Pocos navíos naufragados han sido rescatado de su tumba submarina, ya sea por condiciones físicas de imposibilidad de llevar a cabo el proceso o por mantener el lugar tal como está en memoria de los fallecidos en el naufragio. El Vasa es una de las excepciones. El Museo Vasa. Fue construido entre 1626 y 1628, por órdenes del entonces rey Gustavo II Adolfo de Suecia, en el contexto de una guerra con Polonia que se había iniciado en los tempranos años de la década de los 20 del siglo XVII: la Guerra de los Treinta Años. Es por ende, que el Vasa iba a ser un navío de guerra, y el más grandioso de todos. El Rey Gustavo II Adolfo de Suecia. Su materia prima primordial y casi única fue el roble, con el cual se inició su construcción en enero de 1626 en Estocolmo. Iba a ser un "buque gemelo" del "Tre Kronor" (Tres Coronas), y ambos pretendían ser las embarcaciones bélicas más poderosas de su época para así dominar a plenitud el Báltico, un requerimiento que el rey exigía imponentemente. La construcción. Finalmente fue terminado en 1828 y listo para ser botado en la ciudad de Estocolmo. El nombre del navío fue en honor a la dinastía Vasa, a la cual el rey pertenecía. Estaba ricamente decorado con esculturas talladas en la madera y pintadas con pigmentos artificiales de vivos colores. Sus imponentes medidas eran: Manga: 11,7 metros. Eslora: 69 metros. Desplazamiento: 1.200 toneladas. Calado total: 57, 3 metros. Armamento: 64 cañones. Tripulación: 145 hombres. Guarnición: 300 soldados. El 10 de agosto de ese año zarpó el navío con un suave viento y a pesar de que las pruebas de estabilidad no se realizaron correctamente. Dentro de sus falencias, se encontraba su gran diferencia manga - eslora, lo que provocaba que el navío tuviese un centro de gravedad demasiado alto. Al ocurrir esto, la más mínima brisa era capaz de escorar un poco el barco y gracias a los dos niveles de cubiertas con cañones. A sólo 300 metros del puerto, el agua empezó a penetrar por las oberturas de éstos y condenó al Vasa al hundimiento, junto con 30 de sus tripulantes. Era su viaje inaugural, un Titanic cualquiera. Se acusó negligencia y se buscó a un culpable, pero el mismo capitán, que conocía la inestabilidad del navío, dictó que solo seguía órdenes de los enviados del rey para la continuidad del procedimiento. El hundimiento. Los intentos de rescate del Vasa se remontan a la década de 1660, cuando, gracias a los mínimos 30 metros de profundidad en los que se encuentra sumergido, se lograron rescatar 61 de los 64 cañones utilizando rudimentarios métodos. Sin embargo, no fue hasta la década de los 50 en el siglo XX cuando el barco reapareció en la memoria colectiva y su búsqueda se reinició. Fue encontrado fácilmente gracias a la casi ausencia de moluscos que degradan madera en la zona, además de la poca salinidad del mar Báltico. El puente del Vasa. El plan de su descubridor, Anders Franzén, era desplazar el pecio hacia aguas más bajas para poder así maniobrar mejor para sacarlo del agua. 18 etapas utilizando cables por debajo del navío transcurrieron hasta que lograron desplazarlo hasta un sitio correcto. Así, luego de 333 años sumergido, el Vasa emerge de las profundidades el 24 de abril de 1961. La popa muy bien conservada. La madera del Vasa demoró en secarse nueve años, gracias a tratamientos con químicos que lograran sacar el agua de su estructura. Los pernos de hierro que unían la madera también hicieron peligrar la embarcación por la oxidación y la posterior creación de ácido sulfúrico, que atacaba la madera, lo cual también fue solucionado mediante tratamientos químicos y reemplazo de estos elementos. Además, una serie de nuevos estudios y avances en la química lograron identificar los colores de las decoraciones de las 1.200 esculturas que llevaba el Vasa y que inspiraron tantas crónicas en su época. Maqueta que muestra las coloridas decoraciones. El museo en el que se encuentra expuesto el Vasa hoy en día, fue construido en la década de los 80. Así finalmente el Vasa fue remolcado en 1988 hasta donde se encuentra hoy, en la isla de Djurgarden. El museo fue inaugurado en 1990 y desde entonces es el lugar más visitado en toda Escandinavia. Fue ampliado en 2011 ya que los 600.000 visitantes anuales que se proyectaron, superaron el millón. En el museo, incluso se exhiben algunos de los cuerpos de los 30 fallecidos en la trageida, perfectamente conservados. También se encontró velamen, alimentos y utensilios cotidianos dentro del navío y que también se exponen en el museo. Es por eso que hoy se conoce al Vasa como una verdadera "Máquina del Tiempo", que vale la pena visitar. El exterior del museo.
buenaa.... muy bueno el post!! y la info tbn jajajaja faltaron mas fotitos si.. de los utencilios de la epoca, pero en general muy interesante.