En el metro

Un día como cualquier otro, pero a diferencia de los demás este estaba resultando particularmente desafortunado. Comenzando porque en la madrugada se cortó la electricidad debido a la tormenta de la noche; por lo que el reloj despertador no sonó, al estarme bañando, se terminó el agua caliente y tuve que enjuagarme con el agua helada; ya se imaginaran como quedo el coronel. Al bajar a la carrera ya no había tiempo para tomar el licuado, así que sal con el estómago vacío.

Llegando a la esquina, mi pie derecho cayó en un charco engañosamente profundo. Corrí al autobús. Por la hora me tocó el camión donde van casi todos los obreros, algunos (la gran mayoría) apestaban a sudor, lo cual parece incomprensible porque era de mañana. No soporte y me baje para tomar el metro. Gran error, o el mejor acierto que tuve en todo el día.

Verán como es de suponer estaba muy lleno, no les miento cuando digo, que el tipo de atrás me estaba enterrando su “celular” en la espalda baja.
Luego de un par de estaciones el tipo en cuestión, se bajó y su lugar lo ocupó una linda secretaría, de la cual sentía sus hermosos pechos apoyados en la espalda. Lo cual me produjo una enorme erección que era imposible esconder en mi pantalón de vestir, la anciana que estaba sentada enfrente de mi se me quedo mirando con desaprobación, me puse de todos colores. Pero junto a la anciana había una mujer, que digo mujer, era una diosa, tenía todo, linda sonrisa, cabello negro intenso hasta la cintura, y hablando de cintura, nunca vi una también torneada como esa, tenía unas pechugas enormes, las pude contemplar en todo su esplendor cuando se levantó y estas quedaron a diez centímetros de mi cara. Luego el poto, cuando se giró y puso su poto en verga completamente erecta, no puedo describir la sensación de cuando mi asta encajo en esa misteriosa frontera que divide los traseros por la mitad. Yo no tuve que hacer nada, ella misma se encargó de frotarse contra mí; fue cuando me embriago su perfume de flores. No sé cómo mi mano termino sobre su cadera, luego su mano sobre la mía, ahí me sentí morir, pensé que la quitaría y recibiría una cachetada.

Para mi sorpresa movió mi mano para que acariciara su cadera, su pierna.
Al ya saber que tenía el permiso, masajee esa zona a conciencia, también apreté un poco de nalga, y subí a sus pechos, ¡no me cabían en la mano!, cuando le apreté el pecho ella hecho la cabeza hacia atrás y le bese el cuello, luego nuestras bocas se encontraron, mi mano bajo a su entrepierna, primero por encima de la ropa, luego debajo. Frote lo mejor que pude sus labios para abrirlos y encontrar su clítoris mientras nos seguíamos besando, no tuve que “trabajar” mucho ella termino rápido, con un grito ahogado un suspiro reprimido. Me beso, y llegamos a una estación, ella se bajó, y me dejo ahí como idiota, cuando se cerraron las puertas volteo y me mando un beso.

Tenía todas las miradas sobre mí, unas eran de desaprobación otras de envidia, ¿acaso vi la de una adolecente con deseo? No me quedaría a averiguarlo, me baje en la siguiente estación a pesar de que aún faltaba una más para mi parada habitual.

Lo demás en ese día resulto tan normal que era más bien irreal. Creo que lo pase de largo, cuando Salí de mi trabajo, me dio curiosidad la estación donde se bajó aquella mujer, que me había utilizado para su placer, y que me había dejado tan mal en el metro, con todas esas personas viéndome y juzgándome, al bajar, la vi a lo lejos me acerque, ahora con miedo y nerviosismo. Ella se percató de que caminaba hacia ella, me miro y me reconoció enseguida, me recibió con un abrazo y un profundo beso. Me pareció extraño, maldita y jodidamente genial y extraño ya que no la conocía, no sabía si quiera su nombre, aunque unas horas antes eso no impidió que metiera mis dedos en las profundidades de su vagina. Supongo que ella pensaba igual. Lo que paso enseguida no sé si fue un acto de piedad de ella al sentir mi erección (nuevamente) o si aún estaba caliente ella también. Las siguientes fueron las únicas palabras que escuche de ella.

• Quiero que me cojas.
• Vamos a un hotel, hay uno a un par de calles… - puso un dedo sobre mis labios.
• Ven conmigo – y tomo mi mano.

Caminamos al fondo del andén, unos paso antes de que terminara había un pasillo semi-oculto que yo nunca había visto. Entramos ahí y el pasillo giraba rápidamente a la izquierda y el andén desaparecía de vista, junto con el todos los sonidos propios de la estación. Ella se giró y me beso. Me bajo los pantalones y me propino unas mamadas, las más largas, las más profundas que me han dado en toda mi vida. Mientras ella hacia esto yo desabotonaba su blusa y dejaba sus enormes pechos al aire, liberándolos de ese esclavizador sujetador en que las tenía. No sé cómo supo pero se detuvo unos instantes antes de que yo me viniera, logre aguantar la urgencia y ella se quitó los pantalones y las bragas. Puso una mano en mi hombro y empujo hacia abajo, no hacían falta palabras ya sabía que era mi turno. No baje sin pasar primero por sus pechos y su abdomen, el cual por cierto estaba bastante bien marcado. Cuanto estuve de rodillas ella puso una pierna en mi hombro y yo comencé mi labor, use todo lo que me sabia para chupar esa jugosa panocha, la lamí en todas direcciones, cambiando de ritmo, de intensidad, use mis dedos, también acariciaba sus pechos con mi otra mano, de cuando en cuando sentía que se los llevaba a la boca. Así debí estar como unos diez o veinte minutos, hasta que ella termino.

Me levante rápido, me puse el condón, la cargue sobre mis brazos y la penetre, cuando lo hice todavía alcance a sentir un espasmo de orgasmo anterior, y ella gimió. Me movía muy despacio, y ella temblaba con cada movimiento, luego pare y espere unos segundo a que ella dejara de temblar, cuando me beso, comencé la embestida, no me contuve y no tuve consideraciones, se lo hice lo más duro que podía, la tenía levantada y apoyada en la pared así que cuando yo empujaba la levantaba un poco, y la mantenía ahí, así cuando volvía a cargar ella venia de bajada y le daba más profundidad a mi penetración. No sé cuánto duramos, lo que si se, es que terminamos al mismo tiempo. Disfrutamos del orgasmo un par de minutos, nos besamos, se la saque, y la baje lentamente.

Me subí los pantalones, mientras ella se vestía. Y salimos del pasillo. Luego ella me dijo que había perdido un pendiente, así que volví al pasillo, busque pero no había nada, cuando volví al andén ella ya no estaba.

Solo sé que fue real porque me quede con sus bragas.