Mi spinn off con la bulmita (parte 01)

La “bulmita” había dejado de trabajar en el supermercado, ahora estaba en una empresa constructora, era encargada de un área específica.

Resulta que en el pueblo había un evento donde tocarían los “chancho en piedra”, fui con unos amigos a pasarlo bien un rato, era como una feria donde había juegos para niños, artesanía y algunos locales y food trucks con comida. Me separé del “lote” para ir a comprar algo, estaba en la fila cuando me tocan la espalda, era ella, hermosa como diosa, me sonríe y me saluda.

Ella: Hola tu
Yo: hola mujer tanto tiempo
Ella: bastante la verdad
Yo: Si, después de aquella vez no me volviste a llamar ni nada y yo la verdad por lo mismo no te llamé. (era verdad, por cómo se dio todo, no me atreví a llamarla)
Ella: Esperemos que nos sirvan y nos vamos a sentar a conversar

Luego de unos minutos cada uno recibió su fajita con bebida y nos fuimos a conversar

Ella: Yo la verdad debo ser honesta contigo, si no te volví a llamar es porque me sentía culpable, cuando estuvimos juntos ese día yo todavía estaba con alguien y la verdad es que yo estaba decidida a terminar, pero lo que pasó ese día me motivo a tomar la decisión… Yo quedé con un tremendo sentimiento de culpa, por lo que le hice a el y a ti.

Pensaba mientras ella relataba, que lo que ella hizo era de los mas natural, no se comparaba en lo más mínimo a lo que yo había hecho, sin embargo, era ella quien estaba pidiéndome disculpas. (para quienes leyeron mis historias anteriores)

Yo: No tienes nada de que preocuparte ni nada que explicar, sin conocer la historia completa, te entiendo perfectamente y no soy quién para juzgarte. (eso estaba claro)
Ella: ¿En serio no te importa?
Yo: De todo corazón te lo digo… no te preocupes
Ella: pucha me sacas un enorme peso de encima
Yo: ¿Y ahora estas con alguien?
Ella: No… acá ando con unas amigas. ¿Y tú?
Yo: igual que tú… con unos amigos

Esa conversación nos llevaría a quedarnos juntos hasta que terminó el evento, avisamos a nuestras amistades y nos quedamos hasta que tocaron “los chanchos” y nos fuimos. La dejé en la puerta de su casa y me fui. Quedamos de juntarnos y de hacer “algo”, yo seguiría las indicaciones del psicólogo y no sería yo quien llamaría.

Lo bueno de todo es que a los dos días me llamó y me pidió que nos juntáramos, luego de una larga platica, nos pusimos de acuerdo para ir a tomarnos algo a un lugar piola del pueblo que queda en las faldas de la cordillera (de la costa), donde hay un mirador y mucha gente va ahí a tomarse unos tragos. La pasé a buscar, fuimos al lugar y conversamos muchísimo, había bastante gente, era día viernes. Estábamos de lo mejor cuando de pronto…

Un tipo: Hola, buenas noches…
Ella: Hola Cristian (con voz un poco nerviosa) que haces por acá.
Cristian: Compartiendo con unas amistades… pero la pregunta es ¿Qué haces tú por acá, nunca imaginé encontrarte por aquí (mientras me miraba de pies a cabeza)
Ella: Aquí vine con un amigo a compartir algo igual.

Momento en que nos presentó y luego de un saludo muy protocolar, casi con ambiente de oficina dijo

Cristian: Pero vamos con mi grupo, los invito para que se integren y compartamos todos.

La "bulmita" saltó rauda…

Ella: Noooo… no te preocupes, con mi amigo venimos recién llegando y tenemos que ponernos al día en muchas cosas, hace tiempo que no nos vemos.

El tipo se despide, con una cara de pocos amigos, se retira y en todo momento mirando para atrás. No puedo negar que fue tenso para todos ese momento, razón por la que tenia que salir de la duda.

Yo: ¿quién es él?
Ella: Es mi jefe y la verdad es que todo esto fue muy incomodo porque los primeros meses cuando llegué a la empresa el trato de invitarme varias veces y de pronto era muy sutil con sus piropos, pero yo me encargue de hacerle saber que no era mucho de salir, que tenia algo con alguien y varias excusas más, hasta que se aburrió. (Esta situación iba a traer consecuencias en el tiempo)

No nos quedamos mas en el lugar, le dije que no fuéramos a mi casa a tomar lo que nos quedaba y así nomas fue. Llegamos, de fondo Jorge Drexler, me senté en la cama con una sonrisa de nerviosismo e inquietud (había pasado tiempo), aparece bulmita que llega del baño, vestía un jeens azul ajustado, peto blanco una chaquetita del mismo color que el jeens, su pelo liso hermoso, reflejaba la luz de la calle, para cualquiera aquella vista era una obra de arte, como les digo estaba muy nervioso y solo atine a sonreír, yo estaba muy ansioso. Se sentó al lado mío en el sillón y me hizo un salud.

Yo: ¿por qué?
Ella: Porque esta vez no será con sentimientos de culpa.

Ese era el vamos que yo necesitaba, me aproxime a darle un beso y me lo respondió de una, fue intensísimo, pero me quedó claro que ella necesitaba eso, que yo diera el primer paso, porque luego se arrodillo frente a mí, desabrocho mi cinturón y comenzó a quitarme el pantalón, lo bajo completamente mientras me miraba con cara coqueta, me quito las zapatillas, ella veía como mi miseria se ponía dura mientras hacía todo ese proceso, lo beso por encima de mi bóxer, lo hacía con mucha ternura, mordía la tela de mi bóxer, mordía la cabecita con ternura y ahí se quedó, me miró como diciendo ayúdame, levante mi cintura y me quito los bóxer, ahí apareció mi compañero de mil batallas, en completa erección. Lo miró a él, luego me miro a mí y se abalanzó, sin dejar de mirarme, su lengua fue a mi glande, comenzó a lamerlo con mucha ternura, ya dejaba de mirarme para concentrarse en lo que estaba haciendo, cerro sus ojos y se aventuró en ir por la cabecita, lengua y boca se ponían en acción, todo era muy exquisito, ella abrió su boca y se lo metió por completo en ella, duro unos segundos moviendo su lengua con mi pene dentro de su boca, luego de esa faena, comenzó a besarlo, comenzó con mi glande, luego con el tronco, bajó hasta los coquitos y los beso con la misma ternura, se les metía en la boca, los chupaba, los lamia, volvió hasta mi glande, abrió su boca y siguió chupando cada vez más intenso, se daba cuenta que me tenía estúpido con su performance, aceleraba en instantes y me miraba mientras lo hacía.

Ya, era demasiado placer para mí, me estaba sintiendo mal. Comencé a besarla mientras esta vez era yo quien quitaba la ropa, traté de ser tan ceremonial como ella, todo fue cayendo al piso, su piel era suavemente suave, su olor era una combinación entre perfume y corporal que de verdad producía cosas en mí, quedo solo con la ropa interior dos piezas muy delicadas que marcaban ese cuerpo escultural. La tomé de la cintura y la acomodé en ese sillón recién perfumado en la mañana en el aseo de la señora Anita. Mis manos tomaron sus delicados pechos, los que masajeaba con lentitud, con deseo, comencé a morder sutilmente sus pezones momento en que escucho un muy excitante quejido. Comencé a bajar por su vientre que era un resbalín sedoso y curvilíneo, llegué hasta su ropa interior donde comencé a frotar mis labios en la zona del clítoris mientras masajeaba en círculos en el mismo sector, su cuerpo comenzaba a temblar de la misma forma que aquella primera vez. la volví a acomodar bien en el sillon y me metí entre sus piernas y sin esperar nada comencé a lamerle todo como si fuera un rico helado de paleta gruesa, de arriba para abajo, y en esa faena llegó su primer orgasmo, pero no me detuve, metí por completo mi lengua en su vagina y al sacarla reemplace con el dedo para llevar mi lengua a su clítoris y comenzar a hacerlo un poco más intenso, gritó, tiritó, balbuceó hasta que el movimiento de mi lengua y dedos en su vagina la llevaron a su segundo orgasmo.

No nos dimos tregua, pues inmediatamente la tome en brazos y la lleve a mi cama, recuerdo que Drexler había dejado de sonar y ahora se escuchaba Nothings compares 2 u en la versión de Chris Cornell. Al dejarla en la cama me dice “este es el mejor momento que he tenido en mi vida” a lo cual le respondo “y lo mejor es que aún no termina”. El ambiente estaba cargado de pasión y mucho deseo. Procedí a abrir su s piernas y penetrarla, ella me miraba fijamente a los ojos, pero una vez que entré, echó su cuello para atrás y abrió la boca para dar un quejido exquisito gueon, no lo puedo olvidar. Así me mantuve por un buen rato en movimientos cada vez un poco mas intensos, llevé mis manos hasta sus pechos para masajear suavemente mientras tomaba con delicadeza sus pezones y la seguía penetrando. Los susurros y gemidos se entrelazan en un ritmo casi musical. Me abalancé a darle un beso y todo estaba tan caliente que nos comimos la boca. Su respiración se aceleraba, el cuerpo se tensaba, esa mujer estaba totalmente entregada, lo mas seguro ella hubiera echo todo aquello a lo que yo la hubiera guiado, pero no era la idea. Es ahí cuando ella me toma y me pone por debajo para quedar sentada arriba mío y me dice “ahora disfrute usted corazón”, uuuuhhh que lindo sonó eso. Comenzó a cabalgar arriba mío con todo lo que le quedaba de energía, yo comencé a notar que estaba por acabar, ella se da cuenta y comienza a hacerlo cada vez mas fuerte y me dice “váyase, váyase, no se preocupe” y es el momento en que me viene esa exquisita sensación y la escucho a ella al mismo tiempo, ambos dimos ese quejido mutuo y yo sentí como mis cocos se mojaron con todo lo de ella.

Cayó tendida al costado mío y miraba el techo. Silencio absoluto y en el living sonaba No rain de blind melon, se da vuelta, me abraza y me dice “me puedo quedar a dormir aquí”, la respuesta era obvia. No repetimos nada, nos abrazamos y conversamos por un buen rato hasta quedarnos dormidos. Esa noche marcaría el inicio de una nueva y fascinante historia.