, me pasó sus calzones mojados en la mano y subió así mismo a su departamento. Le había encantado su regalo.

Sé que quizás no me crean, pero esa fue la primera vez que tenía sexo en el auto. Crash fue una obra controvertida en su época, por su propuesta arriesgada, su profundidad psicológica y su modo de tratar pornográficamente los autos. Cronenberg había abierto una puerta a la sexualidad en su época, y en mi caso, abriría una serie de encuentros en el auto que alguna vez les contaré.

Fin