Estaba leyendo el nuevo número de la revista Cosmpolitan en Español y hubo un tema en particular, que llamó mi atención. Se trata de lo que se conoce como Síndrome de Excitación Sexual Persistente (PSAS, por sus siglas en inglés), un extraño padecimiento en el que una mujer experimenta una serie de orgasmos continuados, incluso en los lugares menos adecuados (en la oficina, haciendo la compra, bebiendo café); sin que haya deseo sexual o excitación de por medio. Contrario a lo que muchos pudieran pensar, esta afección se convierte en todo un dolor de cabeza para quienes la padecen ¿se imaginan tener 300 orgasmos no deseados y fuera de lugar? Este es el número de orgamos -por increíble que parezca- que llegó a tener una mujer británica, Michelle Thompson, cuyo caso se dio a conocer en distintos medios. "Mi momento más vergonzoso fue cuando estaba en el supermercado y un hombre de ventas de la tienda, no me dejaba sola. De repente tuve la sensación y supe que iba a tener un orgasmo. Trate de poner excusas para irme, pero no se marchaba, así que llegué al climax ahí mismo y en frente de él. Hubieran visto la cara que puso", narra Michelle en el sitio My Multiple Esclerosis. Debido a que el tema, se puede prestar a varios prejuicios, por parte de quienes no están familiarizados con el tema, tanto ginecólgos como sexólogos, han insistido en aclarar que este síndrome no debe confundirse con la adicción al sexo (que se caracteriza por la constante necesidad de mantener relaciones) con la anorgasmia (imposibilidad de alcanzar el clímax) o con la multiorgasmia, (posibilidad de tener varios orgasmos); como se lee en el periódico El Mundo. Poco se conoce sobre los orígenes de este síndrome, sin embargo se cree que pudiera estar relacionado con un desequilibrio en los neuroquímicos cerebrales que regulan los reflejos sexuales; como resultado de haber suspendido ciertos antidepresivos o de seguir un tratamiento hormonal. Además, diversos especialistas en el tema, sugieren que este trastorno podría agravarse, si existe demasiado estrés, en el día a día, de la persona. Aunque dicho trastorno no tiene cura, la buena noticia es que se puede controlar mediante un tratamiento que consiste en anestesiar o enfriar el área y proporcionar alguna relajación a la musculatura del piso pélvico. Después, el paciente debe someterse a un tratamiento psicológico y en muchos casos, a una terapia conductiva con medicación (psicofármacos ) prolongada. Y es que, además de las molestias físicas que derivan de este trastorno, los daños psicológicos pueden ser devastadores para las mujeres que viven con este síndrome, pues en muchos casos, llegan a perder su trabajo, sus amistades y la posibilidad de tener una relación sentimental estable con alguien. De ahí que el reto de la ciencia, para este extraño síndrome, sea el de encontrar en un futuro, la cura definitiva para este trastorno sexual.
wow... que interesante el tema, y como dice ahí, debe ser bastante incómodo para quienes lo padecen. gracias por la info raque