Año 2047 Es difícil. Nunca he dejado a mi familia, pero hacer este viaje es crucial para mucha gente. Mi padre dice que al contrario de lo que se creía, el futuro no fue lo que se pensaba. Trato de asimilar sus palabras, pero para mí, este presente, me parece de lo más normal. Por fin se terminó la temporada de huracanes y el domo pudo ser abierto para el tráfico aéreo. Un último abrazo, pocas palabras y una confianza plena en lo que se debe hacer. El brillo de los ojos de mi padre me deja una sensación extraña, pero lo entiendo, la posibilidad de que no regrese es altísima y el haber perdido a mi madre hace quince años, aún es una marca que no se puede borrar. Las medidas de seguridad son extremas. Ya nadie quiere vivir lo de hace un par de décadas. Además, correr el riesgo de ser detectado como ilegal, trae consigo un desenlace que nadie puede zafar para contar. Ser atacado por tiburones alterados genéticamente después de las bombas atómicas en la costa este de lo que fue Estados Unidos no debe ser un panorama muy placentero. Trato de no mostrar nerviosismo. Hay retraso, pero es por la llegada de un ser de luz. Está en la Zona H. No entiendo la insistencia de venir hacia esta isla, sabiendo que desde siempre han sido rechazados y deportados. Al menos, desde que tengo uso de razón. Mi padre ya se ha ido, sinceramente espero verlo otra vez. Voy por una botella de agua y mientras pago por ella, unos agentes corren hacia la Zona H. Nunca lo había visto. Entre cinco agentes llevan al ser de luz, esposado y con bozal. "Distancia, mantengan distancia", es lo que grita uno de los agentes, mientras el individuo bota espuma por la boca y se retuerce tratando de liberar sus manos. Tiene una fuerza increíble, tanto que la corriente que le aplican apenas puede calmarlo. En eso, desde la Zona H sale corriendo un agente totalmente enajenado. La gente entra en pánico, pero es abatido con un balazo en la nuca. Había sido mordido por el ser de luz. Miro el espectáculo, pero trato de mostrar indiferencia. El ambiente en el aeropuerto está convulsionado. De pronto, siento una presencia por mi espalda y una voz muy cerca de mi oído, que dice: "No te gires. Dame tu mano". Yo se la muestro hacia atrás y me pasa una pequeña carpeta de cuero. "Ese eres tú ahora, sé natural y apréndete tu nombre... de ti depende mucha gente". Suena una alarma y las puertas del aeropuerto comienzan a cerrarse. Giro y ya no hay nadie detrás de mí. Estoy nervioso, pero recuerdo que no debo levantar sospechas. Sacudo mi cabeza y reacciono. Entro a los baños y me encierro en un cubículo. Aprovecho de leer los documentos. Entran agentes revisando los cubículos, golpeando la puerta del mío también. Tiro la cadena del excusado y abro la puerta. Dos agentes me quitan la carpeta y me miran a los ojos. Apenas puedo pestañear. Leen la portada de la carpeta, se miran y dicen algo en voz baja. "Disculpe, no quisimos incomodarlo", dice uno de ellos. Me la entregan y se marchan. Es hora de ir a tomar el avión. Salgo del baño y un agente me espera, diciéndome "seré su sombra, por su seguridad". Ya no entiendo nada, pero camino con naturalidad. Es como ir en una dimensión paralela, a todos los revisan, menos a mí. Me voy directo a policía internacional. Paso sin problemas y el agente se despide de mí. Estoy a salvo. Creo. Por las pantallas de televisión y con cierto grado de morbo escondido dentro de un acto aleccionador, transmiten como lanzan al ser de luz hacia el océano. No quise mirar más, lo que viene es lo que imagino. Nos llaman, es hora de volar. Continuará...
Para que entiendas, sigue leyendo las nuevas partes, cuando aparezcan No olvides la zona en la que estás Igual respetable si no te gustó, pero la historia sigue