Los vikingos

Los vikingos, que significa hombres del norte, fueron la última de las tribus bárbaras, llamadas germanas por los romanos que aterrorizó Europa.
Procedían de Escandinavia y atravesaban velozmente el mar asolando las costas desde sus drakkars, llamadas así porque las proas y popas de sus naves estaban adornadas con cabezas de dragón. Empezaron con asaltos y saqueos, retirándose antes de que fuera posible oponerles una resistencia organizada. Pero con el tiempo se volvieron más audaces, llegando a ocupar y a asentarse en gran parte de Europa. Controlaron durante algún tiempo la mayor parte de la costa Báltica, gran parte de Rusia, Normandía, Inglaterra, Sicilia, el sur de Italia y parte de Palestina. En el 825 descubrieron Islandia, donde se asentaron en el 875 (aunque ya estaba habitada por monjes irlandeses). Colonizaron Groenlandia en el 985, y algunos creen que llegaron al nuevo mundo y exploraron parte de Norteamérica 500 años antes que Colón.
El saqueo al monasterio inglés de Lindisfarne, el 8 de junio de 793, marca el inicio histórico de la llamada era vikinga. A partir de entonces, las crónicas escritas por los aterrorizados monjes de aquel y otros monasterios les proporcionó la imagen de sanguinarios asesinos dispuestos a conseguir riquezas a sangre y fuego que perdurarían durante siglos.
Las incursiones vikingas cesaron a finales el siglo X. Dinamarca, Suecia y Noruega se habían convertido en reinos, y los reyes dedicaron la mayor parte de sus energías al gobierno de sus dominios.
Con la expansión del cristianismo, los antiguos valores guerreros de los vikingos se debilitaron hasta desaparecer. Las culturas que habían conquistado los absorbieron; y así los ocupantes y conquistadores de Inglaterra se volvieron ingleses; los normandos, franceses; y los varegos, rusos.


Caracter de los pueblos escandinavos:
En la época de los vikingos, el sustantivo vikingo se aplicaba a la expedición. El que participaba en ella era un vikingo. Hoy la palabra se emplea en un sentido más amplio. Aplicándola tanto a los hombres como a la cultura escandinava de aquel período.
Pero vayamos a lo que realmente nos ocupa. Los vikingos concedían gran importancia a la igualdad y la libertad. El hecho de que se considerasen todos iguales llamó la atención de los contemporáneos en todos los países que invadieron.

No tenían reyes, aunque sí jefes, cuya autoridad era indiscutible por ser los más valerosos, los más experimentados, y los más ricos de la comunidad. Y las expediciones se organizaban a su alrededor.
Profundamente individualistas, defendían su libertad por encima de todo.
Poseían un espíritu emprendedor y sentido de la organización y contaban más consigo mismos que con los demás.
Eran habilidosos en todas las actividades: navegantes, guerreros, agricultores, mercaderes, etc., y pasaban de una a otra según las circunstancias y las necesidades del momento.
Eran supersticiosos. Para conjurar a los malos espíritus cuando salía a altamar, fijaban tanto en la proa como en la popa de sus navíos una cabeza de dragón o de serpiente; más adelante las retirarían con objeto de que al llegar a tierra no se indispusieran los buenos espíritus de esta.
Los grandes espacios marinos y la necesidad de luchar sin tregua contra los elementos para sobrevivir forjaron su carácter convirtiéndolos en hombres duros, belicosos, valientes y ávidos de hazañas.
Aunque excelentes jinetes, preferían remontar los ríos navegando, mientras tuviesen agua suficiente bajo la quilla.
Navegantes hasta la muerte, el barco se convertía para algunos en pira funeraria y en él efectuaban el último viaje que les conducía al Valhalla.
Sobresalían en el arte de levantar campamentos atrincherados y fortificaciones de campaña. Tan pronto como se detenían en un lugar, cavaban fosas profundas alrededor de su campamento y acumulaban la tierra en montículos, con objeto de defenderse contra cualquier ataque por sorpresa.
Para las poblaciones de Europa Occidental, los vikingos no eran más que bárbaros, ya que venían de países extranjeros, cuyos usos y costumbres diferían de los suyos considerablemente. Pero, en realidad, se trataba de bárbaros civilizados, con costumbres, leyes y una cultura propias que no trataron de imponer a los demás.



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