[HC] Los Bomberos Voluntarios, hijos de la catástrofe

Valparaíso, casi medianoche del 15 de diciembre de 1850. De pronto se escucha el grito que espanta y alerta: “¡Fuego!”. Un incendio devora la cigarrería de Carmen Olivos (actual esquina de Arturo Prat con Lord Cochrane). Las llamas, alimentadas por el abundante tabaco, elevan una aromática y amenazante columna de humo.

Los vecinos corren a combatir el siniestro: entonces los bomberos no existían y el fuego era enfrentado por toda la comunidad. Las guardias cívicas y los marineros se suman a la brega. Incluso el intendente, almirante Blanco Encalada, forma en las cuadrillas. Pero las llamas saltan fantásticamente por sobre las calles, encendiendo ambos costados y propagándose por toda la cuadra.



Se lucha toda la noche y al amanecer, en medio de las ruinas, el fuego parece derrotado. Sin embargo a la noche siguiente revive y devora aún más viviendas. El incendio ha durado dos días, destruyendo el barrio puerto. Tras la desgracia florecen los expertos. El veredicto apunta hacia las casas de paja y barro, muy combustibles; la costumbre extranjera de reemplazar el horno de barro por estufas de hierro con carbón, pródigas en chispas; y el eterno viento del puerto, cómplice de tantas catástrofes.

Los comerciantes extranjeros, lejos los más afectados por el incendio, deciden proteger sus negocios con una audaz iniciativa. Se reúnen con el Intendente y proponen la creación de un Cuerpo de Bomberos. Será el primero en Chile.

La autoridad acoge la propuesta. Los ricos mercaderes ingleses y norteamericanos se ofrecen voluntarios para esta obra a medias interesada y filantrópica. Hay dinero y nadie exige pago por una labor que cautela sus propiedades y negocios. Además, la comunidad extranjera del puerto es más cosmopolita y liberal que la rancia elite santiaguina.

Los gringos y los liberales porteños ven en los bomberos una asociación de bien público y un espacio de reunión modernizante y democrática. Su inspiración proviene de los bomberos voluntarios norteamericanos, institución donde militaron próceres de la democracia y el progreso como George Washington y Benjamin Franklin.

Por estos motivos, los cuerpos de bomberos voluntarios fueron vistos con recelo por el muy conservador gobierno de Manuel Montt. Temía el Presidente que estas asociaciones revivieran a la muy revoltosa Sociedad de la Igualdad, disuelta hacía poco y que fuera semillero de protestas y revoluciones. Finalmente se llegó a un acuerdo tácito. En Valparaíso y otras provincias se permitiría la creación de Cuerpos de Bomberos voluntarios, pero en Santiago no.

La primera compañía de bomberos de Chile fue creada en Valparaíso el 30 de junio de 1851. Los bomberos capitalinos debieron esperar hasta 1863, cuando confluyeron un gobierno más tolerante y el atroz estímulo del incendio de la Iglesia de la Compañía, donde se quemaron vivas más de dos mil personas.

Así, las compañías de bomberos voluntarios chilenos fueron obra de la catástrofe, la alta burguesía comercial porteña y la clase media ilustrada progre. Sin embargo, existió también un grupo de bomberos conformado por obreros y artesanos, los denominados “auxiliares”, quienes realizaban el duro y rutinario trabajo de subir y bajar las palancas de las primitivas bombas.

Los voluntarios de clase superior se reservaban la audacia y el heroísmo del combate a las llamas. A pesar de esta odiosa distinción, ambos grupos compartían la vida “de bomba”, derribando poco a poco las diferencias de clase. Gracias al avance tecnológico y la aparición de las bombas a vapor, se hizo innecesario el palanqueo, integrando en las mismas funciones y jerarquías a ricos y pobres. Desde entonces -y hasta ahora- todos fueron voluntarios.

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