Al caer el sol, el cementerio cierra sus puertas, obligando a cualquier visitante a partir; los guardias se encargan de hacer esta labor, porque al ser tan grande este cementerio, muchas personas pierden la noción del tiempo dentro de él. Las cuidadoras, al retirarse del cementerio al anochecer, aseguran que en el lugar donde se encuentra el Cristo de los Ricos, se ubica una persona alta y vestida de negro, a la que no conocen, pero que las saluda respetuosamente y las llama a cada una de ellas por su nombre; a esas horas de la noche ya no puede haber absolutamente nadie, por lo que no se trata de ningún visitante, y tampoco es ningún trabajador del cementerio. Dicen que nunca han visto su rostro, porque sólo aparece cuando ya está oscuro y alcanzan a ver sólo un brillo en su boca, como si fueran tapaduras de oro; no suelen mantener ninguna conversación con él, porque al intentar comenzar alguna, el extraño desaparece. Se le ha intentado buscar durante toda la noche sin resultados. En nuestros días, se sigue apareciendo. http://lagatayelbuho.org/