Para mantenerse despierto mientras conduce un hombre toma cantidades desmesuradas de café y unas pastillas que le mantienen alerta. Al llegar el depósito de gasolina al mínimo debe entrar a un pueblo para repostar, allí descubrirá que todo parece desierto y en el lugar que deberían estar los habitantes del lugar solo hay maniquís que parecen seguirle y moverse tras de él.