Una venganza a un amigo y a mi polola

La pandemia parecía estar llegando a su fin, y con ella, todas las medidas que se tomaron para mitigar sus estragos también se desvanecían. No veía ya la hora de dejar de andar con mascarillas, que dado el inicio de la primavera en aquella fecha más me servían como papel confort que para prevenir el COVID.

Mis amigos se juntaban los viernes en un parque del sector oriente de la capital. Yo no podía por mi trabajo, así que me tocaba compartir con ellos la noche del sábado y la mañana del domingo. Mi pareja de ese entonces, también parte del grupo de amigos, un día viernes como cualquier otro, me avisó que iría a la junta típica de los viernes y no me quedó más que resignarme, encoger los hombros y seguir con mi vida laboral.

Me avisó que había llegado al lugar de encuentro y de ahí no supe más nada. Habían pasado varias horas, yo ya estaba en mi casa destapando una cerveza para compartir con mi viejo y no bien me preguntó por ella, recordé que no había tenido noticias suyas. No me respondía los WhatsApp ni las llamadas, por lo que decidí comunicarme con otro de mis amigos: ella se había quedado compartiendo con uno de los del grupo que hace poco había terminado una relación super larga. Si bien entendí y empaticé un poco con el tema, sentí que se me clavó una espina. Y la tendría que sacar.

Pesqué el Notebook donde ella habría abierto su correo y puse en Encontrar dispositivo. Ya eran pasadas las diez de la noche y aún no tenía noticias de ella, así que me convencí de que esto era más una mezcla de preocupación genuina por su seguridad, aunque más me motivaba la molestia de la espina. Grande fue mi sorpresa cuando vi que estaba en la casa de mi amigo. Suspiré agobiado y el corazón me empezó a latir tan fuerte que me retumbaba en los oídos. Cerré la sesión y apagué el computador, a la espera de que se comunicara conmigo y que me contara donde realmente estaba, por último para esperar un uber (porque él no vivía lejos de dnd estaban originalmente).

Llamé a mi amigo y le pregunté pro ella, le dije que no respondía y que me habían dicho que se había quedado con ella. Me dijo que hace poco se había ido a su casa. OK. Colgué. "Estos weones" me dije. Ella me respondió al rato, como calculado en su plan "Llegué recién a la casa" me dijo. Mentirosa. "Buena mi amor" le respondí. Ahora empezaba mi venganza.

La ex de este tipo en cuestión es amiga mía, cercana, pero nos habíamos distanciado porque su separación la llevó a aislarse un poco. La contacté, le pregunté como estaba y si tenía algo q hacer el sábado en la tarde. "Pucha, tengo que (equis plan q ya olvidé)". Cancélalo, le dije. Es importante. "¿Qué pasó?" me insistía, "mañana te cuento", le colgué y dejé lejos el celular para no pescarla.

Al día siguiente le hablé para ratificar y me dijo que sí, que había cancelado sus planes así que más me valía no dejarla tirada. "A tí jamás", le dije.

Nos vimos en el lugar en cuestión, un bar de Santiago. Ella es bonita de cara, un poco rellenita por los años de relación, buenas tetas y un poto levemente formado que se asomaba sin escrúpulos en la forma de su pantalón. Empezamos altiro a tomar porque era una tarde bastante calurosa.

Le conté todo. Le dije que su ex se había quedado a dormir con mi pareja y ella no me creyó. Era una traición doble también para ella porque eran amigas. Pasó por todas las etapas del duelo en ese momento y sólo quiso seguir tomando.

-Weones maricones, no lo puedo creer.
-Créelo. Así es la vida.
- ¿Y qué hacemos? ¿Los encaramos?
-Demás lo seguirán haciendo, la idea es que hagamos un plan para pillarlos y exponerlos.

Mentira. La idea era que me la quería culear y esta era la excusa perfecta. Ella me había mirado anteriormente con ojos de deseo pero los sabía disimular, y yo no quería pisar el palito tampoco. Ni weón.

Seguimos tomando y para nuestra sorpresa al bar le quedaba poco para cerrar, pero ella tenía el hocico más caliente de lo que tenía mi mente pensando en todas las formas en las q le quería dar.

- ¿No queri' seguir tomando?
-Nica. Me espera un largo camino a casa. Te pido un uber y yo me bajo por ahí para ir al paradero...
-Weón, ¿pero te tenis que ir? Carretiemos. Tengo rabia y sed.

Sonreí. "Bueno" le dije, "carretiemos".

Compramos un vino y caminamos por la Alameda ignorando cualquier peligro. A mi polola le había dicho que iba a salir con mi amiga en cuestión, pero que volvería a mi casa. Llevaba harto rato hablándome preocupada por la hora y que me fuera a su casa, pero le dije q no se preocupara, que estaba bien. Me llamó varias veces pero no la pesqué.

Terminamos en la casa de mi amiga, cagaos de la risa y bien curaos. Nos fuimos a acostar juntos, fumamos un pito y nos dispusimos a dormir. Ya habíamos dormido juntos y éramos bastante confianzudos, tipo de abrazarnos y eso, pero nunca pasó nada. Esa sería la excepción.

Levantó su pierna para apoyarla encima mío y sintió mi erección. Acto seguido, sentí como su respiración errática por el copete se empezaba a acelerar, lo cual también me sucedió. Parecía indecisa, así que la abracé para hacer como q quería dormir. Se dio vuelta para que le hiciera cucharita y apretó todo su culo en mi paquete: crónica de un culión anunciado.

Se dio vuelta y me empezó a comer la boca sin articular ni una sola palabra. Nos comimos como desesperados, como es tónica cuando uno está ganoso y por fin concreta: no hubo nada de romanticismo, de besos suaves... pura pasión desbocada como animales salvajes queriendo rasgar la piel del otro con las manos y con la boca, eramos como caníbales ansiosos. No sabía que agarrarle de todo lo que quería agarrarle, las tetas, el culo, la cintura, el pelo, el cuello, parecía como si su cuerpo fuera un Twister y me estaban saliendo todos los colores al mismo tiempo. Ella tomó un poco más las riendas y me bajó los boxer y se lanzó a chupármela sin perder ni un segundo. Gracias al copete estuve muchísimo rato sintiendo la humedad de su boca en mi pico palpitante. Se lo devoraba realmente fascinada. Ya más caliente que cansada se puso encima mío y sin pedirme ni un condón (y sin yo querer ponérmelo tampoco) agarró mi pene por el tronco y se lo metió ella misma. Su cara embriagada de placer me puso como loco, por lo cual yo sin querer transicionar de lento a rápido, empecé a embestirla con toda la energía animal que albergaba ese culión desesperado. El estruendo de sus cachetes rebotar con mi cuerpo llenaba toda la habitación y su cadencia parecía la de un metrónomo con elevadas pulsaciones.

El copete había suprimido por completo mi capacidad de llegar a la eyaculación, así que aproveché lo máximo posible para complacerla lo máximo posible con mi pene. Mientras ella me cabalgaba sus tetas rebotaban y yo intentaba darle caza con mi boca, a veces agarrándolas y otras simplemente intentando capturarlas. La posición que más disfruté fue yo encima suyo porque sentir su cuerpo sudado aferrado al mío mantenía, de alguna forma, mis pulmones repletos de aire. Gemía en mi oreja y me la mordía fuerte cuando la cadencia de mi penetración era rápida y fuerte, como parecía disfrutar. "Me encanta tu pico" me repetía, lo cual me calentaba tanto q me hacía apretarla del cuello y besarla.

Seguimos hasta que empezó a salir el sol y ya nuestros cuerpos no daban maś. Ella cayó muerta dormida porque se había ido varias veces, pero yo no tuve esa chance. Suspiré, intenté dormir, no pude, esperé que se asentara la mañana y pedí un Uber a mi casa.

Ni siquiera me molesté en avisarle a mi polola a que hora había llegado. La venganza estaba consumada por una parte porque me había culiado a una muy buena amiga suya (que convenientemente era ex pareja de mi amigo), pero me faltaba vengarme de él metiéndome con alguna pareja suya, y eso llegaría un tiempo después, en lo q será otra historia.

Con mi amiga repetimos tres veces más (una en el baño de un carrete con todods mis amigos ahí) y se puso a pololear. Acordamos que no hablaríamos de esto y sería secreto de estado. Hasta el día de hoy sigue pololeando.