Dios y El Diablo Dios va caminando tranquilamente por una calle desierta. Todo a su alrededor está reducido a escombros y cenizas. El cielo está nublado, probablemente de polvo y humo. Avanza hasta una esquina, donde ve que la calle que cruza tiene un letrero que dice CALLE SIN SALIDA. Al fondo divisa llamas y manchas como remolinos que se levantan hacia el cielo. Pone más atención y logra escuchar ruidos como de bombas y gritos. Dice mirando hacia el suelo Ya no sé qué más hacer. No se había percatado, pero en la vereda ahí en esa misma esquina, apoyando su espalda sobre una de las pocas panderetas que quedaban en pie, estaba el Diablo, quien, al escuchar a Dios, levanta la mirada y le dice Te propongo un trato. Dios lo mira detenidamente, y se da cuenta que el Diablo tiene todo su cuerpo sucio y con heridas, y que sus ropas parecen la de un vagabundo. Pero aún así Dios no tenía alternativas. Cada persona que enviaba a la Tierra tarde o temprano se volvía maligna y sedienta de poder. No podía ya hacer nada. No quedaban humaos buenos y que pudieran hacer algo. La gente que seguía al Diablo poseía control, armas, alimentos, y nada se podía hacer. Dios podría enviar diluvios, pero lo único que lograría sería exterminar a la raza humana para siempre. Luego de pensarlo unos minutos, Dios le dijo al Diablo ¿Qué deseas?. El Diablo le respondió Quiero el Cielo. Dios se exaltó. Nunca el Diablo le había mostrado intenciones de ir al Cielo. De hecho, siempre pensó que estaba a gusto en la Tierra, torturando y tentando a los seres humanos. Quiero el Cielo y si me lo das te dejo la Tierra sólo para ti, nunca más pondré un pie en este lugar. Te lo prometo. Dios no creía las palabras del Diablo y le dijo No caeré en tus trampas. Sé lo que intentas hacer. Quieres poseer todo, como siempre. No te basta con lo que ya tienes. El Diablo, al ver que Dios no cedería, le dice Si tú me das el Cielo, dejo que me conviertas en un ser humano normal, sin ningún poder. Dios quedó más asombrado, pero lo que le decía el Diablo era muy fácil de hacer, si éste no se resistía. Tenía su Cielo lejos de la Tierra, perfecto, bello, tranquilo. Y tenía la Tierra: en ruinas, en guerra, en extinción. Pensó en todo lo que podría hacer en la Tierra, ensimismado en sus planes, y se dio cuenta que se necesitaba su presencia más en ella que en el Cielo, y le dijo al Diablo: Está bien, te doy el Cielo, pero te debo convertir de inmediato en humano. Cerró sus ojos, una luz blanca resplandeciente rodeó a ambos y en un segundo se encontraban en el Cielo, con sus verdes prados, ríos cristalinos y altos árboles, aunque sin nadie cerca. Ya Dios no tenía aliados en su territorio. Todos estaban en la Tierra, muchos de ellos muertos. Dios aún estaba algo dudoso de la oferta del Diablo, pero se termino de convencer cuando este último apenas se vio en el Cielo, se arrodilló y le dijo, cerrando los ojos: Conviérteme en humano rápido, por favor. Sé que deseas salvar la Tierra lo antes posible, no te retrases. Dios no lo pensó dos veces, posó su palma abierta sobre la frente del Diablo, miró a través del universo entero y el cielo alrededor se volvió negro, pasó un par de segundos y nuevamente tomó su color claro natural. Gracias, le dijo el Diablo a Dios. Éste le preguntó: ¿Por qué quisiste convertirte en ser humano? Rehusar de tus poderes. No lo entiendo. El Diablo no dijo nada, sólo se limitó a abrir muy bien los ojos y llorar de felicidad. Dios se quedó de pie con su mano abierta aún por unos instantes, pasmado, hasta que volvió en sí y recordó que tenía que salvar a la Tierra, dio media vuelta y cerró los ojos para volver a la Tierra, los abrió de nuevo, pero seguía en el Cielo. Cerró sus ojos por segunda vez, pero nada pasó. No entendía qué sucedía. Cerró los ojos por tercera vez y sintió un ardor en su corazón, que lentamente se extendía a sus extremidades. Abrió los ojos, miró hacia abajo y vio la punta de un filoso cuchillo que salía de su pecho, con la punta ensangrentada. Dios no sabia qué ocurría, le costaba respirar y mucho más articular las palabras que salían de su boca: ¿Por qué has podido hacer esto por qué me duele tanto?. Ya no eres Dios, eres un humano más, como yo. Ya no se necesita ese equilibrio del que tanto predicaste, le respondió el Diablo mientras enterraba aún más el largo cuchillo en el cuerpo de Dios. Ahora yo soy dueño del Cielo, y aquí puedo estar mucho más tranquilo que en la asquerosa y sucia Tierra que tú tanto amas, pero que nunca te quiso escuchar. Debiste haberte dado por vencido mucho tiempo atrás, pues yo así lo hice y ya perdí el interés por los humanos. Ahora sólo quiero estar solo, tranquilo. Dios apenas entendía lo que escuchaba, su sangre avanzaba por las pequeñas grietas de sus verdes prados, y llegaba al río lentamente para perderse en el agua pura. Estaba agonizando, comenzaba a sentir mucho frío. El Diablo lo miraba y seguía hablándole: Te tenté con tus ansias de salvar a tu estúpido planeta. Te cegaste como un humano cualquiera. Ellos no tienen salvación, y lo sabes muy bien. Tienen lo que se merecen. Dios ya escuchaba sólo murmullos lejanos. Se apagaba su corazón antes eterno y todo se desvanecía. El Diablo había ganado la guerra, pero sin gritos ni escupitajos ni nada de lo se podría imaginar. Se dio cuenta que el ser humano podía ser más malvado que él mismo, y eso lo quiso huir de esa Tierra pervertida. El Diablo había ganado la guerra e, irónicamente, se había ganado un lugar en el Cielo. El Diablo había ganado la guerra, pero de la única forma que por fin entendió que podría ganarla: como ser humano.
Pues me parece bien llevado y redactado, también tiene buen trasfondo y me entretuve bastante leyendo. Buen escrito, gracias por el aporte