Genie, el caso de la niña salvaje

Tema en 'Cementerio De Temas' iniciado por VEDDERMAN, 5 Feb 2010.

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  1. VEDDERMAN

    VEDDERMAN Invitado

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    El 4 de noviembre de 1970, los servicios sociales de la ciudad de Los Ángeles descubrieron una niña de trece años en estado semisalvaje, una criatura incapaz de hablar después de haber pasado su vida encerrada en una habitación a oscuras y en condiciones infrahumanas. Según describieron los testigos, en aquella habitación no había más que una silla-orinal, algunos ejemplares atrasados de la revista TV-Guide y la jaula de alambre en la que su padre la encerraba para dormir cada noche.
    Durante aquellos trece años de vida, la pequeña Genie, como la bautizaron más tarde los investigadores, había tenido prohibido hablar o emitir sonido alguno. Su padre le golpeaba salvajemente o le ladraba como un perro si se le ocurría hacer algún ruido. Además de mantenerla aislada del resto de la familia, aquel hombre no le proporcionó otro alimento que no fuera comida para bebé o huevos cocidos. El habitáculo donde permanecía recluida, con las ventanas selladas, apenas le permitía ver cinco centímetros de cielo.

    Cuando los psicólogos examinaron a la niña, descubrieron que caminaba con dificultad y se comportaba como una criatura salvaje: escupía, arañaba o trataba de masturbarse compulsivamente. La niña tenía un vocabulario de veinte palabras, en su mayoría órdenes como “¡para!”, “no” o “¡ya no más!”.
    Sin embargo, y a pesar de que fue trasladada de inmediato a un hospital de Los Ángeles, la pesadilla de la pequeña Genie aún no había terminado. Animados por el estreno de la película “El pequeño salvaje” de Truffaut, varios investigadores se interesaron por su caso y creyeron ver en ella una oportunidad para avanzar en sus estudios sobre el lenguaje y el cerebro humano.


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    Durante largos meses Genie fue sometida a decenas de pruebas, con un valor más experimental que terapéutico, mientras los investigadores se peleaban por ver quién se quedaba con su caso. La doctora Jeanne Butler, en concreto, presumía de que aquel caso iba a hacerle famosa y terminó llevándose a la niña a su propia casa, donde la grabó durante horas mientras realizaba con ella todo tipo de pruebas de dudoso valor científico.
    Después de aquella situación, otra pareja de científicos, el matrimonio Rigler, se hizo cargo de Genie y siguió con los experimentos. A pesar de que hubo algunos progresos, las pruebas incluían actividades contradictorias para la niña, como obligarle a recordar lo que le hacía su padre o permitir que se arañara la cara como forma de expresar su rabia. Después de comprobar las irregularidades, y la ausencia de un plan científico, la Asociación de Salud Mental de los Estados Unidos retiró el apoyo económico a la investigación y los Rigler perdieron el interés por la niña.
    Por si el desbarajuste era pequeño, un tribunal devolvió la custodia a la madre, que interpuso una demanda contra todo el equipo de investigación y el hospital infantil de Los Ángeles por haberla sometido a “excesivas e insoportables” pruebas. Finalmente, la madre no fue capaz de cuidar de Genie y la niña pasó por otros seis hogares adoptivos, en algunos de los cuales volvió a sufrir malos tratos que le llevaron a profundas regresiones.
    Hoy día sólo sabemos que, de estar viva, Genie se encuentra ingresada en alguna institución mental después de una vida miserable y sin haber superado ninguno de sus problemas.
    Además de los interrogantes que plantea, el comportamiento de los científicos en el caso de Genie nos retrotrae a otras situaciones en las que los límites de la investigación no están del todo claros. En 1822, por ejemplo, el doctor William Beaumont se hizo cargo de un paciente herido durante una cacería al que los disparos habían dejado un agujero en el estómago. Durante los siguientes veinte años, el médico puso todo tipo de excusas para no cerrar la herida y seguir experimentando con aquel hombre, al que introducía alimentos con una cuerdecita para ver el efecto de los jugos gástricos.
    Las investigaciones de Beaumont con aquella “cobaya humana” sirvieron para avanzar de manera muy significativa en el conocimiento de la digestión y ayudaron a salvar la vida de muchas personas. De igual forma, en el caso de Genie, los controvertidos experimentos de los psicólogos sirvieron para conocer algo más sobre el origen del lenguaje y las funciones cerebrales.






















     
    #1 VEDDERMAN, 5 Feb 2010
    Última edición por un moderador: 14 Nov 2016
  2. kona-chan

    kona-chan Usuario Casual nvl. 2
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    pobre niña... lo que hacemos por ''el bien de la humanidad''
    los cientificos definitivamente terminan rayados cuando salen de la universidad


    se agradece por el aporte
     
  3. Black ShortyS

    Black ShortyS Usuario Nuevo nvl. 1
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    cientificos kl tan mas cagao ke la cabra wn...yo de ser doctor o algo asi me preocuparia mas de su estado mental ke de hacer estudios aweonaos no ma
     
  4. John Constantine

    John Constantine Usuario Nuevo nvl. 1
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    bastante salvaje esta cabra chico
    posesion demoniaca...
     
  5. mauricio73

    mauricio73 Usuario Habitual nvl.3 ★
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