No se si el tema este repetido...pero en dos años mas se cumplirán 100 años del hundimiento del titanic y existe una historia de una familia acomodada española que viajó en primera clase....... Víctor Peñasco y Castellana, rico heredero de una de las grandes fortunas españolas, nieto de José Canalejas, primer ministro de Alfonso XIII, se casó con otra rica heredera, Josefa Pérez de Soto. «Tras la boda celebrada en Madrid salieron de luna de miel por toda Europa acompañados de su criado, Eulogio, y su doncella, Fermina Oliva, en un viaje que iba durar 17meses. Antes de salir de viaje, la madre de Víctor le hizo una advertencia tras tener una premonición: "Ir en todo lo que queráis, menos en barco... "». La ruta les llevó por todos los grandes centros de moda de la época: Biarritz, Viena (donde tenían un palco en la Opera), jugaron en el casino de Montecarlo, visitaron Londres, viajaron en el «Orient Express» y, por supuesto, todo acababa en el Maxim's de París "Allí se encuentran con toda la propaganda del "Titanic': Que si el barco más grande del mundo> que si una preciosidad... Les entra el gusanillo del viaje en barco, pero, como aún faltaban unos días para que zarpara, deciden embarcarse en otro lujoso buque que partía inmediatamente Mandan a su criado a por los pasajes, pero ya estaba completo. Y en el Titanic aún quedaban plazas... ¿Porqué no?». Como su madre les había dicho que no subieran a un barco, así que tramaron una coartada. Compraron un montón de postales de París y les pusieron las fechas de los siguientes días. Dejarían a su criado, Eulogio, en París con el único encargo de que, cada día, enviara a Madrid una de las postales donde decían que hoy habían ido a la Opera, otro a Versalles... Y aquí no ha pasado nada». Así lo hicieron y la feliz pareja, acompañada de la sirvienta, se dirigió al puerto francés de Cherburgo, segunda escala del "Titanic" en su viaje desde Southampton (Inglaterra) a Nueva York. Josefa, a pesar de estar acostumbrada al lujo explicaría años después lo maravilloso que era aquel buque. «Era todo increíblemente precioso y la gente, bueno, lo mejor de lo mejor de todo el mundo ... ». Víctor Peñasco y Josefa Pérez de Soto se encontraban en plena luna de miel. Como en la famosa película, ella se salvó y él murió. Matrimonio Peñasco, Víctor y Josefa. (Foto de la época) Y llegó el fatídico 12 de abril de 1912. El «Titanic», el mejor y más seguro barco de la historia, orgullo de Inglaterra, debía romper el récord de travesía del Atlántico para obtener la ansiada «blue ribbon»(cinta azul) y así acreditarse también como el barco más rápido. Normalmente se necesitaban siete días para atravesar el océano y su capitán quiso hacerlo en cinco. Para ello se fue muy al norte, para hacer el camino más corto, y con las máquinas a toda potencia, desoyendo los mensajes de otros barcos que avisaban de la presencia de «icebergs» en la ruta. El capitán creía que era una estratagema de las otras compañías para obligarle a ir más despacio. Ya con el récord en la mano, la víspera de la llegada, el capitán, como era costumbre, organizó la cena de gala de despedida a los pasajeros de primera. Oyeron un ruido enorme que no le gustó nada a Victor. Salió del camarote y se dirigió a cubierta, donde se encontró con un marinero al que le preguntó qué pasaba y dónde estaban los chalecos salvavidas. El marinero simplemente se echó a reír. Volvió al camarote, recogió a Josefa, que sólo tuvo tiempo de ponerse un chal por encima del camisón y a la doncella, que se encontraba en el camarote de enfrente. Todos se dirigieron a cubierta. El mar estaba tranquilo, como un espejo, pero las máquinas habían parado.«A los diez minutos aquello era una casa de locos, toda la gente gritando y corriendo, prisas y peleas, no había botes para todos... Alguien dio la orden de que primero subieran a los botes las mujeres y los niños, los de primera y, luego los de segunda y tercera clase. Recordaba un oficial sacando una pistola y disparando al aire para intentar poner orden en aquel caos». A Josefa, y su doncella las metieron en el bote número 8. «Víctor se dispuso a subir, pero vio a una mujer con un niño en brazos y le dejó paso para que entrara en el bote. Josefa ya no volvió a ver a su esposo, se perdió en el barullo». Josefa era incapaz de recordar lo que pasó después pero, curiosamente, en aquel mismo bote le tocó subir a la famosa condesa de Rhodes, personaje que, por cierto, también sale en la película de James Cameron, y hizo un relato de aquellos momentos en una revista publicada en el «New York Herald» el 20 de abril de 1912 en al que habla, precisamente, de Josefa: «... Entonces la señora Peñasco empieza a chillar el nombre de su marido. Fué terrible. Le pasé el timón a mi prima y me puse acurrucada junto a la señora Peñasco, tratando en lo posible de consolarla. Pobre mujer. Sus sollozos ablandaron nuestros corazones y sus palabras eran imposibles de entender debido a su tristeza (...) Cuando el terrible final llegó, utilicé lo mejor de mi misma para intentar distraer a la señora española y que no oyese los agonizantes sonidos de los que se ahogaban en el mar». A Josefa, no se le borró nunca la imagen de «Aquel coloso, totalmente iluminado y que poco a poco se iba hundiendo junto a ella. Oyó a la orquesta que había subido a cubierta tocando música para intentar calmar a los pasajeros y las órdenes de que se retiraran del barco para evitar que se les tragara el remolino que produciría al hundirse. Vio gente saltar al agua y gritar de dolor. La temperatura del agua, de 4 grados, los mataba en 15 minutos interminables. Ella y su doncella no fueron capaces de mirar cuando el imponente navío se fue hacia el fondo del mar, cuatro mil metros por debajo de ellas. De pronto, se oyó un ruido enorme. Como si una montaña se viniera abajo. Cuando me decidí a volver la cabeza, el barco había desaparecido como si se le hubiera tragado una garganta misteriosa. Habían pasado dos horas desde el brutal choque. (fijense en el numero 15 de la lista) «La compra de un Cadáver» La única esperanza de doña Josefa y de su doncella era que don Víctor hubiera subido en otro bote. Cuando amaneció, fueron recogidos por el vapor «Carpathia», el buque que oyó las llamadas de socorro del «Titanic» y que acudió a toda maquina a auxiliarles. Cuando llegó solo pudo recoger a los que habían logrado subir a los botes, los únicos supervivientes, 705 personas de un total de 2.228. Ninguno era Víctor Peñasco. Al llegar a Nueva York, Josefa y su doncella se dirigieron al hotel «Plaza», donde habían reservado habitaciones desde París. Aún no había pasado todo. Tenía que llegar otro barco con los muertos del «Titanic». «La doncella fue a identificar los cadáveres. Tuvo que mirar uno por uno, pero don Víctor no estaba». Nunca apareció. Superada la primera impresión de la tragedia, surge un nuevo problema que se encargaría de resolver la propia madre de Víctor. Si no aparecía el cadáver, según las leyes de época, no se podía declarar la muerte hasta 20 años después de la desaparición. Eso era un problema para una chica que se había quedado viuda con 23 años y que tenía todo el derecho a rehacer su vida. No podría casarse hasta que tuviera 43. Y, además, no sería heredera de los bienes de su marido hasta pasada la fecha. Así que decidieron comprar un cadáver... «Uno o dos meses después, apareció un cadáver flotando en la zona de la tragedia. Pertenecía al «Titanic». La madre de Víctor pagó mucho dinero por él y la doncella fué la encargada de "reconocerlo". El condado de Halifax pudo así expedir un certificado de defunción a nombre de Víctor Peñasco y Castellana. Curiosamente. aún hoy día no se ha podido encontrar la tumba donde está enterrado este supuesto Víctor, ya que el cementerio de Halifax que se nombra en el certificado de defunción no existe, y en el de Fairview, donde está enterradas las víctimas del "Titanic", no hay ninguna tumba con el nombre de Víctor Peñasco». Josefa pudo rehacer su vida y se casó de segundas nupcias en 1918 con Juan Barriobero y Armas Ortuño y Fernández de Arteaga, barón del Río Tovía, con el que tuvo tres hijos. Falleció en 1972 a los 83 años de edad. Fermina Oliva, la doncella que también sobrevivió al «Titanic», murió en 1968 en su casa de Uclés (Cuenca), cuando contaba 98 años de edad. Ella nunca se casó. fuente http://www.fortunecity.com/
Nice la historia... Era inevitable que alguna historia se pareciera a la de la pelicula... eso con queso...
es bastante parecido a lo ke se ve en la pelicula... ke sin duda se basa principalmente en el testimonio de los sobrevivientes. wena info se agradece :freddie:
Excelente historia, muy parecida a la película. Ni me imagino lo que se debe haber sufrido en ese barco... Se agradece.