Mike Tyson: del ring a la cama

Discussion in 'Cementerio De Temas' started by bretaysad, Dec 24, 2008.

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  1. bretaysad

    bretaysad Usuario Casual nvl. 2
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    Mike Tyson: del ring a la cama

    Fue el rey indiscutido de los peso pesado y el boxeador más popular de los últimos tiempos. Ganó 300 millones de dólares, pero entre excesos y juicios se las arregló para quedarse sin un centavo. Tras pasar tres años en la cárcel, volvió al boxeo y dio lástima en el cuadrilátero. Para salir de la bancarrota, filmará películas porno.

    Lo tuvo todo, y todo lo perdió. La suya es una vida de película: de la nada a la nada, con escala en el todo. Fue el ReyMidas del ring; todo lo que tocaba con sus puños lo convertía en oro. Parecía indestructible, pero alcabo, para placer de los moralistas y de los enemigos del boxeo, resultó ser un ídolo con pies de barro. Que demostró cuán cierto es aquello de que cuanto más grandes son, más ruido hacen al caer. Y Mike Tyson es enorme: 1,78 metro y 106 kilos de puro músculo(gobernados por un cerebro raquítico, parece). El –el que supo ser El Hombre de Acero , el ex Chico Dinamita– ya no es ni la sombra del que fue alguna vez. Su sonrisa torcida, que ayer nomás infundía pánico, devino en mueca patética. Ni rastro queda de su soberbia, y ya ni para armar escándalos le da el pinet. Hoy, Mike Gerard Tyson es un pelele dispuesto a hacer lo que sea por un puñado de dólares. Un maníaco depresivo que vive recetado y amenaza con hacer uso y abuso de la única propiedad que quedó a salvo de los mil embargos que sufrió: su aparato genital, que supo sorprender a los encargados de los pesajes previos a cada pelea.

    Dice (al decirlo se quiere convencer, ruega por que esta ilusión sea realidad pronto) que le ofrecieron ser actor porno. Jura que la mismísima Jenna Jameson, una rubia carnosa que es la non plus ultra de las pornostars, lo quiere en su cama. Y que él no tiene prurito alguno en andar exhibiendo sus atributos frente a la lente.

    Como último acto es patético, y él lo sabe. Pero ya es demasiado tarde para lágrimas; ya no tiene cómo torcer su historia(una tragedia que parece guionada por un dios afecto a las parábolas con moraleja). Tal vez por la noche, antes de soñar con otro destino, se ponga a repasar el que le tocó. Su triste vida, la que arrancó con el llanto de rigor el 30 de junio de 1966 en un hospital de Nueva York.


    El amigo de las palomas

    Lorna Tyson no confiaba del todo en el que decía ser el hombre de su vida, un tal Jimmy Kirkpatrick. Sabía que el hombre –un urso que se ganaba la vida en una fábrica– la dejaría en cualquier momento. La intuición femenina no le falló: el padre de su tercer hijo, Mike, se mandó a mudar cuando el pequeño aún no tenía dos años. De una zona pobre de Brooklyn a la miserable barriada de Brownsville, ése fue el camino que siguió la mujer. En esas calles violentas, entre drogones y pandilleros, Mike dio sus primeros pasos. Era un chico sensible, según la leyenda familiar. Inseparable compañero de su hermana Denise, tenía modales suaves y una voz aflautada que le valió el mote de Principito entre los vagos de la manzana. Se dice que era un grandote de buen corazón, y que lo que más amaba en el mundo era a su palomita. Se dice, también, que toda la agresividad que tenía guardada encontró su cauce cuando un grandulón del barrio ahorcó a su mascota. Y que esa(la del grandulón) fue la primera nariz que rompió, a la tierna edad de siete años.

    Habrá sido la emoción, la adrenalina de la pelea, vaya uno a saber qué...El caso es que desde entonces, Mike mutó en un personaje a tono con el barrio. El resto de su infancia se le escurrió desandando el escalafón de la escuela del crimen. Se encandiló con la plata dulce de los negocios de la zona. Robó, huyó, lo pescaron más de una vez. A los 12años, cuando cayó en desgracia por robarle la cartera a una anciana ,ya tenía un interesante récord delictivo: robos con armas, hurtos, salideras.

    Un juez lo envió a la escuela Tyron –un reformatorio–, donde volvió a demostrar alergia a la autoridad. Iba camino a la cárcel, cuando un profesor de educación reparó en su cuerpo fornido y fibroso, calibró su instinto asesino. Bobby Stewart, que había sido boxeador, vio al púgil que Tyson llevaba escondido y se propuso moldearlo. Un par de lecciones le alcanzaron para saber que el chico necesitaba un entrenador profesional.

    Así entró en escena Cus D’Amato, quien sería un padre adoptivo para Mike. El entrenador –que había hecho a Floyd Patterson campeón de los peso pesado– obtendría la guarda legal de su pupilo en 1984. D’Amato hizo todo por Tyson: para alejarlo de las malas juntas, se lo llevó a vivir a su casona y entre fintas y jabs le dictó una filosofía de vida que más tarde le serviría en el ring. “Cus fue más que un padre para mí, fue mi columna vertebral. Me enseñó que los héroes y los cobardes son iguales, pero el héroe proyecta su miedo en su oponente en vez de correr”, lo recordó Mike alguna vez.

    D’Amato murió en noviembre de 1985, de neumonía. Se fue en paz: unos meses antes, había visto cómo su niño mimado noqueaba a un tal Héctor Mercedes en el primer round de su primera pelea a nivel profesional.

    Pronto, todo el ambiente del boxeo hablaba del chico de los puños de acero, del futuro campeón que tenía alma de gladiador. Que usaba su sed de sangre para demoler al rival y daba miedo. Realmente.


    El gran golpe

    A poco de andar –el 22 de noviembre de 1986–, Tyson le daba la razón a los que apostaban por él destrozando a Trevor Berbick en el segundo round y poniéndose el cinturón del campeón mundial de los peso pesado. Tenía 20 años y monedas; era el campeón más joven de la historia. La era post-Ali acababa de comenzar.

    “Soy feliz mientras peleo”, decía, y alimentaba su fama de noqueador. Era un toro salvaje, puro cuello, el rey del mundo. Empezó a voltear muñecos: nadie apostaba en su contra, lo único que se discutía era en qué round el rival de turno mordería el polvo. Retuvo su título a piacere, y ni siquiera Larry Holmes pudo con él: en el cuarto round, cayó groggy.

    La vida le sonreía, y hasta se dio el lujo de conquistar a una mujer bellísima, la actriz Robin Givens. Entre promesas de amor eterno, la desposó en febrero de 1988. Cuatro meses más tarde, ella lo acusaría de violencia doméstica, lo tildaría de maníaco depresivo y pavimentaría el camino hacia un divorcio exprés.

    Mientras Iron Mike se asociaba con Don King –mítico y polémico promotor de peleas–, se prendían las primeras luces de alarma en torno del boxeador estrella. Nadie podía sospechar que 1989 sería el año de su apogeo, que luego todo iría de mal en peor. El hombre que sólo había precisado 83 segundos para liquidar al durísimo Carl Williams, estaba a punto de venirse abajo. Mientras gritaba “quiero pelear, quiero destruir el mundo”, el principio de su fin se acercaba. Había olvidado una enseñanza de D’Amato: “La soberbia no sirve; quien se hincha, revienta”.


    La caída

    Fue la noticia del día, aquel 11 de febrero de 1990: James Douglas, el retador de la corona, noqueaba al hombre indestructible, al que había predicho que nunca jamás nadie le haría besar la lona. Fue, si se lo mira en retrospectiva, lo menos malo que le pasó en esos tiempos complicados.

    El 18 de julio de 1991 Tyson cometería el peor error. En una habitación de hotel, un encuentro con la modelo Desiree Washington –que venía de concursar en el certamen Miss Black America– sellaría su destino. Cuatro días después, la chica de 18 años presentaba una demanda contra el boxeador; lo acusaba de violación, un delito mucho más grave que los que lo habían llevado al reformatorio. Desde entonces, vivió para visitar tribunales. En marzo de 1992, la jueza Patricia Gifford desoyó los pedidos de su defensa y lo condenó a diez años de prisión.

    Fue a dar con sus huesos a la cárcel de Plainfield –en el estado de Indiana–, donde prepoteó a los guardias, leyó a Tolstoi y se enamoró de Monica Turner, una estudiante de medicina que lo visitaba dos veces a la semana y lo llamaba “mi osito de peluche”.

    Recién volvió a ver la luz del día el 25 de marzo de 1995, y a los pocos meses parecía rehabilitado: derrotaba en 89 segundos a su retador, Peter McNeeley, en Las Vegas. Luego, enhebró otras tres victorias por KO como preparación para una pelea con un rival peliagudo, el peso pesado Evander Holyfield. Tras bravuconadas varias, se vieron la cara sobre el cuadrilátero el 9 de noviembre de 1996. El Hombre de Acero, quedó patente, ya no era el mismo. El árbitro Mitch Halpern paró la pelea en el penúltimo round, cuando Tyson ya no daba más.

    Medio año más tarde, la noche del 28 de junio de 1997, fue tiempo de revancha. Y de vergüenza. Cortado en una ceja, harto de recibir golpes sin poder encajar uno como la gente, Tyson se la tomó con la oreja de Holyfield. Una, dos veces mordió el lóbulo, y se quedó con un retazo del pabellón auditivo de su rival entre los dientes. Los millones de televidentes no podían creer tamaña reacción, tan poca tolerancia a la frustración. Iban recién por el tercer round y quedó claro que ante la impotencia, salía a la luz el peor Mike, tan parecido a aquel adolescente pendenciero que Cus D’Amato intentó enderezar. Empezaba el tiempo de la decadencia final.

    El campeón invencible, el que había dicho que “aparte del boxeo, todo es aburrido”, había llegado demasiado lejos. Cuando un tabú es violado, cuando se rompe una regla no escrita del pugilismo y la sinrazón triunfa, el pronóstico no es nada bueno. Por supuesto, las cosas no harían sino empeorar.


    Quien mal anda...

    Apenas comenzó 1998, el ex campeón cayó en la cuenta de que del dinero ganado a los golpes –unos 300 millones de dólares–, le quedaba poco y nada. Sumó dos más dos, y tuvo claro quién podría haberlo estafado. Corrió a una corte distrital e ipso facto entabló una demanda contra Don King, al que acusaba de haberle robado varias decenas de millones.

    De paso, les dio órdenes a sus abogados para que arreglaran –con el menor costo posible– el cierre de una demanda que le habían entablado dos veinteañeras. Sherry Cole y Chevelle Butts exigían 7,5 millones en compensación por el presunto acoso sexual al que, decían, las había sometido.

    Por años, del Tyson boxeador no hubo casi noticias. Claro, pasaba más tiempo en el buffete de sus letrados que en el gimnasio. Sin embargo, cada tanto peleaba con un rival menor, cosa de engordar su cuenta bancaria y hacerle frente a alguna deuda impostergable. Y salía de noche, cosa que no le hacía gracia a Monica, ya madre de sus dos hijos. Cuando una bailarina de cabaret lo acusó de agresión, ella le dio un ultimátum.

    De mal en peor, Mike fue bajando peldaño a peldaño hacia el infierno de la pobreza. Tuvo que vender su mansión de Connecticut para pagar el divorcio de Monica y en agosto de 2003, acorralado por sus acreedores, se declaró en bancarrota total y completa.

    Gracias a los papeles que presentó ante la justicia, quedó claro con qué facilidad quemó tanto dinero. Comprando alfombras de 60 mil dólares, collares de un cuarto de millón, autos al por mayor...Entre la deuda declarada, para darse una idea, sobresale una factura de 308.749,60 dólares a cuenta de CLS Transportation, la compañía de alquiler de limusinas que el boxeador usaba casi a diario.

    Vivió en refugios de gente sin techo o de la caridad de los pocos amigos que le quedaron (la indigencia hizo mella en su popularidad). Hoy vive en un pequeño departamento en Phoenix, solo como un perro. Debe todavía 38 millones de dólares, y si pelea, es por dinero. Sus dos últimas presentaciones, frente a rivales de cuarta categoría, fueron un fiasco: gordo y lento, recibió dosis duplicadas de la que fue su antigua medicina, el KO.

    Está tan deprimido, que cualquier esperanza es una tabla de salvación a la que se aferra desesperado. Semanas atrás, anunció que se dedicará a filmar películas porno. “Un tal Jimmy, que trabaja para el club de Jenna Jameson, me dijo que están interesados en mí para hacer películas”, contó Mike. No dijo si aceptó el convite. No hacía falta, en verdad: se sabe que él, que está para el cachetazo, ya no puede rechazar ninguna oferta



    Sus mejores golpes..


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  2. Alejandro

    Alejandro Invitado

    No está mal el tema... bueno el video... :jaja:
    Ojalá que esta zona vaya aflorando...
    Se agradece el aporte... saludos!
     
  3. Nostradamus2012

    Nostradamus2012 Usuario Casual nvl. 2
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    y se habrá dedicado a las películas xxx
    suele pasar que algunos deportistas le pasen esas weas
     
  4. karliitozzzh

    karliitozzzh Usuario Nuevo nvl. 1
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    mike tyson es uno de los grandes del boxeo pero ahora ta cagao
    iwal yo caxo k se va a dedicar a las peliculas xxx
     
  5. EZIO

    EZIO Usuario Casual nvl. 2
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    excelente info men este wn fue uno de mis inpiradores en el box
    primero muhamed ali , rocky marciano , mike tyson capo todos
     
  6. jotatoliko

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