[HC] Inicios y desarrollo del pensamiento pedagógico en Chile en el siglo XIX

Siglos XVIII-XIX
Desde sus inicios, la educación en Chile ha ido de la mano de planteamientos ideológicos que se expresan en las diferentes formas que adquiere su organización institucional, sus programas, métodos y prácticas educativas. Durante la Colonia, el modelo de educación imperante estuvo orientado a la difusión de la ideología eclesiástica dentro de un marco teórico escolástico, inculcando la doctrina cristiana entre los indígenas, y reforzándola entre españoles y mestizos. El currículum, acotado y simplificado para estos propósitos, constaba básicamente de materias catequísticas, la enseñanza de la lectura y escritura, y algunos conocimientos matemáticos.

Hacia fines del siglo XVIII y principios del XIX la influencia de la Ilustración hizo germinar en el ánimo de hombres como Manuel de Salas, Camilo Henríquez y Juan Egaña una fuerza emancipadora que comenzó a observar la educación como una posibilidad de alcanzar e implantar los ideales civilizatorios, herramienta que se tornaba imprescindible para asegurar y sostener el proceso de Independencia. La educación poco a poco adquirió preponderancia como un medio de combatir la herencia cultural española y colonial. El despotismo, la ignorancia, el ocio, la superstición y el atraso, eran considerados como las huellas nefastas de la época colonial, costumbres que era necesario erradicar.

Esta creciente influencia francesa llenó de esperanzas a los hombres de la época y proporcionó las bases y principios teóricos para la construcción de la República y su correspondiente modelo educativo, destinado a propagar las ideas que convirtieran a los otrora súbditos en ciudadanos. La confianza en la razón como el instrumento por antonomasia para dominar y explotar la naturaleza y asegurar la felicidad del género humano, fue una tónica recurrente en el imaginario de la época, determinando la doctrina y praxis de los nacientes líderes intelectuales. Bajo estas circunstancias, consideraron necesario crear una institución educativa acorde con los nuevos requerimientos de la patria: formar ciudadanos para consolidarla. De este modo, fue creado el Instituto Nacional.



Durante el periodo republicano, al aumentar el interés en la educación como uno de los pilares fundamentales del desarrollo de la nación, fue necesario, en palabras de Miguel Luis Amunátegui, “dar guerra a la ignorancia”. De este modo, comenzaron a ensayarse, implementarse y discutirse las políticas de instrucción que permitirían dar al país hombres aptos para poner la ciencia y el saber al servicio de la nación. Políticos e intelectuales, entre los que destacaron Andrés Bello, Domingo Faustino Sarmiento, Manuel Montt,Diego Barros Arana, José Victorino Lastarria, Ignacio Domeyko y el mismo Amunátegui otorgaron al tema de la educación un carácter de urgencia creciente. Esta disposición cristalizó en la emanación de leyes y decretos especiales, en la producción de textos escolares y manuales de enseñanza, en la publicación de boletines y revistas, y en la creación de instituciones, entidades y establecimientos educacionales de diversa índole, destinados a mejorar el acceso de los ciudadanos a la educación.

Mediante estas y otras iniciativas se emprendían los primeros pasos hacia la consolidación de un Estado docente, limitándose el predominio de la Iglesia en materia de educación. Para la Iglesia y los grupos conservadores, que intentaban impulsar una educación privada de corte católico, los avances de la educación laica fiscal era un motivo de preocupación creciente. Bajo estas circunstancias se generó una intensa discusión pública en torno a si la educación debía formar hombres de fe o ciudadanos laicos, y cuáles eran las entidades idóneas para tomar la responsabilidad de instruirlos. Esta situación llegó a un punto críticoen 1872 con el decreto de libertad de exámenes propuesto por Abdón Cifuentes, que buscaba independizar a los colegios particulares de la validación curricular del Instituto Nacional. Este acontecimiento en particular fue clave para la posterior división entre la educación laica y la educación católica.



Con el auge del positivismo en la segunda mitad del siglo XIX, la educación fue objeto de diversos estudios, debates y congresos que buscaron reformar sus planes y métodos de estudio, además de otorgarle una base científica que permitiese el óptimo y armónico desarrollo de todas las facultades humanas, concretando así el anhelado ideal de progreso. Estas ideas calaron profundo en figuras como Valentín Letelier, José Abelardo Núñezy Claudio Matte, cuyas obras fueron testimonios de estas nuevas necesidades.
​

fuente