Cuando se acabe la mirada y el horizonte deje de ser nostalgia y la calma suceda al diluvio y cuando los ojos que persiguen como cuchillas traicioneras nuestras espaldas por fin cesen, y cuando por fin dejemos de ser prófugos , ahí cuando los cobardes, los corderos, los obedientes entreguen su vida a su falso Dios, Yo estaré en un país lejano colmado de montículos donde Dionisio sembró su privilegiada vid bebiendo de un cáliz eterno que nunca dejara de dar vino y tú vendrás conmigo, ese será nuestro edén.