Probando los límites 2

Viene de "Probando los límites 1"

Desnudos en la cama, el silencio solo se rompía por la brisa o el trinar de los pájaros, ahí en medio de la cordillera…

R: ¿y tu traje de baño donde está?

A: Encontré sólo un bikini, pero hace mucho frío para salir afuera, mañana vamos a la piscina…

R: El frío es entre la puerta y el agua… ¿No te atreves?

Titubeaba, sus mejillas rojas, su entrepierna húmeda y sus ojos cerrados. Aún disfrutaba ese placer de haber sido penetrada…

Ella no quería salir de la cama, pero me vio tan resuelto, con traje de baño, polera y toalla en mano que se animó a pesar que el frío cordillerano estaba en la puerta. Buscó en su bolso y hacía como que no lo encontraba el famoso bikini.

Nos fuimos a la piscina termal, estaba el sol oculto entre los cerros pero aún quedaba luz para ver donde caminábamos. Dejamos la ropa al lado y nos metimos al agua. Ahí confesó que no sabía nadar y le dije que no era problema, no lo necesitaba…

Caminamos en el agua, estaba tibia, poco a poco nos acostumbrábamos al agua tibia y el sol se había ido por completo. Jugamos a flotar, a reposar en las manos del otro pero eso era una incitación para que esas manos se deslizaran a la entrepierna… era de noche.

Habían unas luminarias que permitían ver siluetas, llegó una pareja que quería alojamiento pero no quedaban cabañas. Nosotros en la piscina nos acercábamos, nos rozábamos pero aún teníamos los límites claros: teníamos traje de baño puesto.

En un momento ella se abalanzó a mi y quedamos frente a frente, mi pene se erectó y ella lo percibió de inmediato… lo buscó y lo encontró… quería sentirlo en sus manos, disfrutar que también me había depilado.

Yo le pregunté si se atrevía… volvieron esos ojos de duda, pero la temperatura del agua hizo que nos olvidemos del frío y calentó nuestros cuerpos… así como ella me había buscado y agarrado el pico, yo busqué en su entrepierna para sentir su vulva, esos labios suaves que conservaban algo de fluidos pues mis dedos se resbalaban en su interior.

Ella dejaba que mis dedos estimularan su concha y también recorría mi pene. Nos desplazábamos suavemente en el agua para encontrar lugares fríos o en realidad menos calientes; mientras los besos nos dejaban dejaban sin respiración: ella con su bikini corrido y yo con mi traje de baño afuera. Nos acercábamos y nos rozábamos; mientras la pareja aún en las cercanías de la piscina termal discutía donde iría.

Ella comenzó a llevar mi pene a su entrepierna, me abrazó y sentí su vulva pegada a mi… para no tener roces, desabroché el colaless de su bikini por ambos lados, lo saqué y ella nuevamente recibió mi pene. Inmóviles, disfrutábamos de estar unidos en el agua, nuestra respiración era agitada pero suave para no llamar la atención de estar culiando.

Sentía sus manos en mi espalda, sus uñas me recorrían y cuando apretaba sus nalgas ella clavaba sus uñas… caminaba en la piscina y la llevaba en mis brazos: ella se estiraba por completo hacia atrás sin dejarme sacar el pene.

Mirando hacia el cielo, encontró las estrellas, la luna creciente y también la blancura de sus tetas. Se quitó el sostén y me obligó a sacarme el pantalón de baño. En realidad era un detalle…

Nos recorríamos mutuamente y la pareja se fue de nuestra vista a su vehículo y salieron con rumbo desconocido. Se apagaron las luces de la piscina y ni nos inmutamos.

Le pregunté si le había gustado que le meta el pico delante de esas personas; sólo me embistió más fuerte y sus tetas salieron del agua donde se elevó hacia mí.

Sentirla desnuda en el agua, envolviéndome entre sus piernas y sintiendo sus manos recorrerme es una sensación indescriptible. Ahora estábamos solos, nos besábamos y recorríamos nuestros cuerpos con lujuria.

No habían límites ni fronteras. Nuestros dedos exploraban todo, cada cierto rato nos invadíamos para que la penetración fuera más intensa y profunda; un dedo se perdía en el espacio oscuro de nuestra espalda y nuestra respiración se agitaba al igual que el placer aumentaba.

No había música y los pájaros se habían callado, solo la brisa nos refrescaba la cara de cuando en cuando; porque nuestro cuerpo estaba sumergido en el agua, nuestras cabezas permanecían fuera de ella.

Cada cierto rato sentía las contracciones musculares de su entrepierna, la respiración rápida y una exhalación prolongada cuando llegaba otro orgasmo. Estábamos relajados, sin ropa y unidos en un suave vaivén de placer envueltos en el agua. La noche fría y las estrellas miraban nuestros cuerpos unidos en deseo y excitados, total nadie mas iba a disfrutar de esa manera.

Me pidió que nos acerquemos a la orilla porque quería sentirme distinto: se afirmó en el borde de la piscina, me dio la espalda y me invitó a penetrarla por atrás. Me acerqué suavemente, otra vez unimos nuestros sexos y la tomé de sus caderas para que no escape, variaba la intensidad pero su culo rebotaba en mi pelvis.

Intenté rozar mi pene en su culo, entendió el mensaje pero me dijo que no. Sin embargo me tendió en sus brazos, yo flotaba en el agua y ella metió un dedo en mi ano y con la otra me comenzó a masturbar el pico. No quería que el agua caliente y el placer me relajen...

Volvimos a mirarnos de frente, no dudamos y otra vez estaba metiéndolo en su concha. Ella cerraba los ojos y me clavaba las uñas en la espalda de forma suave... pero aumentó la intensidad de los movimientos de su pelvis: me hizo acabar dentro de ella. Nos quedamos unidos disfrutando.

Volvimos a la cabaña cerca de las 23:30, una ducha para aplicarse jabón, ropa seca y preparar la cena: el vino, el calor de la leña de la combustion nos dejó rendidos en la cama.