La hermana de Iván

La hermana de Iván

Verdaderamente el deceso de Iván me produjo sentimientos encontrados, por un lado un gran alivio en cuanto no tendría que volver a soportar sus opiniones retrogradas y mezquinas, su deseo de sobresalir, y su constante oposición a toda opinión que yo expresara… fuera cual fuera esta.
Por otro lado no podría dejar de lado esas largas tardes de debates, acompañadas por una interminable provisión de bebestibles (que iban desde café hasta ron o tequila), las cuales terminaban solo cuando la conversación degeneraba por el exceso de alcohol y nos levantábamos dispuestos a machacarnos a golpes, momento en el cual nos separaban y volvíamos felices a casa.

Así que como buen caballero que soy, me presente en su casa aquella tranquila tarde de invierno para dar el último adiós a mi mejor enemigo...

Al parecer, no solo yo guardaba tan nobles sentimientos hacia la persona de Iván, por que a pesar que la noticia de su muerte había sido conocida por todos, la sala estaba vacía excepto por un par de ancianas enfundadas en un luto riguroso, que más me parecieron parte del decorado que familiares o amigos. Este cuadro perfecto y la presencia del cajón adornado con unas pocas flores (lo que lo hacia resaltar como una perla negra en medio de la sala) me produjo un sentimiento de dicha tal, que la emoción se desbordo por mis ojos en una única lagrima que se deslizo hasta mi barbilla.

- Gracias por venir – dijo una voz femenina a mis espaldas

Lentamente me volví para ver a una chica de unos 22 años, vestida con un conjunto de falda y chaquetita negras, y el rostro más cansado y triste que he visto en mi vida. La verdad es que en conjunto era bastante normal excepto por un par de pechos de escándalo que apenas eran contenidos por la blusa también negra.

- ¿Eres amigo de Iván?... - dijo mirando el rastro brillante que cruzaba mi rostro.
- Mi nombre es Alex y no se si el me consideraba exactamente su amigo –
- ¿Tu eres Alex?... la verdad es que no… no creo que alguna vez se refiriera a ti con ese término precisamente - esto ultimo lo dijo con un todo a medio camino entre divertido y melancólico – Yo soy Sofía… la hermana de Iván -
- Por sus ideas nunca pensé que tuviera una hermana… Igual… Por mi parte, no te imaginas como lo voy a extrañar… es por eso que vine a presentarle mis respetos - mi voz tenia un tono apesadumbrado que hasta a mi me impresiono por lo bien actuado - pero si estoy molestando me retiro… -
- No te preocupes… ¿quieres verlo? – dijo mirando al féretro
- Gracias – dije mientras le cedía el paso obligándola a conducirme hasta donde me indicaba, ya que no me atraía la idea de verlo solo.

Al llegar junto a el casi no pude reconocerlo. Su rostro estaba blanco como el papel y los de la funeraria habían intentado en vano devolverle los colores que poseía en vida. Esto unido a la humedad producida por la excesiva cercanía de una estufa, había producido que su aspecto estuviera a medio camino entre un payaso de circo y un travestí trasnochado.

- Parece que solo durmiera – dije en voz baja pero audible – y pensar que de ahora en adelante mis tardes serán muy vacías – remate con mi mejor voz y fingiendo emoción para evitar un ataque de risa.

El llanto de la hermana de Iván fue instantáneo y profundo, como si lo hubiera venido aguantando desde quien sabe cuento tiempo, y demás esta decir que me pilló por sorpresa, por lo que no atine a nada más que a rodearla con mis brazos y dejar que descargara toda su pena en mi pecho.

En el lapso de tiempo que a mi me pareció una eternidad, apareció una señora (tal vez una vecina, no lo recuerdo) y al verla en ese estado le fue a buscar un vaso con agua.

- Que se tome una… y la otra antes de dormir –dijo al tiempo que me pasaba unas pastillas – que bueno que haya podido llegar, fue tan repentino y yo he intentado ayudarla en lo que pude, pero no es lo mismo… ahora me puedo ir tranquila -

- Si, claro – respondí poniendo más atención en darle de tomar las pastillas a la chica, que en otra cosa.

Cuando por fin logre procesar todo lo que me había dicho, la señora ya había salido al jardín llevándose al par de ancianas.
A duras penas y con mucha delicadeza logré que la pobre dejara de llorar lo suficiente como para que se tomara la dichosa pastilla y saliéramos al jardín en pos de la vecina.
Como era de esperarse esta ya había desaparecido, por lo que producto del frío y de que ya estaba oscureciendo tuvimos que volver adentro.

* Hasta muerto ‘huevéas’ * pensé mirando en dirección al fiambre mientras entrábamos.

Al poco tiempo las pastillas parecieron surtir efecto por que la chica dejo de llorar y se notaba que andaba mareada.

- ¿Crees que venga alguien mas? – dije con la esperanza que me respondiera que vendría alguien como un familiar, su pololo o algún amigo.
- No lo se… la verdad es que mis tíos viven en el norte…- y agregó con tono de ‘quédate por favor’ - ¿Ya te tienes que ir? –

Comprendí que ya no llegaría nadie hasta mañana y me di cuenta de las posibilidades. Como siempre digo ‘Si la vida te da la espalda… tócale el culo’ y en este caso parece que no solo eso podría tocar. Así que la mire a los ojos y con un tono dulce respondí.

- La verdad es que prefiero esperar a ver si alguien llega –

Sofía pareció tranquilizarse un poco y nos sentamos cerca de la estufa. Yo aproveche este momento y a base de acariciar su pelo disimuladamente logre que quedara apoyada en mi pecho mientras conversamos.
Lentamente derivé la conversación a la posibilidad que se quedara sola en casa, alternando las suaves y delicadas caricias en su pelo con ideas que iban desde sentimientos de soledad y pérdida, hasta incluso miedo a los muertos. Esto último pareció surtir un efecto inusitado que atribuí al carácter que Iván había demostrado en vida.
Cuando vi que sus ojos ya me pedían a gritos que no me separara de ella, jugué mi baza y acerque mis labios a los suyos en un claro intento por besarla. Para mi sorpresa no me rechazó así que suavemente comencé a pasar mis manos por sus pechos. Eso parece que fue demasiado por lo que se puso de pie y me miro con reproche.

- Lo siento, la verdad es que no se que me pasó – dije a modo de disculpa, pero sin una gota de convicción – Es mejor que me retire a mi casa… -

Así que me puse de pie cerrando mi chaqueta mientras agregaba para rematarla

- Si deseas te ayudo a cerrar, no creo que venga nadie mas y es mejor que te acuestes ya que la noche es larga - solté mientras le daba la espalda en mi camino a la puerta.

- Espera… Alex…quédate un poco mas… pero que no vuelva a ocurrir por favor –

Yo me giré y mirándola a los ojos directamente volví a acercar mis labios a los suyos.
Ella intento rechazarme, pero bastó una mirada para conseguir que me diera un beso, mis manos se posaron en sus pechos y ella comenzó a sollozar de nuevo.

- Si deseas que me valla dímelo ahora –

A modo de respuesta solo intensifico su sollozo, por lo que le pedí las llaves y me dispuse a cerrar todo. Después ordene un poco dejando listo para cuando vinieran los de la funeraria en la mañana y preparé un poco de té. Mientras tanto, ella no se movió un centímetro del lugar donde la deje y solo me seguía con la mirada con cara sorprendida.
Cuando terminé me acerqué a ella y volví a besarla suavemente empezando por su frente su nariz y terminando en sus labios. Esta vez ella contesto débilmente mis caricias, lo que me dejó satisfecho por el momento.

Nos sentamos a la mesa y comenzamos a conversar sobre lo que planeaba hacer ahora que su hermano ya no estaba. Me enteré que había pasado toda su adolescencia en casa de sus tíos y solo hace un año había venido a vivir con su hermano escapando de los malos tratos. Yo por mi parte hice gala de toda mi simpatía y apenas vi la oportunidad eché mano de una botella de Ron (del bueno) que vi en una vitrina. Como no teníamos con que acompañarla, la fui sirviendo en base a cortitos y esto fue fatal para Sofía.

Ya al segundo vaso el efecto del alcohol mas las pastillas que había tomado la dejaron mareada y muy atontada, con el tercero ya comenzó a reírse a la mínima provocación, por lo que comencé a besarla suavemente. Ella ya no opuso resistencia así que me apodere de sus pechos y sin ningún reparo le abrí la blusa.

La piel de su seno era suave y su sostén de encaje negro despedía un débil olor a perfume por lo que no aguante mas y con la destreza que solo da la practica (jajaja) liberé el broche en su espalda con mi mano libre. Si hubo algún intento de protesta, murió en el beso largo y apasionado que le di, por lo que termine con el territorio libre para recorrer su piel a gusto.

Apenas pude la arrastre a un sillón que estaba semi-arrumbado cerca puerta que comunicaba con la sala, de tal manera que literalmente quede frente al féretro.
Ella como quedo de espaldas, no se dio cuenta de nada, así que seguí recorriendo su piel con mi boca desde sus senos hasta su vientre hasta que logre que Sofia se retorciera.

En esos momentos ya era mía, pero no podía arriesgarme a que tuviera mucho tiempo para pensar, por lo que subí su falda y comencé a mordisquear el interior de sus piernas por sobre las pantis. Sofía comenzó a gemir y retorcerse, así que tras unos momentos la despoje fácilmente de toda su ropa interior dejando su sexo expuesto para mí.

Sin perder un segundo me lance de nuevo a mordisquear el interior de sus muslos, acercándome cada vez más a su sexo para terminar pasando la punta de mi lengua por el interior todo el interior desde el clítoris hasta un poco antes del ano.
Sofía literalmente bramaba con cada uno de mis linguetazos así apenas tuve tiempo de plastificarme el niño.

Cuando ella ya no podía más coloque la punta de mi miembro en la entrada y como la vi un poco tensa, comencé a empujar suavemente mientras estimulaba su clítoris con mis dedos como jugando. Esto produjo que Sofia misma en un momento me rodeara con sus piernas y se empalara hasta el fondo en un orgasmo descomunal. Ya con todo mi miembro adentro comencé mi vaivén mientas la agarraba de los pechos y sin sacarla del todo la di vuelta haciéndola botar sobre el mis caderas y arrancándole pequeños quejidos que acrecentaron aún mas mi calentura. Sus pechos firmes se movían con total libertad dando un espectáculo que me pareció sublime. En un momento la expresión de Sofía cambio y me di cuenta que estaba mirando hacia la otra habitación. Esto fue demasiado para mi por lo que la tome de las caderas y me enterré con fuerza mientras alcanzaba el climax.

Tendí a la chica en el sillón y nos quedamos un rato juntos mientras recuperábamos el aliento. Cuando me fui a retirar el condón, vi que el sillón tenía manchas de sangre.

- ¿Eras virgen? – pregunte como por reflejo

Sofía me miro como asustada y yo esta vez no pude contener mi risa.