EL CALVARIO O EL GÓLGOTA - LOS SANTOS LUGARES Calvario o Gólgota es el nombre dado al monte en las afueras de Jerusalén donde Jesús fue crucificado. Su nombre proviene de rocas en forma de calaveras en uno de los lados de la colina. Sus diferentes nombres son Calvariae Locus, en latín, Κρανιου Τοπος (Kraniou Topos) en griego y Gólgota o Golgotha en arameo; en todos estos idiomas significa lugar de la calavera. Según la tradición judía, además, este sería el lugar en el que se habría enterrado la calavera de Adán. El emperador romano Constantino el Grande construyó la Basílica del Santo Sepulcro en lo que se creyó que fue el sepulcro de Jesús hacia los años 326 - 335, cerca del lugar del Calvario. La tumba de Jesús y la verdadera cruz fue, según la tradición cristiana, descubierta por Helena, madre de Constantino en 325. La iglesia actualmente se encuentra dentro de los muros de Jerusalén, pero el Santo Sepulcro estuvo probablemente fuera de estos muros en el momento de la muerte de Jesús. La iglesia es aceptada como la tumba de Jesús por muchos historiadores. Sitio donde se cree que está el monte de la calavera, al este de Jerusalén cerca de la tumba del jardín. En 1885, Charles Gordon sugirió una localización distinta para el Calvario. La tumba del jardín se encuentra al norte del Santo Sepulcro, en las afueras de la Puerta de Damasco, datado en el período del Imperio bizantino. El jardín posee un risco que contiene dos grandes huecos que parecen los ojos de una calavera. Frecuentemente el nombre del calvario se refiere a esculturas o pinturas representando la crucifixión de Jesús. También es usado para describir grandes construcciones, esencialmente colinas artificiales construidas por creyentes. El nombre también es referido a ciertos cementerios, especialmente aquellos asociados a la Religión Católica. BONUS INFO El golgota y el santo sepulcro El hecho histórico que está a la base de este tema, que a continución se expone, lo encontramos relatado en cada uno de los cuatro evangelios; aquí presentamos un párrafo de la versión según san Juan: En el lugar donde había sido crucificado había un huerto, y en el huerto un sepulcro nuevo, en el que nadie todavía había sido depositado. Allí, pues, porque era el día de la Preparación de los judíos y el sepulcro estaba cerca, pusieron a Jesús. El primer día de la semana va María Magdalena de madrugada al sepulcro cuando todavía estaba oscuro, y ve la piedra quitada del sepulcro. Echa a correr y llega donde Simón Pedro y donde el otro discípulo a quien Jesús quería y les dice: "Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde le han puesto." Salieron Pedro y el otro discípulo, y se encaminaron al sepulcro. Corrían los dos juntos, pero el otro discípulo corrió por delante más rápido que Pedro, y llegó primero al sepulcro. Se inclinó y vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llega también Simón Pedro siguiéndole, entra en el sepulcro y ve las vendas en el suelo, y el sudario que cubrió su cabeza, no junto a las vendas, sino plegado en un lugar aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado el primero al sepulcro; vio y creyó, pues hasta entonces no habían comprendido que según la Escritura Jesús debía resucitar de entre los muertos. (Jn 19,41-20,9) Orígenes (siglo III) reporta, como de origen judía, la tradición relativa al sepulcro de Adán en el mismo lugar de la crucifixión de Jesús (Gólgota o Lugar del Cráneo): "de modo que, como todos mueren en Adán, todos puedan resucitar en Cristo". Un pequeño ábside al pie del Calvario (Capilla de adán) perpetúa este antiquísimo recuerdo de naturaleza simbólica. Eusebio de Cesárea, antes de los trabajos (327-335) emprendidos por orden del emperador Constantino, admite: "El lugar del Cráneo, donde Cristo fue crucificado, todavía hoy se muestra en Aelia, al norte del monte Sión", y esto no obstante que un culto idolátrico (de la diosa Venus/Afrodita) se había apropiado del lugar desde hacía mucho tiempo. Una cruz de mucho valor, que se perdiera en posteriores saqueos, no tardó en tomar lugar en la cima del montículo rocoso, considerado por los cristianos el ombligo o centro espiritual del mundo (Cirilo de Jerusalén, siglo IV). Eusebio de Cesárea (hacia el 340) refiere detalladamente las circunstancias que llevaron al descubrimiento de la tumba de Cristo, oculta bajo un poderoso terraplén del tiempo del emperador Adriano (135 d. C.): cuenta de hecho, cómo el emperador Constantino (un poco después del 325) había ordenado derribar el templo pagano y excavar en profundidad "y entonces, contra toda esperanza, apareció... el venerable y santísimo testimonio de la resurrección salvífica". Desde entonces, la tumba encontrada permaneció siempre venerada y, hasta la destrucción ordenada por el califa Hakem (1009) se la podía observar completamente excavada en la roca, siendo revestida de mármol sólo en el exterior (Arculfo, siglo VII). De la basílica constantiniana tripartita (Martyrion, Tripórtico y Anástasis) permanece hoy solamente la rotonda de la Anástasis, aunque muchas veces restaurada, como un grandioso mausoleo sobre la tumba vacía de Cristo. El resto de la construcción (el ingreso por el sur, el Catholicon en centro, el deambulatorio y la capilla subterránea de Santa Helena) es obra cruzada (1141). El terremoto del 1927 lesionó gravemente el monumento; los trabajos de restauración, iniciados en 1960, dieron ocasión a ahondar más nuestro conocimiento sobre la historia y la topografía del lugar del período de Cristo. Los franciscanos ofician en la basílica desde el siglo XIV junto con otros diversos ritos cristianos, con derechos dispuestos, según su placer, por los sultanes, primero el del Cairo y después (desde 1517) por el de Constantinopla, hasta el reconocimiento del "Statu quo" (1757 y 1852) orden férreo que todavía hoy regula la convivencia de las diversas comunidades.