Esta es historia es un ejemplo de una experiencia por la que jamás tendría que pasar un adolescente gay. Un triste ejemplo que nos demuestra que todavía está muy lejos la ansiada normalidad, a pesar de los avances sociales que hemos visto y palpado en los últimos años en España. Ha pasado en Sabadell, pero seguro que hay casos de otros chicos o chicas en situación similar en otros puntos de España. La adolescente, como cualquier muchacha de su edad, dibujó en su agenda un corazón, junto al nombre de la persona que le quitaba el sueño. Pero a diferencia de lo que en su ambiente se consideraba normal, el nombre que aparecía junto al corazón no era el de un chico. Era el de una chica. Y lamentablemente, ese nombre fue visto por una compañara. Ese fue el punto de partida del suplicio que tuvo que soportar esta adolescente que responde a las iniciales de Y.B. Por fortuna, ahora se enfrentan a un juicio cuatro de las sietes agresoras, acusadas de bullyns escolar, tras una denuncia interpuesta por la madre de la joven en el año 2007. Tras difundirse en la clase que Y.B. era lesbiana, comenzó para la chica un auténtico calvario, especialmente por el presunto acoso de tres compañeras de 14 años, y otras 3 de 13, que le hacían el vacío de forma constante, y si no lo hacían y se dirigían a ella, era para insultarla. Pero eso era en clase. En el centro educativo, hay que respetar unas reglas, ya se sabe. Si no, te pueden expulsar del centro. En la calle, donde parece ser que estas chicas pensaban que imperaba la ley de la selva, el acoso era mucho mayor. Parece ser que a Y.B. la acorralaban en los parques, le apagaron tres cigarrillos encendidos en la espalda, y la amenazaron con una navaja. Ante esta insostenible situación, la madre de la chica decidió cambiarla de instituto, pensando que la situación de la adolescente podría mejorar. Pero esa panda de presuntas taradas no estaban dispuestas a dejar escapar a su presa así como así, por lo que continuaron acudiendo a su casa para insultarla y amenazarla. La situación llegó a tal extremo que la familia decidió mudarse a otra vivienda. Finalmente, la madre de la chica se decidió a poner una denuncia ante los Mossos dEsquadra, la policía autonómica catalana. Una denuncia que ha acabado finalmente en un juicio, que se ha convertido en el primer juicio por homofobia que se celebra en España. En el banquillo están sentadas cuatro de las sietes jóvenes, las que tenían 14 años en el momento en que sucedieron los hechos. Las otras tres adolescentes, que tenían en ese momento 13 años, no han podido ser imputadas por su edad. Seguiremos atentos al deselance de este horrible caso, y sinceramente espero que la justicia responda con una condena ejemplar, para dar ejemplo y que hechos como este no vuelvan a repertirse. Vía I El Periódico de Aragón