¿Estamos realmente interconectados con todo cuanto existe, como aseguran las antiguas tradiciones sagradas? ¿Cuán profunda es esa conexión? ¿Hasta dónde alcanza realmente nuestro poder para cambiar nuestro mundo? Éstas son algunas de las preguntas que intenta responder Gregg Braden. La clave, para él, es la existencia de lo que llama La Matriz Divina, un puente entre todo cuanto existe y un espejo que nos refleja lo que hemos creado. Asegura que podemos aprender a comunicarnos con la misma, lo cual nos permitiría transformar nuestras vidas. Llamo la Matriz Divina a un campo de energía que es el puente entre nuestro mundo interior y el mundo exterior, así como el recipiente de todo lo que existe. El descubrimiento de este campo en las partículas subatómicas, en las distantes galaxias y en todo lo que hay entre unas y otras, cambia completamente lo que hasta ahora pensábamos acerca de nuestro papel en la creación. La existencia de una red fundamental de energía que conecta nuestros cuerpos, el mundo y todas las cosas abre la puerta a poderosas posibilidades. Éstas sugieren que somos mucho más que simples observadores experimentando un breve lapso de tiempo en una creación ya existente. Cuando contemplamos la vida, puede que también estemos mirando en el espejo de nuestras creencias más básicas e inconscientes. Las vemos a nuestro alrededor porque se han manifestado a través de la misteriosa esencia de la Matriz y, para que eso ocurra, la conciencia tiene que desempeñar un papel crucial en la existencia del universo. Por inverosímil que pueda parecer esta idea, se halla en el centro de las mayores controversias entre algunas de las mentes más brillantes. Por ejemplo, Einstein afirmó que somos esencialmente observadores pasivos viviendo en un universo preexistente sobre el que tenemos poca influencia. Muchos científicos comparten esta misma visión. Pero el físico John Wheeler, colega de Einstein en Princeton y profesor emérito de esta Universidad, nos ofrece una visión radicalmente distinta de nuestro papel en el universo: Teníamos esa vieja idea según la cual el universo está allí fuera y aquí está el observador, separado del universo por una gruesa plancha de vidrio. Wheeler se refiere así a los experimentos demostrativos de que el mero hecho de observar algo ya lo modifica: el mundo cuántico nos enseña que para observar un objeto tan minúsculo como un electrón tenemos que romper esa plancha: tenemos que pasar al otro lado... Nos vemos obligados a eliminar la vieja palabra observador y colocar en su lugar la palabra participante… saludos. que esten bien...
Yo creo que es imposible ver más allá de nuestro espacio conocido. Yo creo, más bien, que es posible comunicarse con otros planos mental y espiritualmente, pero para eso se necesita mucho entrenamiento, disciplina y meditación. El universo es una proyección de nuestra esencia y para la cual estamos programados biológicamente. Así como los glóbulos blancos de la sangre atienden nuestras necesidades de tener una defensa contra agentes externos que invaden nuestro organismo pero sin saber cual es el objeto de su existencia pero sin embargo actúan y ejecutan su misión de todas formas. Así también nosotros somos parte de algo mas grande, el cual no sabemos que es y es imposible comprender.
El hombre en su estado psicológico no es uno, el hombre es muchos no existe un yo inmutable existen muchos yo recuerda siempre eso Saludos.
