Un tipazo - Relato

Tema en 'Rincon Literatura' iniciado por Alvariito0, 11 Ago 2018.

  1. Alvariito0

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    Un tipazo – Relato

    Dos muchachitos de una escuela básica cruzaban la alameda con la corbata del colegio colgando de sus bolsillos. Escupían a las palomas mientras el calor avasallaba sus axilas, no tenían para el pasaje y menos para un helado de agua. Al llegar a la línea férrea atrás del CREA se sentaron a esperar a que pasara el tren mientras tiraban piedras a los durmientes, lo único interesante que lograron ver fue a un tipo con cara de loco caminando de un lado para otro en la esquina de un viejo pasaje. Aquel tipo era muy alto y delgado, su rostro lleno de espinillas aparentaba 20 años, solo paraba para mirar hacia el pasaje y arreglarse sin disimulo el paquete. Cuando vio a los chicos se le iluminó el rostro y fue hacía ellos.

    -Caballeritos… ¿quieren ganarse un billetito?

    Los chicos se miraron con complicidad. Sus padres siempre les advertían que no hablaran con desconocidos, pero sus mentes infantiles ya estaban haciendo planes para aquel billete que pintaba una tarde fantástica.

    El tipo se sentó entre medio de los muchachitos, a cada niño le puso un billete en el bolsillo de la camisa y a uno de ellos le entregó un paquetito envuelto en un brillante papel de regalo. Les explico que debían de entregarle aquel regalo a Laura, y le señalo en qué parte del pasaje vivía. Los niños mientras caminaban hacia la casa de Laura comentaban lo idiota que era el desconocido por gastar dinero en desempeñar tan sencilla tarea.

    En el pasaje no se escuchaba ni pío. En la esquina el desconocido les levantaba el pulgar en señal de aprobación. Uno de ellos tomó el regalo y golpeó la puerta con fuerza gritando el nombre de Laura. Nadie contestó. Fue en dirección al patio lateral y gritó: ¡Laura! Nadie volvió contestar. Se asomo por una de las ventanas y vio como en el reflejo de un espejo una mujer desnuda sobre una cama se sobaba la vagina e introducía los dedos en ella retorciendo su rostro hacia el techo con los ojos cerrados. Era la primera vez que el niño presenciaba una mujer desnuda, y, verla en un acto como aquel lo hacía sentir gratamente confundido. Su otra mano no le daba tregua a sus dos enormes pechos redondos apretujados y contenidos en la piel tersa marcada de rojo por la huella de sus dedos. Sus labios entreabiertos emitían un sonido sordo. El otro niño desde la reja le estaba hablando hace rato, pero su amigo estaba de piedra en el vacío de una pregunta con miles de respuestas. También se acercó a la ventana… Ninguna mujer volvería a ser igual para ellos.

    Una anciana entró por la reja a paso lento apoyada en un bastón. Hablaba sola.

    -Mi marido siempre se peleaba si un hombre me quedaba mirando el culo. Me fascinaba verlo pelear por mí, hubiese andado a culo pelado si fuera posible. Una vez un tipo le pegó tan fuerte que se cago en los pantalones, se tuvo que limpiar con paja…

    Los niños se agacharon agitados bajo la ventana esperando un bastonazo, pero la vieja pasó al lado de ellos con la vista fija y perdida, seguía hablando. Llegó al patio trasero y entró a la casa. Se pararon lentamente hacia la ventana. La muchacha ya no estaba, se empinaron y observaron por los rincones de la pieza. Entonces ella apareció de repente agitando los brazos como loca gritando y cubriendo toda la ventana con su magnífico cuerpo. Los niños salieron gritando despavoridos, la risa de la muchacha los siguió por todo el pasaje.

    El regalo quedó tirado afuera de la ventana.

    En tipo desconocido había desaparecido.

    Los niños corrieron dos cuadras impulsados por la adrenalina hasta que los venció la risa ¿Que había sido eso? era la mujer más hermosa que jamás hubiesen visto se decían, más hermosa que sus madres ¿Y que estaba haciendo con sus dedos? Que agradable misterio. Sus dedos sobando por fuera, entrando y saliendo mientras las piernas tiritaban. Y un desconocido, el desconocido les había mostrado tal espectáculo ¡Y les habían dado un billete!

    Durmieron esa noche pensando en esa preciosura y la misteriosa humedad entre sus piernas. Sus padres ¿Por qué sus padres nunca le contaron nada de ello? Es más, los hacían desconfiar de los desconocidos, siendo que los desconocidos son los que limpiaban los vidrios de sus autos, les vendían cabritas y papas fritas en los paseos, les instalaban el cable de la televisión. Entonces decidieron pensar que sus padres en realidad eran envidiosos y egoístas. Los querían privar de todo aquello que ellos no podían hacer; como preparar un algodón de azúcar u observar a una hermosa chica desnuda sobre la cama. Sus padres sólo tenían que ir a trabajar, preocuparse de que ellos hicieran las tareas, sentarse a pagar las cuentas, lavar el auto, asistir a reuniones, todo esto hasta la muerte, y lo peor de todo es que querían lo mismo para sus propios hijos. Vieron a sus padres como una mierda. El mundo de sus padres era una mierda.

    Cada tarde salían emocionados del colegio en busca del tipo de los billetes y el regalo, pero nunca más lo volvieron a encontrar. Se paraban en la esquina del pasaje para ver si aparecía la muchacha de los dedos ágiles, pero nada. Entre los dos se retaban a pasar por fuera de la casa, ninguno aceptaba. Una buena tarde decidieron ir los dos juntos.

    No golpearon la puerta, fueron directamente a la ventana, pero la pieza tenía las cortinas puestas, maldijeron. Dieron la vuelta por el patio hasta llegar a la puerta trasera. Ya no podían renunciar, el recuerdo de esa muchacha y sus dedos se diluía, debía ser alimentado. Al entrar se encontraron con un largo pasillo, lleno de muebles empolvadas con antiguas fotografías encima. Eran 6 puertas, solo una estaba abierta. De aquella puerta provenían extraños quejidos.

    Se miraron extasiados, tragaron saliva y tuvieron mas cuidado que nunca con sus pasos. Su boca seca intentaba tragar la ácida saliva bajando por sus gargantas.

    Lo que vieron era más confuso aún, hacía a sus mentes debatir una tensa explicación. El desconocido cabalgaba iracundo el cuerpo de Laura. Aquel cuerpo ya no gozaba de gracia, la piel estaba llena de moretones, su fina nariz era una masa de sangre, de su boca entreabierta goteaba semen y sangre, sus brazos y piernas estaban tiesos, la muchacha tenía la vista perdida en la puerta donde estaban aquellos niños que exclamaron desde las entrañas al darse cuenta que la muchacha los miraba desde la muerte. El desconocido corrió hacia ellos con el pene embetunado en mierda. Uno se quedó en la puerta petrificado del terror y el otro corrió despavorido a la puerta principal, pero esa puerta estaba con llave.

    La anciana miraba a la calle con la vista perdida, hablaba sobre el regreso de su hijo. Llevaba puesto su mejor calzon.

    Fin.

    Benjamin.
     
    #1 Alvariito0, 11 Ago 2018
    Última edición: 30 Ago 2018