A la bestia de Gévaudan, ese temible animal de la Francia del siglo XVIII, se le atribuyen más de cien muertes, en su mayoría, jóvenes damiselas y niños campesinos de la provincia de Lozère, Gévaudan, en Francia. Quienes sufrieron los ataques de esta bestia y permanecieron en vida, aseguran que era un animal hasta ese entonces desconocido, tenía el cuerpo más grande que un lobo, el lomo rayado con una larga línea negra que iba desde el cuello hasta la cola, su pelaje era rojo, y la cola larga con una especie de mechón felino en la punta. Sus fauces, eran fuertes y punzantes. Era como la compilación de todas las bestias más temidas por el hombre de esos tiempos. Pero lejos de todas estas descripciones, ¿existió realmente tan temido animal? o ¿fue acaso una manera para explicar una serie de asesinatos irresueltos para esa época? El primer ataque El primer ataque ocurrió un 30 de junio de 1764, y la víctima fue una joven aldeana de poco menos quince años de edad. Su cuerpo, que fuera hallado luego por campesinos de la zona, presentaba heridas nunca antes vistas y nunca antes producidas por las fieras lugareñas: presentaba marcas profundas, desgarros siniestros y completamente desentrañadas. El terror se apoderó prontamente del pueblo, tanto que incluso el propio Rey Luis XV envió un destacamento de su propia caballería para hacer frente a esta bestia sin lograr mayores resultados. Para 1767, las víctimas mortales atribuidas a este ser superaban las cien personas (en su mayoría mujeres jóvenes y niños), y más de doscientos heridos, entre discapacitados y lisiados. Captura o fraude Cuenta la historia que tiempo después, un grupo de cazadores pudo cazar a una de estas criaturas. Luego de darle muerte, los restos del animal fueron llevados al palacio de Versalles, no obstante, el cuerpo, se hallaba ya en un grave estado de descomposición, esto impidió que pudiera ser disecado. El rey optó entonces por mandar lo poco que quedaba de la bestia al Museo de Ciencias Naturales de París, siendo sólo parte de su esqueleto lo único que pudo ser expuesto. Luego, el citado museo sufrió un terrible incendio que hizo desaparecer por completo todo rastro de la bestia. A pesar de los registros históricos hallados sobre esta supuesta captura, muchos indican que quizá pudo producirse una especie de fraude debido principalmente a la fuerte recompensa que el rey estaba dispuesto a pagar por el cuerpo del temido animal. La falta de estudios, debido principalmente a su descomposición, así como el posterior incendio, imposibilitan, por lo menos hoy, tener la certeza sobre la clase de animal que habían dado muerte los cazadores. ¿Animal u hombre? Sin embargo, a partir de la fecha, diversas teorías se han tejido en torno a la bestia, principalmente por las actitudes violentas y particulares poco usuales en animales de esa zona como eran los lobos, hienas o perros salvajes. En cuanto a las actitudes violentas es poco común por ejemplo, que un lobo ataque de manera fortuita a un hombre, en muchos casos, estos seres prefieren evitarnos. Y en cuanto a sus particularidades, resulta curioso que estos ataques se hayan producido en su mayoría a mujeres jóvenes y niños y no tanto a hombres. Es más, algunos de los cuerpos femeninos hallados presentaron rasgos de violencia sexual, lo que da pie a que se crea de que estos animales no pudieron haber participado, por lo menos de manera directa, de estos asesinatos. Y por último, por qué estos asesinatos si fueron producidos por un animal o por una jauría de estos, dejaron de producirse luego de 1767 y por qué solo en esa región francesa. Estas preguntas han llevado a suponer a muchos que estas llamadas bestias no serían más que asesinos en serie, o personas vinculadas a algún tipo de sectas, que luego de dar muerte a sus victimas las destripaban o realizaban actos de violencia sexual o de otros tipos. Lógicamente, luego del asesinato, los lobos, perros o hienas, se acercarían a los cuerpos en una función meramente carroñera. O en todo caso, si en verdad estas personas fueron atacadas por un animal salvaje, es muy probable que estos fueran entrenados para realizar tal acto, pues como hemos dicho, es poco natural que los animales ataquen seres humanos (más de cien muertos y doscientos heridos) con tal continuidad sin tener un motivo de defensa. La caza de los Denneval Los Denneval se instalan en Gévaudan. Desde el momento de su llegada, quieren la exclusividad de las cacerías y desean quitar de en medio a Duhamel. Para ello hacen que intervenga el Sr. de L'Averdy y, el 8 de abril, Duhamel y sus dragones reciben la orden de abandonar la región para incorporarse a su nuevo destino en Pont-Saint-Esprit. Pese a tener finalmente el campo libre, Denneval padre e hijo tardan en lanzar sus primeras batidas; la primera acción tan solo acontece el 21 de abril. El objetivo de la primera cacería, al parecer, era atraer a la Bestia hacia Prunières y los bosques pertenecientes al Marqués de Morangiès. Si pudieron aproximarse a la Bestia, ésta consiguió escapar sin que les diera tiempo a dispararle. En ese mes de abril de 1765, la historia de la Bestia de Gévaudan se difunde por toda Europa. El Correo de Avignon menciona, de hecho, que varios periodistas ingleses se mofan de la ineficacia de las batidas contra un simple animal. Mientras tanto, el obispo de Mende, asi como los intendentes, deben hacer frente a un aluvión de correos. En ellos, personas de toda Francia proponen métodos más o menos 'extraordinarios' para conseguir abatir a la Bestia. El 1 de mayo, la Bestia se encuentra en las proximidades del bosque de La Rechauve, entre el Malzieu y Saint-Alban. En el momento en que se dispone a atacar a un joven pastor, un hombre (uno de los hermanos Marlet, de la aldea de La Chaumette, situado al sureste de Saint-Alban) la ve desde la ventana de su casa, situada a unos 200 metros aproximadamente. Advierte entonces a sus dos hermanos y los tres se afanan en armarse y salir de la casa. La Bestia habría entonces recibido dos tiros de fusil, habría caído por dos veces antes de levantarse de nuevo, y conseguir escapar pese a estar herida en el cuello. Denneval, avisado mientras tanto, se persona en el lugar para seguir el rastro de la Bestia acompañado por una veintena de hombres. Todos esperan, entonces, que la Bestia ha sido herida de muerte. La noticia de que una mujer ha sido medio devorada por la tarde, en la parroquia de Venteuges, les desengañan. Al día siguiente de esa infructuosa cacería, el Marqués Pierre-Charles de Molette de Morangiès escribe al síndico Étienne Lafont para quejarse de los Denneval: "Los Señores Denneval llegaron y dieron con su jactancia de costumbre la inutilidad más desoladora (...) vos que sois hombre político, estáis obligado a desvelar a los ojos del poder el descaro de esos normandos que no tienen de humanos más que la figura." El 18 de mayo, Morangiès envía una nueva queja a Lafont al constatar que las partidas de caza organizadas por los Denneval siguen siendo infructuosas. El 8 de junio, sobre una orden del rey Luis XV, François Antoine, arcabucero de Su Majestad, abandona París para trasladarse a Gévaudan acompañado por su joven hijo, Robert François Antoine de Beauterne, y por seis capitanes de la Guardia Real, seis guardas de caza, un criado y dos mozos de rastreo. Reemplazo de los Denneval El 20 de junio, el Sr. Antoine llega a Saint-Flour. Investido del poder del rey, no puede fracasar en su misión. Se instala en Malezieu el 22. A partir de ese día, el Sr. Antoine y sus hombres se unen con los Denneval para las sucesivas batidas. Pronto surgen disensiones entre Antoine y Denneval sobre cómo conducir las cacerías. Puesto que la cohabitación parece ser imposible, los Denneval se ven obligados a abandonar la región sobre una orden del rey el 18 de julio. Para Antoine, la Bestia no es nada menos que un lobo, tal y como lo escribe en su numerosa correspondencia. Según él, las huellas observadas no ofrecen ninguna diferencia con la pata de un gran lobo. El arcabucero real, sin embargo, no consigue de manera inmediata dar con la Bestia; incómodo con la geografía del país, que desconoce, pide una nueva remesa de perros para reforzar sus efectivos y recibe, además, la ayuda del Conde de Tournon, gentilhombre de Auvernia. El domingo 11 de agosto, organiza una gran batida. Pese al despliegue, esa fecha no quedará registrada en la historia por ese hecho en concreto, sino por la hazaña de la "doncella de Gévaudan". Marie-Jeanne Valet, de 20 años de edad aproximadamente, era la sirviente del cura de Paulhac. En el momento en que ella y otras campesinas cruzan una pasarela sobre un riachuelo, la Bestia les ataca. Las mujeres se echan atrás, pero la Bestia se abalanza sobre Marie-Jeanne Valet. Esta última consigue clavarle su lanza en el pecho, y la Bestia cae al agua para desaparecer seguidamente en el bosque. La historia del encuentro de Marie-Jeanne con la Bestia llega a oídos del Sr. Antoine quien se traslada hasta el lugar para constatar que, efectivamente, la lanza está cubierta de sangre y que las huellas encontradas corresponden a las de la Bestia. Los Chastel Días más tarde, el 16 de agosto, se produce un acontecimiento que habría podido quedar en el anonimato si no hubiese estado ligado a la familia Chastel, de la cual Jean, el padre, es conocido como el cazador de la Bestia. Ese día, una cacería general es organizada en el bosque de Montchauvet. Jean Chastel y sus dos hijos, Pierre y Antoine, participan en el evento. Dos de los guardas de caza de Antoine, Pélissier y Lachenay, pasan al lado de los Chastel y les preguntan sobre la condición del terreno antes de penetrar, a caballo, por un frondoso corredor que atraviesa el bosque. Quieren, más que nada, asegurarse de que no hay ninguna ciénaga por esa zona. Los Chastel les aseguran que el terreno es seguro y entonces, el confiado Pélissier se adentra en el camino. Antes de que pueda darse cuenta, su montura se hunde repentinamente en la tierra movediza y él cae con ella. No sin dificultades, Pélissier consigue salir y sacar su corcel con ayuda de Lachenay mientras oyen las carcajadas de los Chastel. Lógicamente enfadados, Pélissier y Lachenay agarran al más joven de los Chastel con la intención de llevarle ante el Sr. Antoine; es entonces cuando el mayor y el padre Chastel apuntan con sus armas a Lachenay y Pélissier, exigiéndoles que suelten al benjamín. Los dos guardas no podrán ofrecer ninguna resistencia y tendrán que batir retirada. La misma noche, ambos redactan un proceso verbal para relatar los hechos y, sobre la orden del Sr. Antoine, los Chastel son detenidos y encarcelados en Saugues. La consigna que es dada a los jueces y cónsules de la ciudad por Antoine es la siguiente: "No les dejéis salir hasta pasados 4 días después de nuestra marcha fuera de la provincia." El hecho de que hubiera una disminución de los ataques de la Bestia durante el período de encarcelamiento de los Chastel, hace que éstos parezcan tener alguna relación con la Bestia. El lobo des Chazes Durante la segunda quincena de septiembre, hacia el 20 o 21, Antoine es avisado de que un enorma lobo, quizás la Bestia, merodea cerca del bosque de las damas de la abadía des Chazes, en las inmediaciones de Saint-Julien-des-Chazes. Sorprendido por la noticia, ya que jamás la Bestia había hecho incursiones hasta el Allier, Antoine decide trasladarse con sus hombres al lugar. Con ayuda de 40 tiradores venidos de Langeac, manda cercar el bosque de Pommier. Es Antoine quien consigue hacer salir al animal del bosque y tenerle a cincuenta pasos de su persona. Dispara, la Bestia cae, se reincorpora y se abalanza sobre él. El guarda Richard, que se encuentra cerca, dispara a su vez y tumba al animal. Según el informe redactado por François Antoine, ese animal no es otra cosa que un gran lobo que pesaba cerca de 130 libras. Lo transportan hasta Saugues, donde es disecado por el Sr. Boulanger, cirujano de la ciudad. Según el mismo informe, varios testigos confirmaron que se trataba de la misma bestia que les había atacado. Entre los testigos citados se encuentra a Marie-Jeanne Valet y su hermana. Presentación de la Bestia de Gévaudan disecada por el Sr. Robert François Antoine de Beauterne al rey Luis XV de Francia y la corte en Versailles, a inicios de octubre de 1765, según una estampa de la época. Casi de inmediato, tras la redacción del informe, el hijo del arcabucero real, el Sr. Antoine de Beauterne, empaqueta al animal sobre su caballo tomando la ruta de París. Hace, sin embargo, un alto en Saint-Flour para enseñarlo al Sr. de Montluc. Llega a Clermont-Ferrand por la noche. Allí, manda embalsamar y "naturalizar" a la Bestia. El 27 de septiembre, Antoine de Beauterne deja Clermont con su trofeo y llega a Versailles el 1 de octubre. La reliquia es entonces expuesta en los Jardines del Rey. Mientras tanto, François Antoine y sus guardas permanecen en Auvernia y siguen cazando en los bosques aledaños de la abadía des Chazes, donde se ha avistado a una loba con sus cachorros. El último de esos lobeznos es abatido el 19 de octubre. Después de la carnicería, François Antoine y sus hombres pueden abandonar el país de Gévaudan, cosa que hacen el 3 de noviembre. Oficialmente, la Bestia de Gévaudan ha muerto, abatida por el arcabucero del rey, François Antoine. Poco importan los acontecimientos posteriores; el lobo des Chazes era sin duda la Bestia. Ese carácter oficial fue de hecho confirmado cuando en 1770, François Antoine se vio conceder, mediante real cédula, el derecho a llevar un lobo moribundo, simbolizando la Bestia, en su escudo de armas (en la imagen de la izq.). El mes de noviembre pasa sin que ningún ataque sea revelado. La población empieza a considerar que el Sr. Antoine ha matado realmente al monstruo que aterrorizaba el país. En una carta del 26 de noviembre, Lafont indica al intendente del Languedoc: "Ya no se oye hablar de nada que tenga relación con la Bestia". Sin embargo, surge un rumor que empieza a relatar nuevos ataques cometidos por la Bestia en las proximidades de Saugues y Lorcières. Los ataques son episódicos hasta principios del año 1766, y el pueblo, como Lafont, no saben muy bien si atribuir esos incidentes a la Bestia o a los lobos. Sin embargo, el 1 de enero, el Sr. de Montluc, en una carta dirigida al intendente de Auvernia, parece estar persuadido que la Bestia ha reaparecido. Este último da aviso al rey, pero éste ya no quiere oír hablar de esa Bestia que su arcabucero ha abatido oficialmente. Desde ese momento, ni un solo periódico relatará un solo ataque de los cometidos en el Gévaudan y en el sur de Auvernia. Retrato ecuestre de Jean-Joseph de Châteauneuf-Randon, Marqués d'Apcher y Conde de Besque (1745-1798), futuro coronel y mariscal de campo, y diputado de la nobleza del Gévaudan durante los Estados Generales de 1789. Hijo de Joseph de Randon d'Apcher y de Henriette de La Rochefoucauld, tenía apenas 20 años cuando se implicó en la persecución y exterminación de la Bestia de Gévaudan... El 24 de marzo, los Estados de Gévaudan se reúnen en Marvejols. Étienne Lafont y el Marqués d'Apcher proponen envenenar los cadáveres de los perros y llevarlos hasta los parajes habitualmente frecuentados por la Bestia. Los ataques, de hecho, se han multiplicado durante ese mes de marzo, y los nobles de la región se han dado cuenta que su salvación no vendrá de Versailles. En cuanto a la Bestia, ésta parece haber reducido su campo de acción fijándose en la región de los tres montes: Montmouchet, Montgrand y Montchauvet, habiendo unos 15 kms. de distancia entre cada uno. Las medidas tomadas serán ineficaces. Pequeñas y seguidas batidas bien organizadas no darán fruto alguno. La Bestia sigue con sus ataques durante todo el año de 1766. Parece ser, sin embargo, que su modus operandi haya variado ligeramente: menos atrevida, se ha hecho más prudente a la hora de atacar. Es al menos así como consta en las diversas correspondencias, como las del cura de Lorcières, el canónigo Ollier, dirigidas a Lafont. Saludos
Puta que hubo revuelo en francia para dar caza a un lobo!!! Buenos relatos de la epoca! Gracias x compartir