Una noche con un bombero

Hola a todos, acá contando otra de mis vivencias. Espero que la disfruten.

Creo haber mencionado que siempre he trabajado, y en mi juventud no ha sido la excepción. Mi nuevo relato se remonta cuando tenía 18 años, hace ya mucho tiempo atrás. Trabajaba para una pareja de adultos de 50 y 60 respectivos, ellos no pudieron tener hijos por lo que adoptaron una niña muy bonita de 6 años. Y mi desempeño era cuidarla, ser como especie de niñera a lo que afortunadamente la niña era muy cariñosa y educada, me llevaba muy bien con ella.

Aparte de esa labor de lunes a viernes como cuidadora, les ayudaba los fines de semana a vender en el Mercado Persa de Viña del Mar, en donde esta pareja de adultos tenía un local de venta de ropa.

Un día quisieron salir de vacaciones y me encargaron el departamento para que lo cuidara, con la condición de que me quedara a dormir en él. Oferta que recibí de buena forma y les dije que sí, por lo que ellos iniciaron todos los planes del viaje.

Ellos además de darme trabajo a mí, también tenían a un joven alto y buenmozo de unos 25 años, que les ayudaba con la mercadería del local, su misión era traer y llevar las cajas con ropa entre la bodega y el local. Como era un joven agradable de personalidad y buena presencia, siempre conversábamos, y nos fuimos gustando de a poco, aunque yo ya lo había mirado con otros ojos desde un principio.

Él era voluntario de bomberos, y a veces lo veía salir corriendo ante un llamado de incendio. Más adelante sabrán que esa noche en cuestión, no tuvo menos mal ni un llamado para acudir, solo el mío, de satisfacernos mutuamente. Bueno..., cuando él supo que el departamento lo iba a cuidar yo solita, le saltaron los ojitos y otras cosas más, me dijo que él podía ayudarme a cuidar el departamento también, “en que topamos” le respondí en forma de broma. Pero..., espera le dije, mi hermano me acompañará algunos días, pero cuando esté solita te aviso. Llegó el momento en que mi hermano afortunadamente me avisa que tenía otro compromiso y que no podía ir. Inmediatamente saltaron mis instintos de mujer caliente por esa oportunidad, de tener una noche solita con ese joven atractivo, y que al parecer tenía una muy buena manguera para sofocar todo fuego interno de mujeres como yo, ardientes.

Llamé al bombero para ponernos de acuerdo para que se presentara en “mi cuartel”. Acordamos, y le dije que, para dejarlo entrar como contraseña golpeara cuatro veces la puerta y dijera su nombre. Así era mi juego de seducción ante este chico bueno.

Ese día en la tarde, lo esperé bien bañadita y perfumada. Llegó a la hora acordada, tipo 7 de la tarde, golpeó la puerta cuatro veces, mencionó su nombre “Piero” dijo, al entrar me extiende amorosamente una caja de bombones. Por mi parte yo tenía algunas bebidas, cervezas y algo para picar, algo piola. Buscamos en el equipo de música algo sugestivo, algo lento. Primero conversamos, intercambiamos vivencias para conocernos un poco más, sonó otro tema lento, me invitó a bailar y nos abrazamos llevando el ritmo al son de la música. Yo andaba con un vestido bien provocador de esos que tienen tirantes, no llevaba nada de sujetadores o sostenes, mis pezones se marcaban en la superficie de mi vestido.

En el transcurso del baile sutilmente me bajó los tirantes, cayendo mi vestido al suelo, solo quedé en tanga y mis tacos altos. La escena era maravillosa, él 1,8 de estatura y yo con o sin tacos quedaba pequeñita.

Al estar yo en esa condición, vulnerable ante él, inició su juego de seducción besando mi cuello, bajó a mis pechos, mordió y lamió mis pezones que ya a esa altura ya estaban durísimos. En el living había un pequeño bar con un mesón en donde se preparan los tragos, y fue ahí después de haberme tomado de la cintura que me llevó y me sentó sobre ese mesón, tan solo con esa acción mi sexo se mojó mucho más, al sentir como un macho me tomaba sin esfuerzo de mi cintura y me depositaba sobre ese mesón, y sentir que mis nalgas quedaban al borde de aquella superficie helada. El contraste de lo caliente que yo estaba y lo frio del mesón, me hizo automáticamente abrir mis piernas, y él aprovechando esa abertura me hizo un maravilloso sexo oral. Cada vez su lengua se profundizaba por lo que mi clítoris se hinchaba cada vez más. Sentía como absorbía mis jugos que salían, sus gemidos y sonidos de lengüetazos casi me hicieron acabar. Pero no quería que la magia que estaba haciendo este bombero terminara tan luego. Sutilmente le dije que el dormitorio nos esperaba.

Después de un buen rato de sexo oral, él se desnuda completamente ahí mismo en el living tirando su ropa sobre el sofá, inmediatamente me lleva cargada en sus brazos al dormitorio, en donde había una gran cama, maravillosa. Me dejó sentada al borde de ella, me toma de la cintura y me da vuelta, me pone en posición de perrito, nuevamente sentí su lengua, esta vez sentí que mi vagina se encontraba totalmente dilatada, como sabiendo que iba a ser penetrada por una buena verga. Luego presiento que queda parado atrás mío e inicia un frotamiento con algo que me hizo estremecer, era su glande que empezaba a abrirse camino entre mis labios inferiores, al principio sentí dolor que luego se convirtió en goce por mi abundante fluido y mi dilatación, la sentí como se iba ajustando a mis paredes interiores, sentía su longitud, yo en una posición de sumisa, con el culo totalmente parado, mis hombros pegados a la cama, y su miembro totalmente embutido en mi cuerpo, era una escena maravillosa.

Estuvimos por mucho rato así, metiendo y sacando. Nos dieron la 1 de la madrugada, recién ahí tuvimos un delicioso acabado. Como ya este hombre tenía demasiadas ganas de probarme, en esa acabada sentí una presión de una gran cantidad de lechecita caliente, y que al sacármela salió un torrente caliente resbalando por mis entre piernas. Nuestros cuerpos temblaban, nuestras gargantas secas, ambos llenos de sudor. Nos dimos un breve descanso, había que aprovechar esa noche a como dé lugar.

Nos refrescamos y descansamos, pero sabíamos con nuestras miradas que seguiríamos toda la noche en embestidas con distintas poses.

Al iniciar nuevamente nuestro “juego” de hacer el amor, mi calentura me hizo tirarlo de espalda sobre la cama y trepé su cuerpo hasta una posición de cabalgata, le tomé su verga con mi mano derecha, lo guie a mi abertura, lo refregué con ansias, y me introduje su glande lentamente, luego que ya estaba encaminado lo solté y cabalgué por un buen rato tomando el control de la penetración y de vez en cuando me la metía nuevamente hasta el fondo, observando que mi bombero expresaba un enorme gozo, su cara tenía mucha satisfacción. Sentía que mi bombero tenía una muy buena manguera con un excelente pitón que lograba abrirse paso hasta la entrada de mi útero.

Estuvimos toda la noche teniendo sexo, con pequeñas pausas, para aprovechar cada momento, culminando en la ducha tipo 7 de la mañana, nos enjabonamos mutuamente y volvimos a tener sexo, ¿cómo fue? exquisito, sintiendo el agua caliente de la ducha sobre nuestros cuerpos, yo agarrada con mis dos manos a una barra (de esa que usan los adultos mayores en la ducha) de espalda a él, y con mi culito bien parado mientras él me introducía nuevamente su verga, pensaba que ya no tenía más leche que darme, pero nuevamente su ración me fue dada con mucha pasión y calentura. Esa noche sinceramente quedé como para una silla de ruedas, fue una noche increíble de sexo. Ya entrada la mañana, nos vestimos, tomamos desayuno y él se despide con un gran beso y abrazo como quién deja a su amada y se retira a sus labores diarias. Nunca más repetimos esa locura.

Puedo decir que él apaciguó mi llama de calentura en una noche ardiente, se comportó como un excelente bombero. Saludos a todos.