Hiperborea

Tema en 'Ovni Aventura' iniciado por -.DieK.-, 11 Sep 2014.

  1. -.DieK.-

    -.DieK.- Invitado

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    Un continente, o isla de leyenda, es el de Hiperbórea, que habría ocupado una parte de las regiones árticas actuales, antes de la modificación del eje terrestre, que implicó la segunda glaciación universal. Esta civilización debió florecer hace más de 60.000 años durante el último período interglacial. Los griegos conservaron el recuerdo de esta “Tierra del Sol Eterno” que se extendía “más allá del dios Bóreas”, señor del frío y de las tempestades. Piteas de Marsella, intrépido navegante y renombrado sabio, en el siglo V a. C. llegó a una tierra que toca el círculo ártico. Los habitantes de esas islas le declararon que si navegaba un día entero hacia el Norte, encontraría “el mar sólido”. Aquella isla a donde había arribado Piteas se llamaba Thule y las noches duraban casi 24 horas en el período del solsticio de verano, y todo lo contrario ocurría en el solsticio de invierno.

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    Fue una gran potencia que reguló el mundo en sus tiempos. Muchos reinos se levantaron en distintos ciclos, pero cinco fueron los protagonistas que llevaron a la humanidad hacia nuevos senderos. Hiperbórea corresponde a uno de estas potencias. Las recientes investigaciones de la ciencia están en consonancia con los relatos arcanos que se protegieron para que no fuesen destruidos. Los relatos antiguos narran que la primera civilización del planeta tuvo su origen en el lejano Norte antes de que ocurriera una época glacial. También hay referencias al hombre como descendiente de la tierra de los dioses, el Monte Meru, en el lejano Norte

    Friedrich Nietzsche, uno de los filósofos que más influyó en la exaltación de la raza aria y en el nazismo, dijo lo siguiente: “Mirémonos de frente. Nosotros somos hiperbóreos, –sabemos muy bien cuan aparte vivimos. Ni por tierra ni por mar encontrarás el camino que conduce a los hiperbóreos; ya Píndaro supo esto de nosotros. Más allá del norte, del hielo, de la muerte –nuestra vida, nuestra felicidad… Nosotros hemos descubierto la felicidad, nosotros sabemos el camino, nosotros encontramos la salida de milenios enteros de laberinto”. Desgraciadamente,al igual que en el caso deNietzsche, la mayoría de los estudiosos de la civilización Hiperbórea han tenido ciertas veleidades racistas y nazis (ver artículos sobre “Los enigmas del Nazismo”). Por ello varias de las fuentes que utilizo en este artículo pueden ser identificadas como simpatizantes del nazismo. Pero intentaré filtrar los elementos que considere más influenciados por aspectos ideológicos. También tenemos que hacer referencia a que no queda suficientemente clara la relación entre Hiperbórea y Atlántida, por lo que a veces ambas civilizaciones se confunden.

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    Algunos místicos de la antigüedad afirman que la humanidad ya existía antes de aparecer sobre el universo físico, en un mundo sin tiempo. Y el mundo material sería un reflejo de otro mundo en un entorno espacio-temporal. En la puerta del templo de Sais, en Egipto, bajo la estatua de Palas se halla la siguiente inscripción: “Soy todo lo que es, lo que ha sido y lo que será y ningún mortal ha levantado todavía mi velo”. Es el velo de Isis, que representa el umbral que hay que atravesar para conocer la totalidad. Y se afirma que una civilización descendida de las estrellas habría visitado nuestro planeta hace miles de años, cambiando para siempre la historia de la tierra.

    De aquello ya no quedan más que algunas ruinas. La historia de ese pueblo desconocido vuelve a retrotraernos a la Atlántida y a la antigua Thule. La tradición aria indica que esta morada de los dioses se hallaba en el extremo septentrional. Y esta patria polar fue “una enorme isla de Hielo rodeada de altas montañas transparentes como el diamante”. Hiperbórea no habría sido, sin embargo, glacial: “en el interior del país reinaba un dulce calor en el que se aclimataba perfectamente una vegetación verdeante. Las mujeres eran de una belleza indescriptible. Las que habían nacido en quinto lugar en cada familia poseían extraordinarios dones de clarividencia”. Los habitantes de Hiperbórea son descritos en el “Libro de Enoc”: “Su carne era blanca como la nieve y roja como la flor de la rosa; sus cabellos eran blancos como la lana; y sus ojos eran hermosos”. Y continúa diciendo que en Thule, la capital de Hiperbórea, “vivían los sabios y los doce miembros de la Suprema Iniciación…”

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    Un desastre de enormes proporciones, acompañado de terribles tsunamis, habría destruido la morada de los dioses. El hecho es recogido en las tablillas sumerias: “Aquel día remoto, aquella noche remota, aquel año, aquel año remoto… Cuando ocurrió el Diluvio”. Atrahasis, protagonista de la epopeya babilónica del Diluvio, relató aquellos acontecimientos. Los dioses habrían huido y sus descendientes se habrían dispersado por la tierra, pero su huella reaparecería inmediatamente después de la catástrofe. Hay rasgos comunes en civilizaciones prácticamente contemporáneas a la sumeria, situada en las tierras regadas por los ríos Tigris y el Éufrates, tales como la egipcia, en las orillas del Nilo, la cultura de Mohenjo Daro, en el valle del Indo y otras muchas por todo el mundo, como Tiahuanaco en los Andes.

    Los mitos y leyendas de la antigüedad recuerdan a una antigua tierra mágica, origen de la humanidad, y que podemos identificar como la antigua civilización de Hiperbórea, supuesta patria original de los arios. En el Tíbet, antes de ser invadido por los chinos, eran guardados en los templos una serie de viejos manuscritos que se referían a ese pasado remoto. Los arios de la India nos dicen que el continente Ártico, hace milenios, era un lugar de clima templado y con una naturaleza exuberante. Y afirmaban que Hiperbórea, tierra mágica liberada del tiempo, fue creada por una raza superior: los hiperbóreos (recomendamos leer los artículos sobre “La Tierra, ¿es hueca y alberga un reino subterráneo?”).

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    Según la mitología, su civilización participaba del conocimiento trascendente y la habían creado “dioses” venidos de las estrellas. Se les llamaba “ariyas”, de donde proviene la palabra “ario”, que significa “iluminado”. El origen de Hiperbórea se genera en tiempos remotos, cuando se dice que en el cielo hubo una confrontación entre Jehová y las huestes de Lucifer. A consecuencia de esta confrontación el espíritu quedó encadenado a la materia, creándose un linaje de “semidioses”. Estos seres se hallarán desde entonces entre dos mundos y en medio de una terrible confrontación cósmica. Tratando de ayudar a sus hijos semidivinos, los Dioses crean Hiperbórea, un territorio desde el que intentan liberarlos de las cadenas de la materia.

    Estos mismos mitos explican que Hiperbórea estaba situada más allá del océano boreal y aislada del resto del mundo por una muralla mágica de hielo. En otras versiones la muralla mágica era de piedra, similar a las construcciones ciclópeas del mundo antiguo. Gracias a esta separación, se decía que la pureza racial no estaba amenazada y podían vivir en perfecta armonía. Cuando los dioses hiperbóreos partieron nuevamente más allá de las estrellas, dejaron en la tierra un objeto sagrado: el Grial. Este objeto, que se dice es la esmeralda de la corona de Lucifer, tiene la virtud de permitir a los espíritus caídos mantener el vínculo con el mundo de los dioses.

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    Se dice que Lucifer y sus huestes se adentraron en las cavernas de la Tierra Hueca, donde fundaron el Reino de Agartha. Al igual que el “Libro de Enoc” y el “Mahabharata”, también los Edda, colecciones de historias relacionadas con la mitología nórdica, explican estos mismos hechos. En los Edda, aunque se dice que los habitantes originales de Cielo eran los Ases, ellos no eran las únicas divinidades que las razas nórdicas veneraban, pues también reconocían el poder de los dioses del mar y del viento, los Vanes. Son los ángeles del “Libro de Enoc” que enseñan a los hombres la ciencia, el arte y la civilización. Los escritos antiguos nos hablan de un conflicto bélico legendario entre parientes de la misma sangre, los Ases y los Vanes, que son los Pandavas y los Koravas en el Mahabharata.

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    Los Ases provienen del monte Elbruz, en el Cáucaso, y son guiados por Odín-Wotan con su hacha mágica. Los Vanes se hallan al norte. Atlas sería un Vanes. De la unión de Ases y Vanes vendrían los germanos que se dice guardan en su sangre la memoria de los ancestros hiperbóreos. Aquí puede verse una cierta influencia en las teorías nazis. Eurípides se refería a Hiperbórea como el “País del Ámbar”, que es la región situada al norte, de donde provendrían los arios. Y según Miguel Serrano, los Tuathas de Dannan de la leyenda irlandesa, son los mismos que los germanos identifican como los Ases, que se supone eran extraterrestres descendidos de los astros.

    En el “Libro de Enoc” aparece el relato en el cual Lamec, padre de Noé afirma: “He tenido un hijo diferente a los demás; no es como los hombres, sino que parece un hijo de los ángeles del cielo”. Robert Charroux, escritor francés de realismo fantástico, indica la posibilidad de que Noé fuera un hiperbóreo, ya que su padre lo describe con “la carne blanca como la nieve y roja como la flor de la rosa, y su cabellera blanca como la lana; sus ojos eran hermosos…”. Y efectivamente, ése es el aspecto con que se describía a los antiguos hiperbóreos. Según Charroux, hay que tener en cuanta que los nórdicos sitúan la patria de los hiperbóreos y su capital, Thule, en el extremo septentrional donde, se cree, debieron aterrizar los primeros seres llegados de las estrellas. Estos hiperbóreos fueron el origen de una raza “divina” que se hundió con su continente cuando se produjo un gran cataclismo.

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    A esta catástrofe, que afectó a varías regiones de la Tierra, podría referirse la conocida historia bíblica de la mujer de Lot y su conversión en estatua de sal. De aquella antigua migración aria en Asia aún perduran leyendas y conocimientos secretos en los templos del Tíbet, ahora bajo ocupación china. Los arios que más cerca permanecieron de su patria original fueron aquellos que se establecieron en Escandinavia. Esta patria nórdica posterior a la pérdida de Hiperbórea, Escandinavia, será el origen de las últimas migraciones de arios hacia regiones más meridionales de Europa y Próximo Oriente. Así, desde Escandinavia, migrarán los descendientes de los arios que crearían Troya y, posteriormente, el Imperio de Roma.

    Recientes excavaciones en la provincia de Xinjiang han descubierto cuerpos momificados de gente que vivió allí hace más de 2400 años. Los cuerpos habían sido preservados increíblemente bien y los arqueólogos apenas podían creer lo que veían: Las momias tenían narices largas, cráneos típicos de la raza blanca, pelo rubio o rojizo, labios finos y otros rasgos claramente arios. Una momia de una joven adolescente de pelo rubio se ha convertido en una atracción para turistas. Aparentemente era una princesa de hace unos 3.000 años, ya que fue envuelta en ropas bordadas de lana y cuero junto con bellas joyas, jarros y ornamentos de oro, plata y jade. El Dr. Víctor H. Mair, de la Universidad de Pensilvania, dijo: “Debido a que los cuerpos encontrados son sin duda de la familia indoeuropea y porque datan de un periodo lo suficientemente antiguo como para tener relación con la expansión de los indoeuropeos desde su lugar de origen, jugarán un papel crucial en la determinación del lugar de origen”.

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    Todo esto nos indicaría la presencia de la raza blanca en número importante hasta en el extremo oriental de Asia. Los ainu (palabra que significa “humano” en el idioma ainu) o ainosson un grupo étnico indígena en Hokkaidō y el norte de Honshu, en la parte septentrional de Japón, así como en las islas Kuriles y la mitad meridional de la isla de Sajalín en Rusia. Son también conocidos como Ezo o Yezo en japonés antiguo, y como Utari (palabra que significa “camarada” en idioma ainu) que es como hoy en día son llamados. En la actualidad, hay unos 15.000 japoneses de esta etnia. De orígenes muy antiguos, a los ainus se les ha atribuido ancestros de tipo caucásico o australoide. Los ainos habitaban las actuales islas del Japón antes que los de raza mongólica. De hecho, en la raza del Japón actual, aún pueden apreciarse rasgos raciales que indican algún mestizaje con esta raza blanca.

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    Todavía hoy en día, podemos ver esculpidos rostros de origen ario en lugares tan remotos como las estatuas megalíticas de la isla de Pascua o en las ruinas de Zimbawe, en África, construcciones de piedra que fueron edificadas por culturas de las que ya se ha perdido la memoria. En Norteamérica, hallamos también numerosos restos de la presencia de arios, como entre los indios Mandan, en Missouri, los megalitos de estilo celta y torres redondas en Nueva Inglaterra, las ruinas vikingas en Newfoundland, las inscripciones rúnicas en Dighton Rock, Conecticut y en Minesotta. En todo el área de Centro y Sudamérica, hallamos leyendas referentes a “dioses blancos”, leyendas basadas en hechos históricos reales. Y es que la presencia de hombres de raza blanca en América con anterioridad a la llegada de los españoles está documentada en las mismas crónicas de los conquistadores españoles, quienes se encontraron con individuos y pueblos enteros de raza blanca, y es aún observable en diversas regiones indígenas, como por ejemplo, en la región andina peruana de Chachapoyas.

     
  2. illia

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    Puta.....mejor leo un libro
     
  3. Δ'EVOLUZIOИΞ

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    Agharta y la entrada a la inmortalidad...