La veneración en el Islam a la Virgen María

Tema en 'La Dimensión Desconocida "Portal Paranormal"' iniciado por -.DieK.-, 10 Mar 2015.

  1. -.DieK.-

    -.DieK.- Invitado

    Del Libro Hazreti Mariam de un Waliuláh contemporáneo

    Autor: Sheikh Muzaffer Ozak al Yerrahi al Halveti

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    Los ángeles dijeron: ¡Oh! María, Allah te trae buenas nuevas de Su palabra. Su nombre debe ser el Mesías Jesús, el hijo de María, reverenciado en este mundo y en la otra vida, y uno de los más cercanos a Allah. (C. 3:45)


    En un breve y humilde tratado como este, no es posible hacerle justicia a la bendita Virgen María, ese ser perfectamente santificado por la gracia divina y honrado con Su revelación.


    Ella y su amado hijo Jesús han sido rechazados por mucha gente. Sin embargo, musulmanes de toda raza y color, incluyendo turcos, persas, afganos, indios, paquistaníes, indonesios, albanos, árabes y nigerianos, no tienen más que amor y respeto por esta santificada mujer, igual que los cristianos de todas partes del mundo, entre ellos, españoles, franceses, italianos, alemanes, checos, ingleses, americanos, holandeses, suecos, suizos, noruegos, griegos, búlgaros, rumanos, húngaros, serbios y rusos.


    Que estos dos grupos de amantes se amen los unos a los otros.


    Los Hijos de Israel creen en el milagro del amado Moisés, cuando su bastón se convirtió en una serpiente. Ellos aceptan el hecho de que su bendita mano estaba radiante de luz. También creen que el Mar Rojo se separó cuando el profeta lo golpeó, liberando así a su gente de la tiranía del Faraón.


    Además de las manifestaciones milagrosas del noble Moisés, los Hijos de Israel también reconocen aquellas demostraciones de otros muchos profetas. ¿Acaso no es extraño que algunos negaran la naturaleza profética de Jesús, quien les trajo tal honor y quien así lo hará eternamente?


    Como musulmanes, creemos en el nacimiento milagroso y en la sublime espiritualidad de Jesús. El Sagrado Corán atestigua la santidad de Mariam, como el receptáculo bendito de la revelación divina, y como la Madre Virgen del gran Profeta, a quien ella concibió y dio a luz a través del poder de Allah únicamente.
    El Sagrado Corán glorifica su nombre al vincularlo siempre con el nombre de su amado hijo, llamado Isa-bnu Mariam, Jesús hijo de María.


    En el servicio funeral islámico, el fallecido es nombrado con un matronímico, como un gesto de respeto al amado Jesús. Además del respeto hacia él, las almas serán llamadas por su matronímico para entregar cuentas en el Día de la Resurrección.
    Como un signo adicional de respeto por el estadio exaltado de Jesús, seremos resucitados en cuerpos espirituales, esencialmente con la apariencia que teníamos a la edad de treinta y tres años, o sea, a la edad en que el mismo Jesús dejó el mundo inferior.


    Aquellos fieles a Allah y a todos Sus Mensajero, expresan su gratitud, afecto y respeto por la bendita Virgen poniéndole a sus hijas el santo nombre de Mariam.
    Su concepción a través del aliento del Espíritu Santo y el exaltado milagro de la forma en que alumbró al Mesías es considerado por toda la gente de fe como un maravilloso signo de gracia divina.


    Su noble nombre y persona son honrados y venerados. Su radiante morada espiritual está en los corazones iluminados de todos aquellos que creen en Allah, el Altísimo. Ella es una santa viviente, como una entre los santos amigos de Allah, ella no murió, sino que entró en el dominio de ser eterno.


    Aquí hemos intentado ofrecer humildemente al menos un pequeño botón de un vasto jardín de rosas, transmitiendo la fragante esencia de la Virgen María como está descrita en el Glorioso Corán y en la tradición oral del Islam.


    Que obtengamos el placer eterno de la sublime guía de Allah, derramada a través de todos los profetas, y que seamos incluidos entre los rectos sirvientes. Digamos Amén, en el nombre del Príncipe de los Mensajeros, Muhammad, que la paz y las bendiciones estén con él.

    La tumba de la Virgen María

    De acuerdo a algunas fuentes islámicas, cuando María llegó a su fin en este mundo, su bendita forma fue enterrada en el Monte de los Olivos. Ciertas fuentes europeas establecen que la Virgen murió en Efeso.


    El amado Muhammad es el único profeta cuyo lugar de descanso terrenal es conocido con absoluta certeza. La forma del noble mensajero de Allah yace bajo el domo verde en Medina, mientras que él vive en el mundo espiritual y atestigua íntimamente la condición de su comunidad.


    Allah, el más Misericordioso, seguramente recompensará a los siervos que visiten Efeso con la creencia sincera de dar sus respetos a la tumba de la Virgen María; puesto que en el Islam, como el noble Mensajero nos ha dicho, el valor de las acciones se deriva de su intención.


    Si nuestros antecesores no hubieran estado inciertos acerca del lugar, hubieran considerado su deber construir una mezquita en Efeso que llevara el nombre de María.


    A la luz del estadio tan exaltado que se le otorga en el Sagrado Corán, sería apropiado para los musulmanes benevolentes de la generación actual, construir la Mezquita de María en Efeso, donde continúen venerándola musulmanes y cristianos sinceros.


    En el mundo contemporáneo la humanidad está dividida en dos campos, los que creen en Dios y en el Día de la Resurrección, sean los judíos, cristianos, musulmanes, o aquellos de otras nobles tradiciones. Y, en el otro campo, los materialistas y los ateos.


    Como musulmanes, aceptamos de todo corazón a todos los Profetas que precedieron a nuestro bendito Maestro, así como también a los libros de las Escrituras que les fueron revelados; a pesar de que la Gente del Libro, judíos y cristianos, no muestran igual amor y respeto al profeta Muhammad, la paz y las bendiciones sean con él, ni al Sagrado Corán.


    Con la construcción de la mezquita de la Virgen María en Efeso, fomentaríamos el crecimiento del amor entre cristianos y musulmanes. Sería un lugar de sinceros amantes de la Virgen para que las dos nobles tradiciones se encuentren y experimenten la dulzura de una amistad santa.

    Una súplica del autor

    ¡Oh! Allah, el más Alto,
    no tienes compañero ni igual.
    ¡Oh!, más Hermoso que los hermosos,
    Tú eres el Maestro de los cielos y de la tierra,
    Señor de todos los universos físicos
    que conocemos y desconocemos.
    ¿Cómo podemos atribuir a Ti un hijo físico,
    o cualquier otro atributo de limitación?
    Eres evidente en Tus obras,
    inmutable en Tus atributos;
    abarcándolo todo en Tu esencia,
    eres capaz de toda manifestación.
    En esencia, eres Único.
    En atributos, eres Unidad.
    Tú no tienes necesidad de nada
    pero todo necesita de Ti.
    Ubicado en ningún lugar,
    Tú estás en todos lados.
    Tú no eres engendrado,
    ningún ser viene a la existencia fuera de Ti.
    Nada en absoluto puede ser comparado a Ti,
    pues sólo Tú existes.
    Tú estás más cerca de nosotros que nuestra propia alma,
    pero estamos lejos de realizarTe.
    Acércanos a Ti con afecto verdadero.
    Otórganos la unión contigo en el amor.


    Que nuestros labios se adornen con Tus nombres,
    y que con Tu amor sean embellecidos nuestros corazones.
    Satán no encuentra sitio en los corazones llenos de Tu amor.
    Venimos a la puerta de Tu misericordia,
    buscando sólo Tu divino beneplácito.


    Haz que nuestros ojos y corazones estén dignos de
    contemplar Tu belleza.
    Que poseamos labios amorosos
    para mencionar Tus hermosos nombres,
    Y corazones que Te amen con el amor que mereces.


    Causamos ofensa con nuestra arrogancia,
    y aún así, Tú nos otorgas compasiva recompensa.
    La rebeldía y el olvido surgen de nosotros,
    el perdón y la gracia de Ti.
    Nos has moldeado de una gota en el vientre
    y has vestido nuestras almas con la bendita forma humana.


    De entre la humanidad Tú escoges
    a Tus amados Mensajeros y Santos.
    Has preparado el Paraíso y la unión mística
    para aquellos que son humanos en lo interior y en lo exterior.
    Has nuestro mundo interno sublimemente humano,
    igual que manifiestas nuestro exterior en forma humana.


    Expresa Tus cualidades divinas a través de nosotros.
    ilumina nuestro semblante
    y abrillanta nuestro oscuro y estrecho corazón.


    Permítenos encontrar placer supremo
    en el servicio a la humanidad,
    y deleite perfecto en Tu adoración.


    Admítenos en Tu presencia.
    Inclúyenos entre aquellos
    que están ante Ti en oración,
    que caen ante Ti en postración sincera
    que Te glorifican, que Te santifican
    y que Te aman sin cesar.


    A menos que nos ames, ¿cómo podríamos amarte?
    Si no nos admites en Tu más íntima presencia,
    ¿cómo podríamos entrar en Ella?
    Inclúyenos entre quienes llegan a Tu presencia,
    contemplan Tu belleza y alcanzan la unidad divina.


    ¡Oh! Señor,
    danos ojos que lloren con Tu amor,
    labios que mencionen Tus hermosos nombres,
    y corazones que Te amen incesantemente.


    Emplea nuestras manos y nuestros pies en obras
    que merezcan Tu divina complacencia.
    Cuida nuestras mentes de susurros satánicos.
    No nos permitas que nos obsesionemos con el mal y la fealdad,
    si no manténnos en meditación
    en toda nobleza y belleza.


    Haznos compasivos hacia los pobres
    y útiles a aquellos en necesidad,
    Consérvanos en buena salud.
    no permitas que nos olvidemos de nuestra verdadera intimidad.
    ni que seamos ejemplos negativos a nuestros hijos,
    ni que muramos siendo esclavos de tiranía alguna.




    Aunque te hayamos desobedecido con frecuencia,
    Tú no nos has privado de nuestro sustento,
    pues uno de Tus nombres divinos es Paciencia.
    Tú siempre nos has otorgado dulce alivio.
    Tú nunca eres negligente.
    Tú no nos desilusionas cuando imploramos con todo nuestro corazón
    ¡Allah! ¡Allah!


    Te pedimos nos hagas jubilosos,
    En honor de Adán, Tu amigo,
    Noé, Tu confidente,
    Abraham, Tu amigo íntimo,
    Moisés, Tu interlocutor.
    En honor a la virtud y castidad de María
    y la espiritualidad pura de Jesús.


    En honor a Tu amado mensajero Muhammad
    permite que nuestras últimas palabras sobre la tierra sean:
    ¡Allah! ¡Allah!


    Que muramos en perfecta fe,
    con el glorioso Corán como testigo.


    Que nuestras tumbas se conviertan en jardines del Paraíso,
    perfumadas con rosas e iluminadas con la luz de la fe.
    cuando el imponente Día de la Resurrección venga,
    permítenos caminar calmadamente y con dignidad
    al lugar de reunión.
    Permítenos reunirnos bajo el verde estandarte de alabanza,
    cerca de Tu amado Sello de Profecía.


    Permítenos tomar el agua luminosa de Kawzar
    de las manos del venerable Muhammad Mustafá,
    que Allah lo bendiga y le otorgue paz.


    Y que recibamos el agua de ese bendito arroyo,
    de Alí, el Elegido; de Fátima, la Iluminada;
    de Hassan, el Elegido;
    de Husein, el Mártir de Karbalá.
    Danos refugio en la sombra de Tu Trono
    del imponente poder del Día Final.


    Haz que nuestras buenas acciones tengan gran peso
    en el balance de la justicia,
    y permítenos entrar agraciados al Paraíso.
    Que nuestras caras estén cubiertas de alegría
    cuando los registros de nuestras acciones sean leídos.
    Permítenos cruzar el puente místico
    con deslumbrante rapidez.
    Inclúyenos con aquellos sumergidos
    en el océano infinito de Tu bienaventuranza.
    Líbranos del infierno por la intercesión
    de Tu amado Muhammad
    y permítenos morar en el Paraíso ¡Oh! Señor,
    junto del amado de Allah.


    Otórganos, ¡Oh! Señor,
    nuestra más alta meta,
    la bienaventurada visión de Tu belleza
    y la realización de Tu unidad.


    ¡Oh! Señor,
    protégenos de la malicia de nuestros enemigos
    y presérvanos de los horrores de la guerra.
    Otórganos que la humanidad aprenda a vivir en paz.


    ¡Oh! Señor,
    encomienda a la adorable señora Feriha
    -fundadora de la Masyid al-Farah en la ciudad de Nueva York-
    al cuidado de la bendita Virgen María,
    de la noble Jadiya y de la noble Fátima.
    Que ella esté completamente feliz
    y que sus propósitos de caridad se cumplan,
    dale salud a su dulce y agraciada persona
    e incrementa el amor divino que habita en su corazón.
    Haz que su semblante sea aún más radiante.


    ¡Oh! Señor,
    borra cualquier tristeza de su pecho.
    Hazla siempre jubilosa
    y asístela incesantemente en las buenas obras
    que Tú has hecho sea digna de desempeñar.


    ¡Oh! Señor,
    satisface los deseos de su querida
    y respetada madre A’isha,
    y resguarda a sus estimados hermanos y hermanas de todo mal.
    Que sus tristezas se conviertan en alegrías.


    ¡Oh! Señor,
    que su amado esposo Haidar
    viva hasta una edad madura,
    inmune a la tristeza y la aflicción.


    ¡Oh! Señor,
    A Haidar al-Karrar,
    el indomable León de Allah,
    el glorioso Alí,
    te encomendamos su esposo,
    de gentil corazón, siempre sonriente y de buena naturaleza;
    ese sirviente fiel de la humanidad,
    ese líder de artistas y de artes,
    el compasivo Haidar Bey,
    quien aún a sus enemigos trata con magnanimidad,
    e inmediatamente perdona a aquellos que le hacen mal.
    Hazlo feliz en este mundo y en el Paraíso.


    ¡Oh! Señor,
    asiste a Nur en su trabajo
    de ofrecer guía espiritual a la gente.
    Hazlo resplandecer con la luz
    de la afirmación de la unidad divina.
    Hazlo firme en Tu amor
    y puro de espíritu a través de la remembranza constante
    y la adoración consagrada a Ti.


    ¡Oh! Señor,
    que Nur continúe trayendo a la vida
    todos los corazones muertos y las almas anhelantes;
    ofreciéndoles el remedio universal para el sufrimiento y la pena
    y actuando como un líder en el camino de la Verdad.


    ¡Oh! Señor,
    Sostén el trabajo de enseñanza del reverendo Tosun Bey,
    El sheikh de Spring Valley,
    a través de quien primero conocí
    a los nobles amantes y buscadores de América.
    Mantén su función y estado.


    ¡Oh! Señor,
    otórgale honor a Muhtar Bey,
    quien ha traducido mis humildes trabajos
    a la lengua inglesa.
    Encomiéndalo al cuidado de Ahmad Muhtar,
    el escogido de Allah.


    ¡Oh! Señor,
    otorga realización suprema
    a la excelente señora Umid Hanim,
    quien fue mi asistente
    mientras realizaba este tratado.


    ¡Oh! Señor,
    otorga buena salud
    al respetado editor de mi trabajo;
    que su negocio prospere y su fortuna se incremente,
    que sea bendito con la guía correcta.


    ¡Oh! Señor,
    confiere Tu luz de Guía sobre todos
    aquellos que lean este ensayo,
    y a quienes lo hacen disponibles a otros.
    Que disfruten de la tierna compasión
    de la bendita Virgen María,
    y de la poderosa intercesión de Jesús, el Mesías.


    ¡Oh! Señor,
    bendice a aquellos que rezan por nosotros mientras estamos vivos
    y aquellos que nos recuerden en sus oraciones
    cuando hayamos dejado este mundo.


    ¡Oh! Señor,
    cubre las faltas de aquellos
    que benignamente pasan por alto las fallas
    que puedan encontrar en este libro.


    ¡Oh! Señor,
    haznos felices aceptando nuestras oraciones
    en honor a los Suras coránicos Tá-Há y Iá-Sin,
    y en honor a Muhammad,
    el Corán Viviente,
    y a su bendita comunidad espiritual.


    Gloria al Señor de Majestad más allá de cualquier descripción,
    Y que la paz esté con todos Sus Mensajeros.


    Alabanza agradecida a Allah, el Más Alto,
    Señor de los mundos.


    Alhamdulilahi rabbi-l-alamín.



    Jesús y Maria en el Islam

    Desde luego hay diferencias, como se verá, entre la imagen que musulmanes y cristianos tienen de Jesús y María, pero estas discrepancias no hacen a la esencia del Mensaje del Mesías, y responden más bien a las opiniones que los hombres promulgaron como dogmas a lo largo de los siglos.

    Cabe aclarar que en el Islam no se hace distingo entre los Profetas y Mensajeros divinos: todos han transmitido la misma verdad de parte de su Señor. Han diferido sí en las formas externas que impusieron a sus comunidades de acuerdo a la cualidad de cada época, pero no en el núcleo de su misión: la educación de la humanidad para su felicidad actual y futura, y la enseñanza de la Unidad Divina.

    Esto da una clara idea de la importancia que asume Jesús en el Islam, quien se encuentra mencionado 25 veces en el Sagrado Corán, destacado como uno de los grandes Mensajeros divinos en numerosos pasajes, como luego veremos.


    En cuanto a María, es en el Islam uno de los paradigmas de perfección en la mujer, y su historia adquiere tanta relevancia que la revelación coránica le ha dedicado todo un capítulo, la sura 19, que lleva su nombre.

    Conclusion

    Para finalizar apelamos a una exhortación del Concilio Vaticano II (1962-1965), auspiciado por el Papa Juan XXIII (1881-1963), la cual atestigua: “La Iglesia mira con aprecio a los musulmanes que adoran al único Dios, Misericordioso y Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra, que ha hablado a los hombres y a cuyos ocultos decretos procuran someterse con toda el alma, como se sometió Abrahám a Dios, de quien la fe islámica gusta hacer referencia. Veneran a Jesús como Profeta, aunque no lo reconocen como Dios; honran a su madre virginal, María, y a quien también la invocan devotamente. Esperan, además, el Día del Juicio, cuando Dios recompensará a los hombres. Aprecian por tanto, la vida moral y honran a Dios, sobre todo con la oración, la caridad y el ayuno”.

    «...“La paz fue conmigo desde el día en que nací;
    será conmigo el día en que muera
    y el día que sea resucitado”.
    Este es Jesús, hijo de María...»
    (Sagrado Corán ,Capítulo: María,vers.33)