Reflexiones donde una prostituta.

Y estaba allí nuevamente, frente al culo de una mujer que no conocía, lamiendo su vagina, buscando el clítoris donde concentrarse y saciar su líbido. Agarraba con firmeza las nalgas de la mujer, las apretaba mientras rozaba con sus labios la vagina de la scort. Su pene se ponía duro mientras sentía a la prostituta mover sus caderas para que su lengua se adentrara en la vagina. Sí, eso buscaba, dar un sexo oral al punto que la mujer lo deseara, pero no era suficiente, aún faltaba algo.

El sexo pagado sirve para no actuar de forma condicionada, liberarse del deseo, satisfacer la líbido, pero aún así no era suficiente. En el abismo de su mente conjuga una máquina más allá de la realidad, a un punto que ésta última pierde significado. Sus pensamientos no tiene cupo en el mundo, su ideal es tan utópico que sólo su mente lo puede recrear. Aún lamiendo ese culo, se dio cuenta que nada podía hacer frente al vacío en su interior. Ni el afecto de sus relaciones pasadas, ni la sola satisfacción de su deseo sexual eran suficientes para satisfacer sus ansías.

¿Qué buscas?, ¿Qué mierda quieres encontrar con esto? - Se preguntaba mientras seguía chupando ese clítoris.

Tumbó a la scort, se puso el condón y la penetró. Su miembro estaba duro, pero no como el lo había sentido cuando imaginaba una situación. La excitación de su cuerpo no sólo pasa por un roce en una zona erógena, pasa por un tema de concentración, de sentir el placer tanto en el cuerpo como en la mente. ¿Alguna vez lo sintió así?
Puso en 4 a la prostituta, le abrió las nalgas y la siguió penetrando. Podía ver perfectamente como ese coño se adaptaba a su gruesa verga, como al sacarla, los labios de esa mujer se estrechaban al condón y se deslizaban. Comenzó a follarla lentamente, viendo el ir y venir de su pene y los labios. Apretó con fuerza las nalgas de la mujer, luego con una mano tomó su cadera y con la otra le dio una nalgada, la comenzó a follar más rápido, para el roce fuese lo suficiente para traspasar el condón y darle estímulo a su verga. Sentía el interior de la muchacha, sentía los gemidos, sentía el calor, pero no la excitación.

¿Qué falta? ¿Qué xuxa falta? - Se volvió a preguntar mientras se acostaba de espalda en la cama y la scort lo montaba.

Agarró sus tetas y pezones mientras la mujer cabalgaba en su verga, podía escuchar los sonidos al acoplarse su pelvis con las nalgas de la muchacha, podía sentir como un líquido salía del interior de la vagina de ella y caía sobre sus testículos y aún así, no se sentía caliente, no se sentía satisfecho.

¿Qué mierda quiero?- Se preguntaba mientras dejaba de espalda (en la cama) a la chica, le levantaba las piernas y le lamía el ano. Metía su lengua una y otra vez, rozaba los contornos con un rápido movimiento y abriendo la boca, chupaba la baba que quedaba, luego metía su lengua en la vagina para sentir los jugos de la prostituta y esparcirlos por el culo. Le abría las nalgas mientras le seguía chupando el culo, apretaba con sus dedos la redondez de sus glúteos mientras su verga aún estaba erecta, pero no dura.

¿Ni con esto me excito?- Se preguntó mientras metía una y otra vez la lengua en ese culo.

Sin darse cuenta, la hora había pasado, una alarma anunció que sólo restaban 5 minutos de aquel "convenio". Se levantó de la cama y sin mediar palabra, se sacó el condón y se dirigió al baño.
Se duchó y enjuagó bien la boca con lo que había en el baño, se lavó como si quisiera sacarse una mancha de nacimiento, una sombra en su cuerpo que le impedía disfrutar los servicios de una puta, una sombra que en cada nuevo encuentro con las scorts se iba acrecentando. Faltaba poco para liberarse de aquello, unas cuantas citas más y ya no tendría que rendirle cuentas a sus deseos.

Atte
Klm